Dirk Bogarde
(Hampstead, 1921 - Londres, 1999) Actor
cinematográfico inglés. De padres holandeses (él era un afamado crítico
de arte y fotografía en el London Times y ella una actriz poco
conocida), Dirk Bogarde mostró desde muy joven una gran inteligencia y
aplicación en sus estudios. Se decantó inmediatamente por la
interpretación al inscribirse para estudiar arte dramático en el Royal
College of Art of London.
Trabajó, para poder
pagarse los estudios, como fotógrafo, actividad que no abandonó cuando
fue movilizado por el ejército para participar en la Segunda Guerra
Mundial. Intervino en campañas en Java y Birmania y asistió al
desembarco de Normandía. A su vuelta, consiguió enrolarse en algunas
compañías teatrales, inicio de una travesía dura y complicada, y, sobre
todo, muy lenta. Pero un buen amigo y consejero, Noel Coward, el famoso
dramaturgo, le ayudó a surgir de entre los bastidores y firmar un
importante contrato en exclusiva con el productor Arthur Rank,
propietario de la archiconocida compañía cinematográfica británica Rank
Organisation. Su físico, bien parecido, y su talante, agradable y muy
afable, le condenaron desde el principio a papeles de poca profundidad
dramática, de galán o de padre de familia perfectamente acomodada, como
la pobre serie de los Doctor in...
Había debutado en el cine mucho antes, en 1939, en Come on George,
pero era uno de tantos extras que salían en el filme, y ni siquiera
estaba acreditado. Ocho años después se iba a producir su debut oficial:
Dancing With Crime (1947); y uno más tarde iba a aparecer en su primer papel protagonista: Esther Waters
(1948), de Peter Proud e Ian Dalrymple. Y sólo un año más tendría que
esperar para conseguir su primer papel en un filme importante: la
película en episodios Quartet (1949) -concretamente en el capítulo titulado The Alien Corn-, de Harold French.
En
1954, bajo el seudónimo de Victor Hanbury, el cineasta norteamericano
Joseph Losey, inscrito en la "lista negra" del maccarthysmo en Estados
Unidos, se encontraba en Europa
rodando algunos filmes para sobrevivir. En Inglaterra estaba preparando
El tigre dormido,
y alguien le sugirió que contratara a Bogarde para el papel de Frank
Clements, un delincuente que hará de cobaya para un psiquiatra
londinense y que terminará seduciendo a la mujer de éste. Comenzó así
una asociación inolvidable en la historia del cine.
Para
entonces, Bogarde era ya una estrella muy popular en Gran Bretaña, y
aunque tenía que mantener sus tediosas apariciones en la serie Doctor in..., las películas eran producidas con él como protagonista absoluto. Así, en La silla vacía (1955), de Lewis Gilbert, magnífica adaptación de la obra Murder Mistaken de Janet Green, interpretó a un peligroso barba azul que se casa con mujeres ricas para luego asesinarlas; en Simba (1955), de Brian Desmond Hurst, se marchó a correr aventuras a Kenya; en Ill Met By Moonlight
(1957), de Michael Powell y Emeric Pressburger, va a guerrear, formando
parte de un comando de elite, a Creta, donde fue nada menos que el
Mayor Paddy Leigh-Fermor "Philidem"; y, en Historia de dos ciudades (1958), de Ralph Thomas, da vida al mejor Sydney Carton de todas las versiones del clásico de Charles Dickens.
Ese mismo año llegó el melodrama romántico El viento no sabe leer
(1958), de Ralph Thomas, un filme contado con una fluidez asombrosa, en
su mayoría rodado en los exteriores de Delhi, con un Bogarde en estado
de gracia. Después de ser un extraordinario Franz Liszt en Sueño de amor (1960) de Charles Vidor, lujosa adaptación de la vida musical y amorosa del famoso compositor, y un memorable abogado que, en Víctima
(1961), de Basil Dearden, arriesgó su reputación y su carrera cuando
debió confesar su homosexualidad para descubrir a una banda de
chantajistas, le llegó la oportunidad de participar en una obra maestra:
El sirviente (1963), de Joseph Losey, una sutil y eficaz puesta
en escena del director norteamericano de un guión de gran riqueza, obra
de Harold Pinter, sobre las relaciones maestro-sirviente.

Al año siguiente, Losey volvió a llamarle para otra maravilla cinematográfica: Rey y Patria
(1964). La obra refleja las atrocidades de la guerra; sobre un decorado
de trincheras y de pasos subterráneos inundados de barro, Bogarde
interpreta el papel de un abogado que debe defender en un consejo de
guerra a un soldado acusado de deserción. En los años siguientes,
encarnó a un entrevistador de televisión en la archifamosa Darling
(1965), de John Schlesinger; se metió en la piel de un profesor de
Oxford que, al entrar en la madurez, se enamora de un estudiante, en Accidente (1967); se convirtió en el padre de aquellos niños en esa pequeña maravilla A las nueve cada noche (1967), de Jack Clayton, y fue Pursewarden en la kitsch adaptación de la obra de Larry Durrell Justine (1969), de George Cukor.
El mismo año, 1969, dio comienzo, con La caída de los dioses,
la alianza Dirk Bogarde-Luchino Visconti. El director, tentado por el
esteticismo, juega simbólicamente con el color, inundando, cuando la
amenaza comunista le aterroriza, el rostro del demoníaco personaje
interpretado por Ingrid Thulin con una luz roja, o plagando las fiestas
de las juventudes hitlerianas con una luz azulada casi cegadora. Y todo
ello gobernado magistralmente por la presencia eterna de Bogarde;
presencia entre el erotismo y el poder, fundados ambos en las ansias de
posesión y poder de su soberbio personaje: Friedrich Bruckmann.
Un par de años después, Bogarde fue, en Muerte en Venecia
(1971), de Luchino Visconti, el grandioso Gustav von Aschenbach, un
compositor inspirado en Gustav Mahler (en la novela de Thomas Mann,
Aschenbach es un escritor) que marcha a pasar una temporada al Lido de
Venecia, porque se siente fatigado y deprimido, y se enamora
perdidamente de un muchacho llamado Tadzio. La puesta en escena es
totalmente fiel a las intenciones y a la filosofía de Mann, pero el
cineasta se desmarca y habla también de sus propias angustias, en esta
obra fascinante por su perfección dramática, psicológica y plástica.
En los años que restan hasta 1990, año en el que interpretó su última película (Daddy Nostalgie, de Bertrand Tavernier), intervino en la controvertida Portero de noche (1974), de Liliana Cavani; fue uno de los muchos grandes actores de Un puente lejano (1977), de Richard Attenborough, y fue reclutado por dos cineastas de prestigio en el concierto europeo: Providence (1977), de Alain Resnais, y Desesperación (1979), de Rainer Werner Fassbinder.
A
pesar de haber vivido fuera de Gran Bretaña más de veintidós años, fue,
en 1992, nombrado por la Reina de Inglaterra Caballero de la Corona
Británica, y diez años antes, ya había recibido la Orden de Caballero de
las Letras por el gobierno Francés; pruebas del prestigio de este actor
que siempre supo, con una sobriedad verdaderamente asombrosa, dotar a
los muchos personajes que interpretó de una profunda riqueza.