El dibujo es para el niño una forma de lenguaje; pero su análisis ha demostrado que la evolución del mismo no es regularmente ascendente sino que presenta demoras y retrocesos a estadios anteriores. Cuando termina la edad escolar generalmente se deja de pintar y sólo persisten los que presentan capacidades en este sentido, mientras los otros se quedan detenidos en esa última etapa. Es por eso que se ha dicho que cuando un adulto pinta se retrotrae a su infancia.
El dibujo espontáneo y libre ha sido campo de estudio de la actividad psíquica del niño. Rouma nos habla del dibujo, espontáneo como excitarte de la imaginación creadora y considera que mediante estos los niños puedan poner de manifiesto tanto sus intereses vocacionales como sus grandes conflictos, aunque sólo deberán establecerse juicios definitivos utilizando colecciones de dibujos del mismo niño, por lo menos una veintena de ellos.
Comencemos haciendo algunos señalamientos sobre la evolución del dibujo en los niños. En los primeros estadios, después de los dos años, la mano se adapta a un movimiento determinado y lo reproduce un número considerable de veces: líneas, curvas, más abiertas y más cerradas al aparecer las nuevas formas, las antiguas se conservan y ambas se superponen. También el movimiento muscular se exagera inicialmente y más tarde se atenúa como respuesta a un proceso de aprendizaje; a veces persisten movimientos musculares defectuosos adquiridos por una mala enseñanza. Se ha señalado que las imágenes, los dibujos de tos compañeros, los croquis de los profesores, tos dibujos de libros, revistas, etc, ejercen cierta influencia sobre el niño y hay pormenores o conjuntos que les gustan particularmente por su forma o por el procedimiento técnico que sirve para trazarlos; el proceso de imitación se manifiesta entonces y e! niño intenta en muchos ensayos apropiarse de la forma o del movimiento que le gustó, enseguida los reproduce hasta el cansancio. Otras veces este dibujo repetido parte de la imaginación del niño.
En la pintura de los niños con retraso mental se ha señalado una tendencia muy grande al automatismo, dibujos no terminados y referidos a una gran cantidad de temas en la misma hoja. Aunque presentan abundantes retornos a estadios inferiores del desarrollo pictórico que debería serlo más manifiesto, a veces la tendencia conservadora del niño ha facilitado el desarrollo del dibujo y conserva una gran memoria visual originando dibujos bien estructurados.
En cuanto a la enfermedad mental más bien ha habido un planteamiento difícilmente demostrable de que esta facilita la producción artística pictórica. El Dr. Bader considera más bien que la psicosis puede obrar como iniciadora, desencadenando un talento oculto por circunstancias tradicionales o inhibiciones de todo género y haciendo que el paciente se revele como creador. Así el psicótico, que no ha recibido aprendizaje académico en la rama artística ni acostumbraba a pintar con anterioridad, llega al dibujo como una forma de expresión, de manera impulsiva y ajena a todo prejuicio; surgiendo una obra que tiene que estar forzosamente en relación con sus conflictos emocionales.
El estudio de la pictografía psiquiátrica se inicia con Max Simon que en 1876 descubre el impacto de la psicosis sobre la caligrafía y la pintura. Señaló el carácter regresivo de esta pictografía, en la que encuentra características iguales a las producidas por los niños y los pueblos primitivos. Señaló también el significado obsceno de muchas de las composiciones elaboradas. En 1888 Lombroso confirma los aportes de Símon encontrando gran similitud entre las producciones de los alienados y las que conservamos de muchas culturas antiguas. Señaló que la abundancia de símbolos y jeroglíficos las asemejaban a las antiguas obras de la India o del Japón, o a los murales descubiertos en el valle del Nilo correspondientes a muy remotas dinastías. También insistió sobre la falta de perspectiva como característica de la pictografía psicótica, poniendo de manifiesto la frecuencia con que ciertos alienados colocan letreros o palabras y signos junto a la pictografía.
A principios de nuestro siglo, Kraepelin, Jaspers y Aschaffenburg publican trabajos señalando la pictografía como valiosa para e1 estudio de la personalidad y plantean la necesidad de una estandarización que pudiera ser útil para el diagnóstico.
La colección de pictografías morbosas más famosas es la de Prinshorn (i922) .que considera dibujos y pinturas de psicóticos procedentes de muchos manicomios europeos y confirma el carácter regresivo de esta pintura.
Los autores psicoanalistas (Schilder, Pfister, Pfeifer) se ocuparon más bien de estudiar las diferentes escuelas pictóricas señalándoles rasgos iguales a las pinturas de sus pacientes neuróticos y psicóticos.
En nuestro medio el Dr. Manuel de Armas Pacheco, psiquiatra y pintor cubano, escribe en el Boletín del Hospital Psiquiátrico de La Habana (Marzo 1947) su obra sobre características pictográficas de las diversas enfermedades mentales. El Dr. Julio Faijoo complementa la obra iniciada por Armas Pacheco y señala las características pictográficas de los esquizofrénicos de la manera siguiente:
Esquizofrenia Simple: poca capacidad creativa, pictografía primitiva, infantil. Aparecen imágenes condensadas (fusión de dos o más objetos), perseveración (repetición del tema), poca o ningún uso de figuras humanas y si apareen están deformadas de manera verdaderamente patológica.
Esquizofrenia Paranoide: tratan de adaptarse a la realidad pero la distorsionan para adaptarla a sus problemas. Reproducen la forma humana y los rostros dándote vida con movimiento. Desprecio por la perspectiva.
Esquizofrenia Hebefrénica: constituyen las pinturas más raras y absurdas, las más desorganizadas y más ricas en color. Se parecen a las pinturas de tos orgánicos y lesionados cerebrales graves. Repiten el mismo tema o las mismas figuras. (Peserveración).
De una manera general considera este autor que en los esquizofrénicos la producción pictórica es irreal y deformada, con gran subjetividad, pérdida de la perspectiva y de los efectos de luz y sombra, con fusión de imágenes, falta de integración o coherencia, poco o excesivo uso del color, poca vida y expresión de los seres humanos, temas repetidos y uso de simbolismos. Al avanzar el proceso aparece la "geometría mórbida", más tarde palabras y signos y en las etapas finales la estereotipia.
Continúa señalando que los pacientes hipomaníacos pintan con gran rendimiento y colorido, con prolijidad de temas, aglomeración (no fusión) de imágenes y objetos, descuido en la terminación de las imágenes, poco sombreado, frecuente uso de figuras vivas y animales y personas casi siempre en movimiento. Pintan mucho, rápido y de todo, utilizando símbolos crudos, generalmente sexuales. En contraposición a esto, los pacientes depresivos no gustan de pintar y su producción es pobre, monótona, generalmente sin tema, a menudo mezcla y embarra los colores; huyen de las figuras humanas y cuando pintan un animal aparece estático. Pintan lentamente y con desgano figuras repetidas, de colores oscuros y sombreadas, con una falta de organización y conexión en el conjunto. Algunos pintan paisajes y escenas marinas con un mar en calma y botes estáticos.
Todos estos señalamientos en cuanto a la pintura de los psicóticos tiene sin duda alguna validez diagnóstica para los cuadros adultos; pero cuando se trata de psicosis infantiles ya no resultan útiles dado que las características de las psicosis a edades tempranas no siguen las descripciones hechas para los adultos. Aunque es poco frecuente la aparición de cuadros psicóticos en la infancia, vamos a exponer tres casos de niños psicóticos estudiados por nosotros y su expresión pictórica con la finalidad de considerar elementos comunes en estas expresiones. En los tres casos no había constancia de organicidad alguna; los embarazos, partos y desarrollos psicomotores fueron normales, el E.E.G. era normal y no se puso en evidencia ningún tipo de enfermedad infecciosa o endocrina. Sin embargo, la posibilidad de factores genéticos y la existencia de psicotraumas del tipo de "eventos vitales" a los que se ha dado gran importancia en la actualidad en la aparición de los fenómenos desestresantes, estuvieron bien evidentes. No será necesario exponerlos historiales clínicos completos de estos pacientes pero sí es de interés una síntesis sintomatológica y una exposición de los dibujos realizados agrupados en un triple aspecto: presencia de la estereotipia, desarrollo de sus figuras centrales y composición de la escena.
PACIENTE A: Niña de 9 años de edad que es educada en un medio familiar psíquicamente patológico. Los padres no están divorciados, pero los familiares del sexo femenino viven en un apartamento y los masculinos en otro. La niña está alternativamente en una casa o en la otra. El padre es universitario pero ajeno a normas morales o sociales; se preocupa excesivamente por la hija cuando la tiene a su cuidado y establece con ella una relación de permisibilidad absoluta, ascostumbran bañarse delante de la niña y se presume de la existencia de algún tipo de actividad sexual padre-hija. La madre, muy pasiva y a la vez muy rígida en normas sociales, es un ama de casa todavía en dependencia de la madre y con gran retraimiento social. La niña inicia su psicosis a los cuatro años abandonando la actividad lúdica y sustituyéndola por un tipo de actividad repetitiva (recogía hormiguitas todo el día) y preguntando continuamente si era varón g hembra. Los dibujos que presentamos corresponden a la edad de nueve años; ya había pasado dos años en un Centro de Conducta donde habla llevado una vida más organizada y había hecho algunos adelantos escolares; pero nada se había podido hacer en cuanto a modificación del medio familiar.
PACIENTE B: Niño de 10 años de edad educado por padres afectivamente ambivalentes. El divorcio de los padres se había producido dos años antes y el niño vivía con la madre y una hermana dos años mayor y aparentemente normal. La madre, muy pasiva, jugaba el papel de mujer abandonada y comenzaba a trabajar en una oficina sin mucho éxito; tenia gran tendencia al llanto y la depresión. El padre era ingeniero, pretextaba de sus muchas actividades para no dar atención al hijo; solamente lo llevaba por temporadas a casa de la abuela paterna; mujer rígida y autoritaria que pretendía que el niño estuviera inmaculadamente limpio y le prohibía todo tipo de actividad. El niño inicia su psicosis a los seis años, dedicándose a leer libros de todo tipo, sobre todo de aventuras e historia. Aparece ante los ojos de los padres inicialmente como un superdotado, pero no sabe bañarse ni vestirse, ni siquiera hacerse el nudo de los zapatos; tampoco tiene intereses escalares ni de juego. Los dibujos presentados fueron realizados a los 10 años de edad y desde hacía tres años asistía a una Escuela de Conducta donde su aprovechamiento escolar era pobre y sus relaciones con los demás difíciles.
PACIENTE C: Niña de 9 años educada en medio familiar alucinante. Los padres, pertenecientes a la antigua burguesía, viven en una gran mansión y tienen además una hermosa casa en la playa de Varadero. La comunicación entre tos miembros de la familia es a través de intercomunicadores de cuarto a cuarto. Son católicos y la madre pretende que la niña asista al catecismo; esta acude pasivamente, sin dar ni recibir nada. La madre lleva intensa vida social de amigas, chismes y paseos en una atmósfera de gran frivolidad. El padre que vive del dinero que le queda sólo se ocupa de fiestas y pesquería. La niña, abandonada a una vieja sirvienta que había educado al padre cuando era niño, ni siquiera asiste a la escuela ya que le pagan una niñera para que le de clases en la casa. La niña no adelanta en clases, no se relaciona con nadie, no puede sostener una conversación aunque pronuncia correctamente y sólo juega obsesivamente con las muñecas. También pinta obsesivamente "cuquitas".
El estudio minucioso de las pinturas realizadas por estos tres pacientes han puesto en evidencia algunas características comunes que pudieran tener alguna significación para el diagnóstico del niño psicótico. Sin embargo, no queremos señalar con esto que lo pintado es en sí patognomónico sino solamente que existen alteraciones si lo comparamos con niños sin patología. Las alteraciones encontradas son las siguientes:
- Tendencia franca a repetir muchas veces la misma figura (estereotipias) que en el Caso A resultan ser lomas y palmas; en el Caso B, hombres en acción y en el Caso C, monigotes.
- Se utiliza .el color sólo para trazar o manchar.
- Figuras sin base de sustentación.
- El movimiento de las figuras es excesivo o estático sin pasar por términos medios.
- Siempre aparecen "detalles extraños" cuyo significado es revelado a veces por el paciente de manera irracional.
- La composición de lo dibujado tiene relación de alguna manera con un pensamiento delirante. (Véase "El viaje de las hormigas" del Caso A, "La lucha de los galos" del Caso B y "Los tres reyes magos", del Caso C.)
- Con frecuencia el trazo se hace nítido y hasta llega a usarse la regla; todo esto pone mejor en evidencia una rigidez efectiva.
Un último señalamiento, las figuras estereotipadas y a veces incompletas que aparecen pudieran acercarlos a los niños deficitarios pero en el psicótico lo pintado tiene una mejor calidad de ejecución por lo que no podemos plantear una regresión en el trazo.
No debemos terminar con la importancia del dibujo desde el punto de vista diagnóstico sin señalar la existencia de pruebas concretas que se han venido utilizando durante el presente sigla con este propósito, tales como la Prueba de Goodenough del dibujo de la figura humana para determinar capacidad intelectual; la Prueba de Machover también del dibujo de la figura humana pero esta vez para reconocer características de personalidad; además el Test del Árbol, d Dibujo de una Casa y el Test de la Familia que pretenden además conocer factores psicológicos involucrados en los desajustes de la personalidad.
En cuanto a la posibilidad de que el dibujo o la pintura pudieran ser utilizados con fines terapéuticos, no creo que exista duda alguna de que esta actividad no es terapéutica en sí misma. Recordemos que el célebre pintor Utrillo se consagró como gran pintor después de ser recluido en un manicomio, pero no por esto se curó; Van Gogh pintó sus mejores cuadros en pena crisis psicótica y se suicidó después de su gran producción; Anvers-sur- Oise pintó 73 cuadros en menos de dos meses y también se suicidó después. Si la pintura fuera curativa por ella misma, nada de esto hubiera ocurrido.
La pintura puede ser un buen instrumento de trabajo para el quehacer psicoterapéutico ya que cuando falla la palabra para comunicarnos siempre podemos recurrir a otras posibilidades como el dibujo por ejemplo. La Dra. Sechehaye utilizó el dibujo en su tratamiento con su paciente psicótica y ésta le comunicó su delirio a través de la pintura de lo que ella denominaba "el sistema".
Autores psicoanalistas enfatizan el uso del dibujo en las sesiones analíticas con los niños. Madeleine Rambert hace algunas anotaciones sobre las posibilidades de su utilización en este campo de la manera siguiente:
a) Para posibilitar desplazamientos o proyección del conflicto afectivo sobre objetos externos; 'por ejemplo, una montaña asustada, etc.
b) Porque la acentuación insistente -en determinados detalles nos proporciona un índice de la importancia que el niño les concede. Por ejemplo, 7 u 8 dedos en una mano, un enorme número de brazos de un padre, la intensidad exagerada de los faros de un automóvil, etc.
c) Pueden ocurrir condensaciones de numerosos detalles en una figura revelando diversos rasgos de carácter o evocando muchos recuerdos en la memoria.
d) Las dimensiones de lo pintado nos da índices de la importancia que el niño les concede. Por ejemplo, el tamaño de un cuchillo o las proporciones entre las figuras humanas y de animales.
e) Las expresiones del rostro de tos astros o personas constituyen a menudo un índice de la profundidad del conflicto.
f) La atmósfera del dibujo es muy ilustrativa a veces de la gravedad de los trastornos neuróticos.
Concluye esta autora que mediante el dibujo el niño "es capaz de expresar ciertas actitudes internas que difícilmente logra mediante el juego".
Erik Erikson, otro autor psicoanalista, considera el dibujo de gran utilidad para realizar la primera sesión terapéutica de un niño en análisis. Ofrece una forma novedosa de dibujar mediante un juego; el terapeuta traza líneas en un papel a las que el pequeño paciente deberá dar forma de dibujo; luego se invierte el orden y será el niño el que hace los trazos para que el terapeuta dibuje. De esta manera continúa la actividad una y otra vez durante toda la entrevista. Naturalmente en este caso el terapeuta hace gala de su fascinación interpretativa durante todo este proceso, pero no será necesario llegar a esto para utilizar la tánica ofrecida.
Prácticamente todos lo psicoterapeutas infantiles han usado del dibujo como instrumental útil para los contactos psicoterapéuticos. Lo más importante a aducir en su favor es que explícita el acontecer psíquico del paciente y Leo Kanner ha insistido en el carácter proyectivo de este acontecer. Este autor utiliza el dibujo para valorar evolutivamente a su pequeño paciente; en -uno de los casos presentados por él (una niña de siete años con intensos sentimientos de rivalidad hacia su pequeño hermanito) la niña pinta en las primeras sesiones a su hermanito en forma descuidada, sin brazos, con las ropas desdibujadas, y apenas trazados los rasgos de la cara; vestido y peinado caminando del brazo con ella, demostrando de esa manera lo mucho que hablan mejorado las relaciones entre ellos.
Telma Reca, analista de niños no psicoanalista pura, plantea que en algunos casos puede usarse el dibujo como único instrumento durante todo un análisis siempre y cuando el niño mismo elija este tipo de expresión. Propone una nueva forma de dibujar que es el desarrollo de "tiras cómicas", es decir, historietas en cuadros sucesivos que a veces nos van narrando la evolución de los síntomas y las maneras de enfrentamiento. En ayuda a estos enfrentamientos el psicoterapeuta puede ofrecer soluciones más adecuadas que ayuden al crecimiento psicológico del paciente.
No sólo se ha realizado el dibujo durante los tratamientos con lápices negros, de colores o crayolas sino también se ha recurrido a la pintura dactilar. Leo Kanner hizo planteamientos a este respecto refiriendo que los dedos fueron precursores del pincel y por tanto con ellos la expresión del niño puede ser más espontánea. Lisolette Pekny, analista de niños de Innsbruck, considera que pintar significa "expresar de un modo visible los procesos intrapsíquicos" y su exposición de tratamientos utilizando la pintura dactilar tiene una base fundamentalmente empírica. Basándose en los resultados obtenidos la recomienda para casos difíciles en que encontrar el "camino terapéutico" adecuado no resulta fácil. Hans Dietrich, utiliza pintura espesa para trabajar con los dedos, las palmas y las manos enteras. Al principio se invita a los niños a que pinten al compás de formas musicales simples; después se les ofrecen formas más elevadas que muestran relaciones entre la música y la pintura. A veces se ayuda con lápices y tizas, se tiene en cuenta también el estado afectivo del niño para ofrecerle un tipo de música adecuado y ayudar progresivamente a modificarlo o "sintonizarlo". Recomienda estructurar grupos de. 5 a 6 niños con inhibiciones, apatías y hasta lesionados cerebrales; lo usa frecuentemente en el tratamiento del Asma y la Tartamudez.
El Dr. Rolando Valdés Marín en su cuidadoso estudio sobre el desarrollo pictográfico del niño, apunta la posibilidad de que la pictografía constituya un modo tico de la clínica de niños y desarrolla un método al que llama "Pedagógico-educativo" con la aspiración de "canalizar la ansiedad ó hiperactividad, lograr superar estas psicopatologías y adquirir, además, hábitos de trabajo en grupo, capacidad de crítica y autocrítica, desarrollo y control musculares y nuevas y deseables relaciones con su ambiente escolar, familiar y social". Este tipo de tratamiento constarla de dos tiempos. Las primeras sesiones serian de "actividad gráfica-exploratoria’; se iniciarán ofreciendo al niño el dibujo de un circulo que ellos deberán completar clocando los detalles que conforman un rostro; se pretende con esto tener una ida sobre la percepción de si mismo. En otra de las sesiones exploratorias se les dibuja el concomo de una casa, dándoles como consigna que deben imaginar que' hemos quitado una de las paredes para que puedan pirar en su interior lo que allí pudiera estar sucediendo; esta vez se aspira a recibir datos sobre particularidades del medio familiar de cada niño. El segundo tiempo del tratamiento seria el "tratamiento pictográfico". Durare el mismo se trabaja con temas sugeridos y dibujos libres. Los temas sugeridos están en relación con temas de actualidad; por ejemplo: el Día de las Madres. El dibujo libre se ofrece cada cuatro sesiones y aspira a lograr con él que el niño acentúe su individualidad. Se prefiere el uso de temperas y crayolas y se da importancia al uso del color por parte del niño. Si bien no queda explicitado cuál es el fundamento teórico del método, parece que se le da gran importancia a la catarsis del niño mediante una "salida gráfica", a la afirmación de su individualidad y a la facilitación de sus relaciones sociales. En nuestros intercambios con niños psicológicamente alterados hemos utilizado con frecuencia juegos que deben pintarse y que facilitan el de la sesión: Por ejemplo el juego del Ron donde se irán pintando los contrincantes y sus armas; el Jugo de Averiguar la Palabra que también va estructurando el dibujo a medida que el juego se desarrolla. La creatividad del terapeuta y del niño mismo se ponen aquí en juego para enfrentar cualquier temática de interés que mueva al Intercambio.
Un último punto al que debemos referimos es el uso del color en lo pintado por el niño durante sus actividades psicoterapéuticas. Aún esto tiene un doble aspecto: la influencia de los colores sobre las personas y la preferencia por determinados colores para expresamos. Con relación al primer punto Goethe clasificaba los rotores como estimulantes, Vivificantes o animantes y colores que producían un sentimiento de depresión e intranquilidad. Entre los estimulantes se refirió al rojo y al amarillo; en tanto que los depresivos correspondían al índigo y al violeta. Un tercer grupo serian los intermedios que se corresponderían con el color verde. En realidad sería mejor tener en cuenta el valor determinante de los colores en relación con las asociaciones que producen; el azul recordarla al cielo, el verde al apacible río; el rojo y el amarlo a las llamas; y así. Pero estas asociaciones resultan muy variadas de acuerdo con las diferentes personas, de manera que no pueden hacerse generalizaciones. Ferret, una neuropatóloga francesa, estudió el efecto del color de la iluminación sobre la fuerza muscular y la productividad; en sus conclusiones estableció que la productividad aumenta con la luz roja y disminuye con la azul si el trabajo es breve; pero si es prolongado aumenta con la luz verde y disminuye con la violeta. También Bejterev se refirió a los efectos estimulantes y deprimentes de los diferentes colores considerando la posibilidad de su uso en el tratamiento de las enfermedades mentales. Hagamos un recuento de los sentimientos que se asocian a los diferentes colores aunque hayan sido expuestos más bien por artistas y pintores:
Rojo: estimula, vivifica, da energías y es rico en asociaciones.
Amarillo: anima, tiende a la alegra atrae, estimula el juego.
Azul: tranquilizador, serio, nostálgico, pacifico y sentimental.
Verde: tranquilo, tiende a sentimientos placenteros y estimula asociaciones.
Naranja: tiende a la alegría y al optimismo, ya que reúne la alegría del amarillo con la estimulación del rojo.
Violeta: atractivo y repelente a la vez, por unir la estimulación del rojo con la nostalgia y la pasividad del azul.
En realidad todas estas consideraciones son meras especulaciones, ya que no han tenido una demostración suficientemente científica.
En cuanto al segundo punto de la preferencia por determinados colores para expresarnos resultan válidas las palabras de S.L Rubinstein al respecto: "Los colores poseen una determinada fuerza de expresión. No es el resultado de asociaciones, ni tampoco de una transmisión de simbolismo cromático, sino que se trata de una cualidad Inherente al color mismo. La fuerza de expresión depende considerablemente de la adaptación de la persona con que se experimenta".
REFERENCIAS
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VALDES MARIN, R. (1985): "El desarrollo pictográfico en el niño". Editorial Científico Técnica. Habana.
RUBINSTEIN, S.L. (1967): "Principios de Psicología General". Tratados y manuales. Grijalbo. México.
René Vega Vega
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