sábado, agosto 23, 2014

Destrezas que los niños no deben perder

Escribir a mano, ir a la biblioteca, manejar el reloj de manecillas son cosas se deben saber hacer.

Hoy en día, a raíz de la tecnología, se están presentando grandes cambios en la educación. Esto tiene que ser así, pues la tecnología es una herramienta clave para el aprendizaje, pero ¿qué tanto cambiarán los colegios? Es difícil de predecirlo; algunas cosas cambiaran mucho, otras, un poco, y en algunos casos hay habilidades que seguirán siendo necesarias.
Conozcamos cuáles aún son primordiales.

Empecemos con el tema de la escritura a mano versus la digital. Todos los estudios son claros al decir que los niños primero deben aprender a escribir con un lápiz en letra de imprenta y después pasar a la cursiva. Esto se hace entre los 5 y 8 años de edad.
Según una investigación de Virginia Berniger, de la Universidad de Wisconsin, el escribir a mano involucra varias zonas del cerebro, lo cual permite al estudiante usar cada vez más frases completas; por lo tanto, es importante desarrollar bien esta habilidad antes de pasar a la digitación.
Otros estudios muestran que escribir a mano hace que se den más conexiones neuronales entre la zona de las manos, codos y hombros y siembra una base más profunda para la escritura posterior.
Se le debe permitir al niño escribir con lo que él se sienta más cómodo, es decir, de la manera que le ayude a que fluyan las ideas rápidamente, ya que en últimas este es el propósito de la escritura creativa.
Ahora, sí hablemos de la escritura digital. Es necesario –esto ya se da en muchos colegios– una instrucción formal para digitar. Alrededor del tercero o cuarto grado es bueno que ellos usen todos los dedos y que desde el principio se generen buenos hábitos a la hora de digitar.
Si utilizan todos los dedos se graba mejor la acción en el cerebro. Si su pequeño empieza a manipular el teclado a los 4 o 5 años, no le permita hacerlo con un solo dedo.
Investigar a fondo
También se tendrá que enseñar a investigar, otra destreza muy necesaria para la época. Hoy todo se busca en Google o Wikipedia; antes, se iba a la biblioteca o se recurría a la enciclopedia, pero ahora todo está en la red.

En la ciencia de investigar, los niños saben buscar pero no qué hacer con la información que encuentran. Antiguamente, era suficiente con solo saber encontrar los datos; por ello, es tarea de los adultos formadores enseñarles a evaluar la información que encuentren, ya que no solo necesitan ponderarla, sino que deben discernir sobre ella, poder verificar si es falsa o correcta, si se encuentra actualizada y su verdadero valor.

Es primordial enseñarles, de manera explícita, que existen diferentes perspectivas para mirar un solo tema; ellos deben aprender a no ‘tragar entero’, pues la red tiene información completa, pero también contenidos mediocres, sesgados y en algunas ocasiones errados, para poner en práctica el pensamiento crítico, clave para tener éxito en el siglo XXI.
Las cosas definitivamente han cambiado, pero hay ciertas verdades en cuanto a las destrezas, que el cerebro sigue necesitando.

Conocer el reloj análogo ayuda a valorar el tiempo
La tercera destreza que aún prevalece es la necesidad de enseñarles a reconocer la hora con reloj análogo, ya que solo así entenderán el paso del tiempo. Los que nacieron en la era digital, al igual que en la escritura, necesitan una base sólida frente a la importancia del tiempo y esta la da el reloj tradicional, que les muestra el pasar de los segundos, de los minutos y de las horas. Escuchar el tic-tac y mirar las manecillas del reloj son básicos al realizar una tarea. Igualmente, esto le permite al niño desarrollar un buen manejo del tiempo. El que no lo maneja lo pierde, se vuelve lento, no se anticipa y no planea bien. El pequeño debe saber cuánto tiempo dura vistiéndose, desayunando, y haciendo tareas. Una vez maneje este concepto (alrededor de los 8 años, podrá recibir un reloj digital y descartar el análogo.
No podemos ignorar que hay que pasar primero por unos pasos esenciales para alcanzar la excelencia en ciertas áreas, como lo son la escritura y la lectura de la hora. ¡Ciertas cosas nunca cambian!
Annie de Acevedo
Psicóloga y  Educadora
para ‘ABC del Bebe’

jueves, agosto 21, 2014

¿Qué pasa cuando escribimos?

Muchas veces me pregunto ¿qué entiende la gente cuando les contesto que soy grafoanalista? Y digo esto porque generalmente no recibo una segunda pregunta aclaratoria. ¿Será por pudor, por dar por sentado que conocen sobre el tema, porque escucharon a alguien hacer un análisis salvaje por televisión y suponen que la profesión es sólo eso: adivinar o suponer mediante métodos no muy claros cómo es algún famoso?

Lo cierto es que no se sabe muy bien de qué se trata esta ciencia auxiliar de la psicología, que cuenta ya con algunos milenios de antigüedad. Pero se la sigue considerando una pseudociencia, un método adivinatorio y otras tantas definiciones inexactas.

Tengamos en cuenta un simple dato histórico: en Egipto la escritura era considerada sagrada y en China se la veneraba como una extensión de la divinidad. Llegando a 1622, Camilo Baldo, profesor de Filosofía en la Universidad de Bologna, escribe un Tratado de cómo mediante una carta manuscrita se conoce la naturaleza y cualidad del escritor.

Y ya en nuestra época, la grafología se utiliza en muchos países del primer mundo como auxiliar de la medicina, la psicología, la investigación judicial, los recursos humanos, la publicidad; y así podría seguir nombrando. Aquí todavía hay que explicar de qué se trata y convencer, sobre todo al que nos escucha de sus bases científicas y su seriedad.

Es tan simple o tan complejo como esto: somos lo que proyectamos. En una nota, una carta, un garabato inconsciente, un dibujo o cualquier intervención que hagamos sobre un papel o cualquier otro tipo de soporte (pienso en un graffiti por ejemplo).

Nuestra forma de escribir, además de evolucionar, cambia según nos vamos sintiendo física y psíquicamente. En un mismo día pueden verse en escritos de la misma persona, diferencias más o menos notorias. ¿Cuál es la explicación?: El ritmo circadiano o reloj biológico, esto es a grandes rasgos, el ritmo interno de cada uno.

Este reloj equilibra los niveles hormonales según las necesidades, para que el organismo en su totalidad pueda responder de la forma más eficiente. Y todo esto lo comanda el cerebro, entonces al no sentirnos igual no proyectamos igual y pueden observarse pequeños cambios en nuestro grafismo. Y aquí aparece el gran protagonista: el cerebro que desde su estado nervioso o calmo, su dolor de estómago o alegría manda la orden a nuestra mano para que escriba o dibuje, y así se plasman estos cambios sobre el papel.

Este es el objeto de estudio de la grafología: el gesto gráfico, que depende nuestra psique, que proyecta la información del cerebro modelada mediante percepciones, sensaciones, emociones, malestares psicofísicos, ideas o imágenes, además del bagaje personal de cada individuo. Y es por esto que todo gesto gráfico es irrepetible.
Un escrito es el resultado de un complejo proceso biológico, a lo que se suma el patrón emocional que traemos, aprendemos y vamos desarrollando. Por lo tanto su interpretación correcta es el resultado de examinar, comparar y determinar las características que nos llevarán a una representación muy cercana de la personalidad de su autor.

Y esto es sólo el comienzo que, espero sirva para explicar ¿qué nos pasa cuando escribimos?

María Latorre
Grafoanalista
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