Muchas veces me pregunto ¿qué entiende la gente cuando les contesto que
soy grafoanalista? Y digo esto porque generalmente no recibo una segunda
pregunta aclaratoria. ¿Será por pudor, por dar por sentado que conocen sobre el
tema, porque escucharon a alguien hacer un análisis salvaje por televisión y
suponen que la profesión es sólo eso: adivinar o suponer mediante métodos no
muy claros cómo es algún famoso?
Lo cierto es que no
se sabe muy bien de qué se trata esta ciencia auxiliar de la psicología, que
cuenta ya con algunos milenios de antigüedad. Pero se la sigue considerando una
pseudociencia, un método adivinatorio y otras tantas definiciones inexactas.
Tengamos en cuenta un
simple dato histórico: en Egipto la escritura era considerada sagrada y en
China se la veneraba como una extensión de la divinidad. Llegando a 1622,
Camilo Baldo, profesor de Filosofía en la Universidad de Bologna, escribe un Tratado de cómo mediante una carta
manuscrita se conoce la naturaleza y cualidad del escritor.
Y ya en nuestra
época, la grafología se utiliza en muchos países
del primer mundo como auxiliar de la medicina, la psicología, la investigación
judicial, los recursos humanos, la publicidad; y así podría seguir nombrando.
Aquí todavía hay que explicar de qué se trata y convencer, sobre todo al que
nos escucha de sus bases científicas y su seriedad.
Es tan simple o tan
complejo como esto: somos lo que
proyectamos. En una nota, una carta, un garabato inconsciente, un dibujo o
cualquier intervención que hagamos sobre un papel o cualquier otro tipo de
soporte (pienso en un graffiti por ejemplo).
Nuestra forma de
escribir, además de evolucionar, cambia según nos vamos sintiendo física y
psíquicamente. En un mismo día pueden verse en escritos de la misma persona,
diferencias más o menos notorias. ¿Cuál es la explicación?: El ritmo circadiano
o reloj biológico, esto es a grandes rasgos, el ritmo interno de cada uno.
Este reloj equilibra
los niveles hormonales según las necesidades, para que el organismo en su
totalidad pueda responder de la forma más eficiente. Y todo esto lo comanda el
cerebro, entonces al no sentirnos igual no proyectamos igual y pueden
observarse pequeños cambios en nuestro grafismo. Y aquí aparece el gran
protagonista: el cerebro que desde su estado nervioso o calmo, su dolor de
estómago o alegría manda la orden a nuestra mano para que escriba o dibuje, y
así se plasman estos cambios sobre el papel.
Este es el objeto de
estudio de la grafología: el gesto gráfico, que depende nuestra psique, que
proyecta la información del cerebro modelada mediante percepciones,
sensaciones, emociones, malestares psicofísicos, ideas o imágenes, además del
bagaje personal de cada individuo. Y es por esto que todo gesto gráfico es
irrepetible.
Un escrito es el
resultado de un complejo proceso biológico, a lo que se suma el patrón
emocional que traemos, aprendemos y vamos desarrollando. Por lo tanto su
interpretación correcta es el resultado de examinar, comparar y determinar las
características que nos llevarán a una representación muy cercana de la
personalidad de su autor.
Y esto es sólo el
comienzo que, espero sirva para explicar ¿qué
nos pasa cuando escribimos?
María Latorre
Grafoanalista
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