La agresividad es la conducta que daña a otros seres vivientes u objetos, con la finalidad de ofender o destruir, buscando provocar daño físico y transgrediendo normas morales o leyes.
A veces el daño es dirigido hacia el mismo sujeto agresivo con la intención de castigar a otros como en el caso de algunos suicidios.
La agresividad es propia de vínculos más cercanos, individuales o grupales y puede tener características sanas o convertirse en destructiva.
La agresividad constructiva es indispensable para sostener la vida. Corresponde al impulso de auto-conservación, al servicio de la auto-defensa. Tiende a desarrollar la vida y mantenerla, por eso la llamamos agresividad sana.
Un tema interesante, es reflexionar sobre el destino de la agresividad a partir de sus orígenes infantiles. Este destino puede ser saludable cuando se mantiene al servicio de la vida o patológico cuando se producen deterioros o perturbaciones en su expresión, tanto consigo mismo como hacia los demás o al medio ambiente.
La palabra agresividad proviene del griego ‘’agross’’ (agreste, salvaje, propio de campo, no urbano, no civilizado). Se refiere a la pulsión individual que genera conductas defensivas ante posibles daños, restableciendo así el equilibrio personal.
Incluye una fuerza o energía transformadora, no solo corporal sino psíquica, dirigida hacia un fin, como en la realización de actividades alimentarías, deportivas, corporales, laborales, cognitivas, etc.; que requieran esfuerzo.
La ‘’agresividad sana’’ tiene como características principales:
- Es adaptativa ante las distintas circunstancias que amenacen la integridad del sujeto. Frente a carencias o peligros, el individuo se moviliza empleando su fuerza y su ingenio para resolver conflictos.
- Es reactiva, responde a conflictos emergentes, por ejemplo, la realización de una operación quirúrgica por parte del equipo médico, que está al servicio de la vida.
- Es diferenciadora en los vínculos amorosos. Ayuda a afirmarse a uno mismo, en lugar de convertirse en lo que ser amado quiere o en idéntico a él, perdiendo individualidad.
- Genera nuevos intereses y vínculos, al sobrepasar lo establecido y seguro. Cierta insatisfacción genera deseo de búsqueda y de novedad, para nuevas exploraciones y aperturas.
Cuando esta sana agresividad es reprimida, queda bloqueada en el cuerpo y la mente produciendo tensiones corporales, trastornos alimentarios y del aparato excretor, inhibiciones en el aprendizaje o en el trabajo, bloqueos en la comunicación y en los vínculos con otros.
Es importante la actitud de los padres, cuidadores y educadores, en la aceptación de esta agresividad natural en niños y adolescentes.
Si pueden manejar lúdicamente esos impulsos promoverán el desarrollo de una agresividad sana y el surgimiento de lo que se denomina ‘’deseo hostil’’.
El deseo hostil consiste en un sentimiento que ayuda a diferenciarse a ser uno mismo, distinto de los otros, sintiéndose aceptado y amado en su singularidad.
Encontramos este deseo en la búsqueda de independencia, de exploración de nuevos territorios o experiencias.
El deseo hostil carga de afecto diversas situaciones, personas y objetos, favoreciendo nuevos conocimientos, vínculos y aprendizajes, demostrando en ello la individualidad que marca su diferencia de los demás.
Cuando se impiden la aceptación y el manejo lúdico de la agresividad sana y del deseo hostil, se sientan las bases de posteriores violencias.
La violencia corresponde a una agresión destructiva y cruel que busca el poder absoluto, por eso podríamos llamarla ‘’agresión maligna’’.
La violencia y la crueldad son generalmente realidades del espíritu. El ser humano con frecuencia proyecta en los animales, en el medio ambiente y con otros humanos su propia violencia.
Esta palabra de raíz indoeuropea ‘’wi’’ = fuerza vital, de la cual procede la palabra latina ‘’vis’’ o ‘’vir’’ = fuerza, varón, tiene sentidos contrapuestos, como en violación (relación carnal forzada) y violencia por un lado y por otro, virtud (como fuerza moral y valor de ánimo, fuerza de carácter del hombre virtuoso).
Esta fuerza vital, comparable a un torrente impetuoso, puede orientarse, hacia una actitud sana, o puede referirse tanto a fuerza material, muscular o armada, como en el palabra ‘feroz’, o a la fuerza del saber, de la palabra. En este último caso, la violencia puede pasar inadvertida, bajo la forma de ideas transmitidas verbalmente, que generan un vínculo de dominio-sujeción (dominadores-dominados) como en el caso de las ideologías.
Otras menciones vinculas a la violencia son:
- La Ira: es un sentimiento que responde a malos tratos, agravios u hostilidad y se
manifiesta en deseos de agredir a alguien o descargar la emoción contra objetos. Consiste en un impulso acompañado de dolor, deseo de venganza, de actitudes despreciativas.
Según Lucy Freeman, esta pasión requiere una restricción: ‘’que se exprese en el momento adecuado, en el grado y la duración correctos’’.
Para Séneca “los hombres han nacido para la ayuda mutua; la ira para la destrucción mutua.
- La Rabia: implica una mezcla de emociones fuertes en la que la ira puede ser central. Aparece en situaciones de estrés o emergencia, ante alguna amenaza seria. La primera reacción suele ser el temor, seguida por sentimientos de rabia, los que permiten al sujeto actuar en defensa propia, huyendo, contraatacando, replicando, etc.
- La Furia: linda con la locura, es abrumadora y frenética. Es ira exaltada, colérica
- El enojo: es un movimiento del ánimo que suscita ira contra una persona, necesita un blanco para descargarse. Es importante registrarlo, percibirlo, porque si es negado, su presencia retorna en forma nociva para sí mismo y para los demás (desplazando el enojo hacia terceros o situaciones alejadas del motivo originario).
Si la persona reprime este sentimiento se vuelve ansioso, impaciente, o hace síntomas físicos más o menos graves. Si lo hace consciente, podrá exteriorizarlo en forma controlada, sin destructividad hacia los demás ni hacia si mismo.
Según el diccionario de Psicología, define agresividad como: tendencia o conjunto de conductas reales o fantasmáticas dirigidas a dañar al otro, a destruirlo, a contrariarlo, a humillarlo, etc. La agresión puede adoptar modalidades distintas de la acción motriz violenta y destructiva; no hay conducta, tanto negativa (rechazo de ayuda, por ejemplo) como positiva; tanto simbólica (por ejemplo, ironía) como efectivamente realizada que no puede funcionar como agresión. El psicoanálisis ha concedido una importancia cada vez mayor a la agresividad, señalando que actúa precozmente en el desarrollo del sujeto y subrayando el complejo juego de su unión y su desunión con la sexualidad. Esta evolución de las ideas ha culminado en el intento de buscar para la agresividad de un substrato pulsional único y fundamental en el concepto de pulsión de muerte.
La teoría explicita de Freud referente a la agresividad puede resumirse como sigue ‘’Una parte de la pulsión de muerte se pone directamente al servicio de la pulsión sexual, donde su función es importante. Hallamos aquí el ‘’sadismo’’ propiamente dicho. Otra parte no acompaña esta desviación hacia el exterior, sino que permanece en el organismo, donde queda ligada libidinalmente con la ayuda de la excitación sexual que la acompaña…., aquí reconocemos el ‘’masoquismo’’ originario, erógeno’’.
El término ‘’pulsión agresiva’’ Freud lo reserva casi siempre para designar la parte de la pulsión de muerte dirigida hacia el exterior con la ayuda especial de la musculatura. Se observará que esta pulsión agresiva, y quizás también la tendencia a la autodestrucción, solamente puede ser captado, según Freud, en su unión con la sexualidad.
La agresividad es definida por KUNZ como ‘’pulsión agresiva’’ cuando se convierte en una conducta habitual. La agresividad es un impulso de provocación o de ataque, este impulso es a veces producto de sentimientos contenidos, propios de personas cobardes, débiles, susceptibles a la cólera y al despecho. La agresión impulsiva es una respuesta condicionada a estímulos básicos, en algunas personas se transforma en un comportamiento con tendencias a agredir o a dominar para imponerse.
La agresividad en sentido positivo es un rasgo de virilidad para solucionar con coraje momentos críticos; en la vida del individuo a menudo representa la reacción a un estado de frustración. En las relaciones sexuales, la agresión puede presentarse como crueldad.
Según algunas teorías psicológicas actuales, la agresividad debe ser considerada como un elemento muy importante de aquella energía psíquica que permite al hombre avanzar en la consecución de su identidad y de su libertad.
La auto-agresividad es un sentimiento ligado a la minusvalía y al bajo concepto de su propia persona. El auto- castigo es una pena que se inflige el sujeto como expiación de una culpa que puede ser real o imaginaria. El Super Yo es totalmente severo, como una moralidad excesiva, todo lo cual provoca un comportamiento neurótico.
Las causas en la agresión infantil y adolescente son:
- Factores biológicos.
- Familiares y sociodemográficos (factores demográficos, prácticas parentales, disrupciones familiares, psicopatologías de los padres, estresores familiares).
- Sociales y cognitivos.
- Compañeros.
- Académicos, Escolares- Profesores.
- Comunidad.
El factor ambiental más importante son las prácticas parentales. La meta de los padres es la socialización del joven que requiere:
- la participación de un adulto con valores pro-sociales en las relaciones.
- La adquisición de habilidades de :
- ACEPTACIÓN: capacidad emocional y cognitiva de los padres para tolerar y separarse de los aspectos del comportamiento de sus hijos que resultan desagradables y que invitan a una intervención innecesaria.
- CONTENCIÓN: estructurar la familia: la familia sin estructura es más vulnerable al estrés. Supone: reglas, límite, roles, rituales, rutinas. auto-cuidado de los padres.
ALCIRA R. STURBA.
GRAFOANALISTA
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