sábado, agosto 11, 2012

"La forma de escribir es un elemento identificador aceptado en todo el mundo" "La relación de un sujeto con su escritura es indisociable", afirman expertas en esta materia


La utilización de periciales caligráficas es una práctica habitual en el ámbito de la administración de Justicia, pero hasta el momento no se había utilizado, oficialmente, para establecer una autoría en temas de pintadas en las calles y espacios monumentales. Las dos expertas caligráficas que han participado en este caso, Begoña González y Pilar Parra, indican que en cualquier texto o grafismo realizado por una persona existen datos que muestran trazos de su personalidad y que serán siempre iguales independientemente del formato o método que utilicen para escribir. Da igual que escriban con un bolígrafo en un papel, que lo hagan con rotuladores o pintura en una pared. «La relación de un sujeto con su escritura es indisociable. La escritura es un elemento identificador universalmente aceptado como tal. Es único e irrepetible en cada persona», dice Pilar Parra, que reconoce que la labor de recopilación de imágenes que ha realizado la Policía Local «es muy importante y puede ser la clave para futuras identificaciones».
Las dos expertas en pericia caligráfica y documentoscopia, afirman que es la primera vez en Andalucía que se realizan diligencias apoyadas en pruebas de este tipo. «Sabemos que en Cataluña se utiliza desde hace un tiempo, pero de manera puntual en algunos municipios, igual que en Extremadura. También tenemos noticias de una declaración de intenciones en la comunidad de Madrid, aunque no tenemos constancia de que se haya llevado ninguna acción concreta».

El proceso
En algunas de las pintadas, la autoría de una persona concreta estaba muy clara, pero en otros ha habido que aplicar métodos de investigación. «La forma de trabajar, tras una primera aproximación documental, es comprobar qué elementos similares hay en las diferentes fotografías o textos, además de ver los rasgos diferenciadores. Con el estudio de los rasgos se establecen pautas y rasgos tipo de cada autor».
Pilar Parra y Begoña González, indican que «los gestos gráficos están en el cerebro y se trasmiten a los diferentes soportes, conteniendo la identidad gráfica y los elementos identificativos de cada autor; el proceso signatriz es el mismo, es decir los estímulos táctiles y visuales y los reflejos gráficos tanto imágenes motrices como emplazamientos». Todo ello les lleva a determinar que hay una clara autoría en cuatro firmas concretas y que tres de ellas corresponden a los tres jóvenes que fueron detenidas y la cuarta al que aún no ha sido localizado por la Policía.
Las pericias podrán llegar a determinar una de las apreciaciones de los policías especializados, que en la ciudad, no hay más que una veintena de ‘writers’.


La Escritura y el Sí-Mismo El proceso grafológico analítico


Vocatus atque non vocatus Deus Aderit

“La forma de andar revela si un individuo camina ya por su propio sendero.”
Friedrich Nietzsche

“El yo, no obstante el carácter relativamente desconocido e inconsciente de sus bases, es un factor consciente por excelencia. Es, incluso, una adquisición empírica de la existencia individual. (...) Pese a la amplitud de sus bases, que no puede pasarse por alto, el yo no es nunca menos que la conciencia en general. Como factor consciente, podría hacerse de él, teóricamente al menos, una descripción completa. Pero ello no daría sino una imagen de la personalidad consciente, en la que faltarían todos los rasgos que permanecen desconocidos o inconscientes para el sujeto; mientras que la imagen conjunta de la personalidad debería incluir esos rasgos. Ahora bien; una descripción total de la personalidad es absolutamente imposible, aún desde el punto de vista teórico, porque no se puede aprehender la parte inconsciente. Esta, como la experiencia lo muestra hasta la saciedad, no es en modo alguno insignificante: cualidades realmente decisivas son a menudo inconscientes, y sólo pueden ser observadas por las personas del entorno, o aún, muchas veces, deben ser descubiertas laboriosamente con ayuda de recursos técnicos.
El fenómeno total de la personalidad no coincide, evidentemente con el yo, es decir, con la personalidad consciente, sino que constituye una magnitud que debe ser diferenciada de aquél. Tal necesidad se impone sólo, como es natural, para una psicología que se aboque al hecho de lo inconsciente. Pero para ésta resulta de la más extrema importancia esa distinción. Inclusive para la práctica jurídica ha de resultar significativo que tal o cual hecho psíquico sea consciente o inconsciente, por ejemplo en la determinación de la responsabilidad legal.
Por eso he propuesto dar a esa personalidad conjunta, presente pero no íntegramente aprehensible, la denominación de Sí-mismo. El yo está, por definición, subordinado al Sí-mismo, respecto del cual se comporta como una parte con respecto al todo. Tiene, dentro de los límites del campo de conciencia, libre albedrío, como suele decirse. Por este concepto no entiendo nada filosófico, sino el notorio hecho psicológico de la llamada decisión libre, en relación con el sentimiento subjetivo de libertad. Pero, tal como nuestro libre albedrío choca en el entorno con el orden de lo necesario, así también encuentra sus límites, más allá del campo de conciencia, en el mundo interno, subjetivo, allí donde entra en conflicto con los hechos del Sí-mismo,”
Carl Gustav Jung

“Estos rasgos típicos, tal y como están en el bosquejo de mi germen personal, no es lo mejor, no es lo más bello, no es lo más brillante de lo que puedo llegar a ser y alcanzar por medio de mis dotes, pero son mi verdadero rostro. Y si yo los abandono por ambición o por afán de autovalor, pierdo mi autenticidad y llego a ser interiormente menos que si yo me hubiese guardado fidelidad a mí.”
Max Pulver

La Escritura y el Sí-Mismo
El proceso grafológico analítico
Grafología General y Aplicada

Que la escritura manuscrita o más exactamente, el sistema gráfico personal, se halla íntima e inevitablemente relacionada con la individualidad del sujeto escribiente es un hecho cierto y evidente al alcance de cualquier estudioso desprejuiciado. Los fenómenos caligráficos, más específicamente denominados grafonómicos, resultan concomitantes a los patrones habituales de conducta, así como a la atmósfera anímica coyuntural, los factores y rasgos de la personalidad, el carácter o temperamento, las condiciones y alteraciones psicomotoras, los distintos niveles de activación neurológica (arousal), etc.
En realidad, la escritura supone el registro de un proceso que evidencia las preferencias y actitudes básicas del sujeto escribiente, un proceso que es posible y relativamente fácil vislumbrar tras el debido entrenamiento perceptual y los conocimientos necesarios que se precisan para el manejo experto de la fenomenología grafonómica, es decir, el de aquellas variables objetivamente clasificables, que permiten diferenciar con precisión unos grafismos de otros.
Grafología es el término elegido por J. H. Michon en la segunda mitad del siglo XIX para definir, lo que hoy entendemos como, el conjunto de técnicas, conocimientos y aplicaciones prácticas que relacionan el grafismo y sus fenómenos comportamentales con la individualidad. Desde entonces, dos grandes vías se abren para el entendimiento y la teorización de esta disciplina:

a) La búsqueda de relaciones causales y de correlaciones significativas entre el grafismo y la psique individual .
b) La hermenéutica grafológica, que evidencia fundamentalmente a través del estudio de casos, un sentido en la conducta y gesticulación escritural así como relaciones de significado entre la grafonomía específica de un escrito y las variables psico-fisiológicas de su autor.

Podríamos hablar por tanto, de dos perspectivas en el desarrollo y el quehacer grafológico actual, una científica y otra hermenéutica; ambas contribuyen de manera específica al bagaje de conocimientos y relaciones que podríamos englobar bajo la denominación de una Grafología Básica o General, así como a las distintas instrumentaciones y criterios que se emplean en la praxis grafológica, haciendo en este caso alusión a una orientación aplicada de la Grafología o Grafología Aplicada.
La Grafología, por definición, abarca y engloba el estudio sistemático y objetivo de la conducta y comportamiento gráfico -las variables grafonómicas- que es posible observar tanto en la escritura manuscrita como en otro tipo de fenómenos gráficos como dibujos y diseños rubricales, el empleo de tipologías específicas, la creación de anagramas y logotipos, el diseño de carteles publicitarios…,etc. Todo este vasto universo de manifestaciones gráfico-conductuales, pone de manifiesto la presencia universal de un lenguaje netamente expresivo, simbólico, emocional y representacional, el cual permite, sin mayores dificultades, rastrear su significado e interpretarlo, traducirlo, como si de una variable idiomática se tratase). La psicología de dicho lenguaje gestual y grafo-dinámico constituye la esencia de lo que se ha venido a denominar grafopsicología o psicografología y que, por defecto y popularmente, todo el mundo conoce por Grafología.

El grafismo escritural, su configuración global y la esencialidad individual. Signos, síndromes y totalidades
Lo que la psicología del grafismo interpreta, en última instancia, no son signos aislados e inconexos, sino aquella configuración global del grafismo, especialmente complejo y personal en el ámbito de las escrituras manuscritas, que constituye su Sí-Mismo, esto es, su esencialidad (Pulver) y diferenciación individuada.
Esta configuración global del grafismo, precisa de la aprehensión del fenómeno escritural, percibido y valorado como un TODO, una totalidad con propiedades sólo grafológicamente inteligibles e interpretables desde una perspectiva holística, cualitativamente diferenciable, y en los casos favorables y positivamente aspectados, como manifestación conductual específica y expresiva de una personalidad inteligentemente adaptada y orientada hacia la autorrealización.

Individuación caligráfica e individuación arquetípica
La analogía que resulta plausible establecer entre los procesos de desarrollo escritural y los de diferenciación e individuación de la psique personal, son claros. El aprendizaje y adquisición de habilidades escriturales, tras el despliegue y desarrollo ontogenético del lenguaje oral, suponen la atención selectiva e interiorización de un modelo o patrón caligráfico referente, mediante un formato y unas normas de configuración estructural de letras y relaciones dinámicas, que el escribiente aprendiz habrá de ensayar una y otra vez, hasta lograr la suficiente habilidad psicomotriz como para transcribir su propio pensamiento e intenciones, de manera cuasiautomática, a través de signos convencionales, también debidamente asimilados.
Partimos por tanto de un estatus escritural de incompetencia motriz (escritura inorganizada) hacia una segunda etapa de asimilación del modelo que sitúa al escribiente ante un segundo estadio de indiferenciación formal, debida a que, el modelo recién adquirido, es aún expresión de formas y movimientos caligráficos estandarizados e impersonales de naturaleza, básicamente, colectiva. El grafismo de los escribientes noveles es la reproducción apenas diferenciada del patrón caligráfico normativo.
Una vez que el grafismo escritural adquiere propiedades netamente individuadas, esto es, que cobran protagonismo los automatismos en los movimientos y gestos gráficos constituyentes, la escritura comienza a mostrar la estela de propia individualidad, integrándose al repertorio de conductas distintivas y representativas de la personalidad del sujeto escribiente.
El grado de despegue y diferenciación del movimiento grafo-escritural, es decir de la escritura, respecto de su modelo o patrón de partida, guarda una singular relación con aquel otro proceso psicológico de diferenciación de la psique colectiva que preside el desarrollo psicológico y que Carl Gustav Jung denomina <>. El proceso de individuación constituye un fenómeno de base arquetipal, que tiene su diana motivacional en el desarrollo y actualización de la individualidad verdadera, es decir, en la emergencia y consolidación de la propia y auténtica identidad auto-consciente; en la terminología junguiana, un desplazamiento del centro de gravedad desde los factores egocéntricos hacia una autoregulación proveniente del centro nuclear de la psique, esto es, del Sí-Mismo.

Abordaje molecular vs molar de las escrituras
El abordaje grafológico de escrituras requiere de dos procesos de registro, uno molecular que abarca las variables analíticas que se clasifican fundamentalmente a través de 9 categorías (los géneros gráficos clásicos: orden, dimensiones, forma, inclinación axial, dirección u orientación de la línea, velocidad, cohesión, presión, más la categoría movimiento) que abarcan, tanto a la topografía grafonómica del texto comunicador, como al complejo de Firma-Rúbrica como expresión gráfica de la voluntad auto-representativa del escribiente.
El otro proceso de registro se centra en un abordaje molar, global u holístico que pretende dar cuenta del ambiente gráfico de la escritura entendida ahora como un sistema gráfico-personal en mayor o menor medida organizado.
Las variables analíticas o especies gráficas son comportamientos específicos del sistema gráfico personal, en gran medida equivalentes y expresivos de las actitudes y conductas prototípicas del escribiente. Se podría decir que constituyen síndromes de síntomas gráficas actitudinales con los que resulta plausible realizar inferencias acerca de los constructos hipotéticos de personalidad que los subyacen.
Las variables globales o contextuales referidas a las cualidades de la configuración holística del escrito, constituyen un factor expresivo de primer orden respecto del grado de desarrollo adaptativo de la personalidad del escribiente.
De las variables analíticas se ha escrito abundantemente en manuales grafológicos y su relación con los procesos mentales y la psicología de la conducta es de sobra conocida. Lo que aquí nos interesa destacar es, como la adaptabilidad al curso y devenir del proceso vital de la persona, así como el carisma y riqueza interior dimanantes de un grado de desarrollo de la individuación significativo, se manifiestan en el sistema gráfico personal a través de la escritura.
Podemos cifrar en tres, los aspectos que se deben ponderar a la hora de establecer un criterio contextual en relación al ambiente gráfico:

* La individuación / indiferenciación gráfica
* La configuración armoniosa / disarmónica del sistema grafonómico personal
* La progresión/regresión del sistema gráfico personal

Individuación o diferenciación gráfica
Hablamos de individuación o diferenciación gráfica para referirnos al grado en que una escritura, entendida como un sistema gráfico personal sujeto a una normativa básica, conjuga inteligente, funcional y adaptativamente dicha normativa, con las preferencias y singularidades de su personalidad y circunstancia anímica. El concepto de Formniveau del caracterólogo alemán Ludwig Klages, entendido como la configuración o gestalt expresiva, original, dinámica e intensamente individuada de un escrito resulta homologable con nuestro planteamiento. Sin embargo, tal y como el psicólogo helvético Max Pulver señala, es necesario ir más allá de este formniveau o configuración positiva, para conectar con lo que él denomina "el contenido esencial" de la escritura, lo cual, a nuestro entender alude precisamente al contenido de la propia individualidad nuclear esencial, es decir, al Sí-Mismo grafo-escritural, imago esquemática y representacional del Sí-Mismo arquetípico.
Si representásemos mediante una Campana de Gauss o curva normal los percentiles de una muestra de escrituras extraídas de la población de cualesquiera países occidentales, veríamos que los índices de tendencia central corresponderían a las escrituras de ambiente gráfico convencional, mientras que, tanto las escrituras muy diferenciadas y positivamente configuradas como aquellas que presentan un ambiente gráfico claramente negativo quedaría representadas en los extremos abarcando a un menor número de sujetos.

 
Escritura desestructurada y negativamente configurada de un joven universitario de la UMASS (Universidad de Massachusetts) afincado en Miami, aunque de nacionalidad brasileña, Fernandao. Las discordancias e irregularidades traslucen una psique problemática. Poco después del envío de esta postal, Fernandao asesinó a su madre degollándola. Esta escritura nos sirve de ejemplo de una extrema disarmonía gráfica expresión de intenso desequilibrio psicológico.

 
Escritura armoniosamente ejecutada, dinámica, progresiva e individuada. El ambiente gráfico es claramente positivo y denota equilibrio y diferenciación.

La escritura neta y positivamente diferenciada, esto es, individuada, mostrará el flujo energético atribuible a un proceso vital-existencial adaptativo, equilibrado y eficiente en el despliegue de nuevas potencialidades emergentes del sustrato anímico de la personalidad. Se trata de un configuración grafonómica que se despliega y organiza en la escritura y que revela la intensidad y el carisma del Sí-Mismo, más allá de roles y enmascaramientos yóicos, y como un signo emblemático de autenticidad y consciencia de Sí.
Este tipo de escrituras son exclusivas y semejantes a sí mismas, pueden reconocerse a simple vista y con claridad de entre una población o conjunto de ellas; obedecen a una configuración sistémica superiormente concebida, que muestra la creatividad de la inteligencia cuando han sido rebasadas etapas de pseudodiferenciación en las que el yo se identifica y absorbe en roles sociales y profesionales que eclipsan y dificultan la expresión de lo auténticamente esencial (Durkheim).
“...los distintos grados de autorrealización tienen cada uno su propio derecho; cada una de sus estaciones tiene el derecho propio y la belleza propia de una autofigura.” - Max Pulver
Al otro extremo del continuo encontramos escrituras indiferenciadas, anodinas, inexpresivas, desvitalizadas, expresivas de una individuación apenas esbozada, de un yo, atrincherado en sus propias máscaras, temeroso de las "alturas y profundidades de la vida" (Pulver); un yo incapaz de identificar y reconocer como propias y lícitas las demandas del "Otro" (Lacan) que somos, y de avanzar por la senda de su propia y positiva diferenciación.
También encontraremos escrituras que presentan un ambiente gráfico atormentado, sumido en la confrontación neurótica y en una individuación irresoluta (ver Fig. 1). Escrituras cuya configuración grafonómica resulta inadecuada y estérilmente orientada. Aquí el proceso de diferenciación se encuentra detenido, inmerso en un conflicto que desgasta y trastorna las líneas maestras sobre las que se asienta la personalidad.

“Lo que en la enfermedad del espíritu sale brutalmente a la luz, en la neurosis queda oculto en el fondo, pero desde allí influye sin embargo sobre la conciencia. Cuando el análisis penetra en el fondo de los fenómenos de la conciencia, descubre allí las mismas figuras arquetípicas que animan los delirios de los psicóticos. Y last but not least, gran cantidad de documentos histórico-literarios demuestran que esos arquetipos aparecen prácticamente en todos los tipos normales existentes de fantasía y no sólo en los productos de las enfermedades del espíritu. El elemento patológico no consiste en la existencia de estas representaciones sino en la disociación de la conciencia, que ya no puede dominar lo inconsciente. Por eso, en todos los casos de disociación surge la necesidad de la integración de lo inconsciente en la conciencia. Se trata de un proceso sintético que yo he denominado “proceso de individuación”.
Este proceso corresponde en rigor al curso natural de una vida, en la cual el individuo llega a ser lo que siempre fue”.
Carl Gustav Jung

Es frecuente encontrar en las escrituras, contrariando el sentido general de los signos o variables dadas, "lapsus cálami", actos gráficos fallidos, como expresión emergente de lo que, inconscientemente motivados, el "Otro" tiene que decir.
La "atención flotante" del Grafoanalista interesado en la presencia de rasgos y reacciones grafológicas inconscientes en las muestras escriturales, debe ser capaz de detectar este tipo de fenómenos siempre sorprendentes, que otorgan "voz y voto" a los componentes arquetípicos de la individualidad que operan por debajo del umbral de la conciencia del Yo (Figs. 4, 5 y 6).

“La grafología científica es el estudio analítico del movimiento de la expresión gráfica del individuo, es decir, de las causas o motivos anímicos que le inducen a fijarla de un modo peculiar y personal sobre el papel."
Curt A. Honroth

En la estructuración zonal tripartita de nuestros sistemas alfabéticos occidentales encontramos que los procesos simbólicos sincronísticamente relacionados con procesos inconscientes resultan transfronterizos a la zona media de escritura; por debajo de la misma en lo relativo a los procesos pulsionales e instintivos inconscientes, por encima de la zona media, procesos inconscientes relativos a representaciones colectivas y valores socio-culturales a los que el sujeto se halla inevitable e inconscientemente expuesto.

 
Esta escritura corresponde a un sujeto de 39 años, aspirante en una selección de personal a un puesto de técnico comercial. Además de la escritura manuscrita, la empresa le requiere dibujar tres árboles, en tres folios diferentes; finalmente se le indica que escriba un discurso improvisado sobre el segundo árbol. Como se puede apreciar en la ilustración, las últimas líneas del escrito (en la que los automatismos inconscientes están plenamente desplegados), la inclinación axial de las letras se intensifica notablemente y el grafismo se “acelera”. Como complemento del análisis grafológico, una lectura del contenido de dichas líneas puede resultar revelador de la carga emocional de las mismas, grafológicamente exteriorizada en la intensificación grafo-afectiva de su inclinación y dinamismo. El escribiente, al hablar del árbol está proyectando su personalidad en las características que describe del mismo, con lo que, el grafismo acusa y traduce grafo-sintomáticamente su auto-alusión. El escribiente habla de un ciprés aunque su intención era dibujar un abeto. Nos habla de su estilo y de su presencia en los cementerios (el ciprés es un árbol consagrado entre los clásicos a Hades-Plutón) así como en los caminos que conducen (“acceden”) a las grandes mansiones... cuando el escribiente comienza a hablar de las cualidades del tipo de personas que habita dichas mansiones, comienza a inclinar e intensificarse su emotividad “...una persona elegante y con clase...”. Su firma por cierto, sobrealzada y ubicada al centro-izquierda, resulta coherente y significativa respecto de la descripción y sentimiento subjetivo que el escribiente está manifestando de sí mismo, sus aspiraciones y sentimientos respecto de su yo ideal.

 
En esta escritura de la actriz argentina Nya Quesada, apreciamos lapsus o actos fallidos en tres palabras señaladas con flechas. En la frase, donde Nya dice "me gusta la libertad mucho, mucho, sin ella el ser humano no puede vivir y no puedo realizarse". El cambio, a buen seguro involuntario, de "puede" por "puedo", supone una declaración inconsciente de frustración y queja, como si quisiera decir con ello "a mi que me gusta y valoro tanto la libertad, no se me ha permitido realizarla".
En la palabra "linda" de "qué linda es la vida" el accidente gráfico consiste en un retoque-temblor-reenganche que hace pensar en una perturbación o choque emocional respecto de su contenido, así como en la palabra "sensibilidad"; "qué linda es la vida" es una expresión de deseos, le gustaría que así fuera. A Nya Quesada le desparecieron durante la dictadura argentina a su hija, yerno y nieto; al nieto se lo devolvieron, a su hija y yerno los mataron.
La firma, de mayor tamaño que el texto, así como su ubicación a la derecha y su breve rúbrica, apenas esbozada, resulta grafológicamente interpretable como expresión de un sentimiento satisfactorio de la propia imagen y condición personal.

 
Repentino cambio de formato en un contexto de escritura en mayúsculas. Se trata de un fragmento de una postal donde el escribiente señala que se encuentra "bien", estando en realidad deprimido y desalentado por circunstancias puntuales. El acto fallido recae en este caso sobre la palabra "bien" que cambia de formato a minúsculas con la consiguiente minusvaloración y degradación que ello, simbólicamente conlleva. Es ésta, a nuestro entender, la manera en que el escribiente manifiesta involuntariamente, es decir, inconscientemente, su impostura, señalando que, en dicha palabra se encuentra la clave para comprender "la verdad de la situación". Como se ve, la dirección de las líneas es imbricada descendente, con lo que la grafonomía del escrito apunta también hacia una afectividad puntualmente deprimida.

 
La configuración armoniosa del sistema grafonómico personal
Para el talentoso y carismático continuador de la singladura Michoniana, J. Crépieux-Jamin, la armonía gráfica, es el elemento criterial decisivo que marca la diferencia entre la superioridad e inferioridad de las disposiciones caracterológicas. La armonía del sistema escritural se deduce de la coherencia y funcionalidad del sistema gráfico personal, escrituras sin especiales discordancias ni perturbaciones gráficas, en definitiva, escrituras cuya constelación de variables gráficas denotarán aptitudes creativas y de equilibrio en una personalidad bien adaptada a su circunstancia vital y entorno socio-cultural.
Esta variable criterial holística, representa un elemento imprescindible en la debida contextualización de las variables analíticas referidas a aspectos parciales de la escritura, como pueden ser las escrituras-tipo: muy pequeña, espaciada, lenta, angulosa…, por poner un mero ejemplo: una escritura muy pequeña en un ambiente gráfico en el que prima una configuración eurítmica y armoniosa tendrá diferente sentido y significación que el mismo signo o variable en un ambiente gráfico desfavorecido por un ambiente general disarmónico.

“El sistema global de la escritura tiende a compensar las características excesivas o deficientes de una variable.”
Jaime Tutusaus

La armonía gráfica en el contexto global de una escritura es expresión de equilibrio psicosomático y de actitudes adaptativas. Muestra una atmósfera personal psicológicamente higiénica y una conducta en general adecuada a las motivaciones e intereses de la persona.
Es preciso señalar asimismo, la necesidad de no equiparar o confundir la armonía gráfica con la escritura meramente ordenada. Es también conveniente no incluir la escritura ordenada en el registro de las especies o variables dominantes, de las que hablaremos más adelante. El orden caligráfico y máxime, cuando éste resulta en extremo estricto y/o convencional suele ser expresión de la aceptación e integración de cánones y reglas sociales, que resultan a menudo sintomáticas de una educación firme e incluso estricta, que centra sus valores en la corrección de los aspectos formales de la organización personal.
La escritura armoniosa traduce relaciones de equilibrio en el aparato psíquico del sujeto escribiente; los procesos mentales tienen lugar en un ambiente anímico de sosiego y equilibrio que permite una adaptación eficiente.

“El experto grafólogo sabe captar una serie de elementos que le indican de forma inmediata si una escritura es de nivel avanzado, propia de una mente desarrollada (para el bien o para el mal) o bien corresponde a una mentalidad acartonada en sus contenidos iniciales. (...) Se han necesitado bastantes años para poder explicar este aspecto trascendental de la originalidad y de la armonía, como estética verdadera y en ocasiones oculta como algunos componentes del arte abstracto, pero no es que no se conociera por nuestros antecesores, pues el propio Juan Huarte de San Juan, médico y escritor, ya lo había intuido en su obra Examen de ingenios para las ciencias, auténtico tratado de orientación profesional con bases grafológicas publicado en 1575, si bien entonces chocaba con las tendencias formalistas de la época; precisamente se consideraba bonita la letra dibujada como fiel reproducción de su modelo y en cambio Huarte de San Juan comprobó que a mayor “entendimiento” (mentalidad superior) más se apartaba la escritura del modelo, adaptando características antocaligráficas como podrían ser la velocidad y la simplificación de los trazos, sin adoptar formas artificiales extravagantes y por el contrario <> de la forma se contradecía con esta capacidad de profundización intelectiva y caracterizaba a las personas superficiales y que adoptan el modelo aprendido sin trabajar la mente para enriquecerse con nuevas aportaciones. (...) Los grafólogos clásicos ya fueron dando pistas sobre los fenómenos que configuraban la superioridad y la inferioridad en la escritura en el sentido filosófico plasmado por la estética en el arte, la cual no debe jamás confundirse con la moda, la apariencia ni la extravagancia, y entre estas definiciones la más difícil de todas la constituye la armonía, porque supone la justa medida, el equilibrio dinámico e integral de las fuerzas opuestas y contradictorias.
(...) Los propios grafólogos, antes de conocer las teorías de la inteligencia emocional de Goleman, ya mostraban características comunes a esta inteligencia emocional armonizadora de la personalidad. Jaime Tutusaus nos habla, por ejemplo, de: rapidez, triple anchura, flexibilidad, simplificación, combinación, fluidez y originalidad. (...) ...otro ejemplo sería el de la escritura <> de E. Caille: originalidad de forma y ritmo espacial, combinaciones personales, formas polimorfas irrepetibles o bien formas desnudas (simplificadas).”
Francisco Viñals - Mª Luz Puente

El sistema gráfico personal en progresión
Con el nombre de escritura progresiva se califica a toda aquella constelación de signos que mayoritariamente favorecen la continuidad del trazado y su progresión dextrógira, dinámica e inteligentemente enhebrada - interrelacionada-. La escritura progresiva es el factor clave en la orientación adecuada de la libido. Con este criterio, el grafólogo o Grafoanalista puede interpretar las variables grafológicas en clave adaptativa y desde una perspectiva causal y/o sincronística positiva.
Los signos considerados progresivos, denotan una orientación personal basada en la funcionalidad del sistema gráfico, y representan una clave grafológica fundamental de la positiva relación existente en los procesos mentales que tienen lugar en el seno de la interioridad del sujeto escribiente.
En todas y cada una de las categorías grafonómicas (géneros gráficos) encontramos signos que responden a una progresión positiva del sistema gráfico personalizado, con una valoración grafológica favorablemente interpretable, frente a signos que denotan regresión, es decir, que obstaculizan, frenan o se oponen al desarrollo funcional del trazado caligráfico, signos mal sincronizados con la función expresiva y comunicativa del lenguaje escrito. Los signos regresivos suponen un anclaje a estadios de desarrollo escritural primarios, que deberían haber sido sustituidos, de manera espontánea, por habilidades y rasgos de evolución caligráfica más dinámicos y funcionales. También resultan sintomáticos de una simbolización proyectada de procesos psicológicos poco adaptativos o directamente expresión de determinados conflictos psicológicos.
Una escritura sólo será considerada como regresiva, cuando el predominio de los signos regresivos sea evidente, sobre todo en aquellas variables o especies-tipo consideradas dominantes, que son en definitiva, las que llevan "la voz cantante" en el sistema gráfico personal.
Consideraremos regresivos aquellos signos que manifiestan una descompensación de la cohesión y euritmia del conjunto gráfico de la escritura.

 
La escritura que se ha desorganizado -desorganizada- constituye una regresión en grado superlativo del sistema gráfico personal, una involución escritural que obedece habitualmente a procesos mórbidos neurodegenerativos, como puede ocurrir en patologías como el parkinson, una apoplejía o como consecuencia de la senilidad. Las variables grafonómicas en este caso sufren un proceso regresivo que retrotrae a torpeza e inhabilidad escritural de los sujetos inhábiles en este terreno.
Las escrituras desordenadas, desproporcionadas, confusas, ilegibles, excesivamente espaciadas, o concentradas en exceso, los márgenes inexistentes o inadecuados…
El desorden gráfico evoca una organización deficiente así como la carencia de hábitos adecuados para una gestión eficiente de los recursos a disposición del sujeto. La inestabilidad emocional en general, la inmadurez, la carencia de habilidades y estrategias organizativas, así como el neuroticismo como superfactor, pueden condicionar escrituras desordenadas que corresponden a deficiencias en este terreno…

 
Las desproporciones en el sistema gráfico personal, en general, apuntan a una carga de subjetividad que dificulta la objetividad y por tanto la capacidad crítica que caracteriza a los sujetos individuados y maduros.
El espaciamiento excesivo denota una falta de integración que podría ser sintomática de angustia y desarraigo emocional propio de las personas con dificultades de adaptación.
Las escrituras muy grandes o muy pequeñas, estrechas, sobrealzadas, con mayúsculas inflacionarias, angulosas, radicalmente modélicas, en mayúsculas poco dinámicas e impersonales, con formas complicadas, bizarras, descendentes o irregulares en la orientación espacial de las líneas, ambivalentes de inclinación, invertidas en exceso (inclinación sinistrógira), reenganchadas, fragmentadas, con lapsos de cohesión, lentas, retardadas, inmóviles, flojas, blandas, pastosas, con temblores, torsiones, retoques… constituyen algunos de los signos grafológicos que pueden ser considerados como regresivos y que, si predominan en el sistema gráfico personal, lo hacen regresivo.

 
ELANÁLISIS GRAFOLÓGICO
Anticipar la conducta previsible de un sujeto a partir de su peculiar topografía grafonómica, así como inferir los rasgos más salientes de su personalidad, motivaciones y circunstancia anímica, forma parte de un protocolo de aplicación al que cada grafólogo debe adscribirse en función de unos criterios específicos que, si bien admiten variaciones y matices en relación a la escuela u orientación del profesional, deben seguir unas pautas universalmente válidas para la decodificación de los símbolos y fenómenos grafológicos que definen y son expresión de la individualidad del escribiente.
El protocolo de análisis grafológico, desde nuestro punto de vista, se desarrolla a través de dos tiempos o procesos

a) el registro exhaustivo de las variables grafonómicas presentes en la escritura objeto de análisis
b) la interpretación de dichas variables en función de los constructos, relacionados con la individualidad del escribiente, que sean objeto de nuestro interés.

La Grafología General, esto es, los conocimientos grafológicos que establecen correlaciones grafonómicopsicológicas, permiten sin gran dificultad adscribir significados grafológicos a cualquier modelo de personalidad y/o descriptivo de la individualidad humana, partiendo de la significación universal y arquetípica, de los síndromes de signos grafológicos y de sus analogías y equivalencias funcionales en relación a la conducta.
El proceso de registro de variables grafológicas para el que podemos servirnos de la Escala de Registro de Variables Grafológicas, (E.R.V.G. - Moreno, 2004 - se adjunta al presente escrito-), pretende establecer un mapa conceptual así como una descripción anatómico-topográfica del sistema gráfico personal, es decir, de los rasgos y peculiaridades grafonómicas que caracterizan el escrito objeto de análisis.
La combinación de rasgos y variables grafonómicas que presenta una escritura, en todos y cada uno de sus aspectos cuantitativos y cualitativos, tanto analíticos como globales, constituye un sistema gráfico-personal tan idiosincrásico que permite afirmar con total rotundidad su absoluta exclusividad y diferenciabilidad.
La primera consideración que se deriva de la convivencia sensorial y perceptiva del Grafoanalista con el grafismo es lo que hemos venido a denominar "el ambiente gráfico"; se trata de la configuración o impronta en mayor o menor medida afortunada que presenta la escritura considerada como un TODO indivisible. Sería, de alguna manera, una valoración de la potencia, expresividad y carisma que la escritura manifiesta, desde una perspectiva holísticamente considerada.
Esta valoración es clave fundamental en el análisis grafológico al permitir ambientar o contextualizar debidamente los signos o variables analíticas y parciales que encontraremos en el proceso de registro. De ella depende en gran medida, que un mismo signo sea interpretado con arreglo a unos criterios u otros.
El ambiente gráfico global se deriva del grado de armonía de los elementos constitutivos de la escritura, de su nivel de individuación o diferenciación, y, aunque queda implícitamente recogido en las anteriores consideraciones, en el tipo de dinamismo gráfico del trazado.
Así, encontraremos escrituras que responden a un ambiente gráfico positivo, netamente individuado y desarrollado, habitualmente muy expresivo y ampliamente interpretable (por su riqueza de matices y simbolización gestual), escrituras de ambiente gráfico negativo, poco diferenciadas y claramente inarmónicas, con signos regresivos que denotan actitudes disonantes, inadaptativas, y en general, manifestación de sujetos poco desarrollados; y finalmente, un amplio espectro muestral de escrituras cuya configuración global responde a un ambiente gráfico convencional, a mitad de camino en el continuo indiferenciación-diferenciación escritural.
 
Otra de las maniobras capitales en la aprehensión de la conducta gráfica es la identificación de las variables principales o dominantes de la escritura en proceso de análisis. Se trata de las especies gráficas o escrituras tipo más prominentes, de aquellas que presentan una intensidad en el conjunto gráfico de tal magnitud que resultan claramente protagonistas, definitorias y representativas de su particular impronta grafológica.
Estas especies o variables dominantes, de carácter analítico, son esenciales para el diagnóstico grafológico de la individualidad ya que su intensidad y prominencia revelan la importancia y significación primordial del lenguaje y psicología que les subyace; son los signos expresión de las líneas maestras sobre las que gravita la personalidad, actitud y conducta habitual del escribiente. Su omisión en el registro de variables grafonómicas equivale a errar en el discernimiento del tipo de persona que está detrás de un manuscrito.
Crépieux-Jamin, en su exposición del método, señala quince principios a tomar en consideración cuando se aborda grafológicamente un escrito. De entre los que mantienen plena vigencia, encontramos uno alusivo a la observancia de los signos dominantes, dice así:

"De los errores que puedan cometerse en una definición el más insignificante será olvidar uno, o varios, signos poco importantes; el más grave, y sin remedio, equivocarse en el primer plano de la definición."

Las variables dominantes serán la "espina dorsal" sobre la que se articule la interpretación grafopsicológica. Éstas, desde mi modesta experiencia, no suelen ir más a allá de cuatro. Lo habitual es que, entre tres y cuatro grandes movimientos escriturales sistemáticos definan este primer plano del registro de variables con que caracterizamos una escritura. Ahora bien, la potencia interpretativa de estas tres o cuatro variables es enormemente significativa y habitualmente del asombro de quien nos solicita un criterio grafológico informal.
Evidentemente, las variables dominantes ejercen un influjo importante en la determinación del ambiente gráfico, siendo a su vez afectadas positiva o negativamente por dicho ambiente gráfico global, es decir, hay una determinación mutua entre el ambiente gráfico y las variables dominantes.
Las variables secundarias o subdominantes, que no son otra cosa que las especies de intensidad media que constituyen el conjunto restante de variables sistemáticas que afectan y definen una escritura, completan el panorama de los grandes signos grafológicos, manifestación gráfico-conductual del universo psicológico del escribiente.
También las variables subdominantes afectan y contribuyen a la configuración global o ambiente gráfico de la escritura, siendo a su vez en gran medida determinadas en su significado, por dicho ambiente.
Los pequeños signos, modos o gestos-tipo, son todos aquellos gestos gráficos que se aprecian en determinadas letras o parte de las mismas, como trazos iniciales o finales, y en general, todos aquellos pequeños signos que aún siendo recurrentes y sistemáticos, acontecen en lugares o zonas específicas del trazado, letras o locus grammáticos.

Indiferenciación grafo-escritural
Convencionalismo escritural Individuación escritural
Los gestos-tipo suponen una gesticulación adicional en la conducta gráfica que, en muchas ocasiones, resulta especialmente significativa de la idiosincrasia del proceso grafo-escritural. En los procesos de cotejo pericial caligráfico, donde de lo que se trata es de discernir la uniprocedencia del grafismo (en firmas, anónimos, testamentos hológrafos…), los pequeños signos, a menudo únicamente perceptibles a través de instrumentos de amplificación óptica, como el microscopio, resultan capitales para la emisión de un dictamen sobre la autenticidad o falsedad del grafismo.
Aunque el significado grafológico de los signos puntuales debidamente contextualizados, es conocido y claro, el análisis grafológico debe abstenerse de ser emitido en base únicamente a este tipo de señales grafonómicas por muy elocuentes y significativos que pudieran resultarnos. Si estos signos resultasen muy salientes y generalizados en el grafismo se convertirían por derecho propio en especies o grandes movimientos escriturales y, a veces, cuando resultan especialmente sobresalientes, en variables dominantes de la escritura de la que son expresión.
El contexto gráfico, en mayor o menor medida positivo, será decisivo en la interpretación de dichos signos menores, (menores en cuanto a generalización y presencia en el desarrollo del trazado, aunque de gran importancia en cuanto a su virtual significación grafológica).
La grafonomía del escribiente, no estaría completa si no atendiésemos también al complejo firma-rúbrica. Las variables grafonómicas que presenta la firma así como el diseño rubrical que a menudo la acompaña, cierran el círculo que completa la identidad gráfica del sujeto. La firma-rúbrica corresponde a menudo a una gesticulación gráfica diferente de la que tiene lugar en el texto común. En éste, la finalidad es la función comunicativa, estando sujeto a unas pautas normativas insoslayables, a pesar de las variables que el filtro psico-fisiológico del escribiente le impone al modelo personalizándolo y deformándolo. Sin embargo la firma, presenta la importante peculiaridad de carecer de una legislación o modelo en qué sustentar su diseño.
Esta característica y privilegio, hace al grafismo signatural acreedor de una libertad de ejecución que facilita en gran medida la expresión de la propia identidad psicológica, especialmente referida, más que a las pautas habituales de conducta del escribiente como ocurre con el texto común, a la cosmovisión, ambiciones, representación del mundo, de la propia imagen, y, a menudo, a las variables dominantes del carácter y mecanismos defensivos del Yo. Firmar es afirmar y afirmarse, y entraña una significación clásica y operantemente condicionada por el auto-concepto y la auto-estima. El niño es reforzado positiva o negativamente respecto a su identidad, por asociación con su nombre en el primer ambiente familiar y en su apellido en su ambiente social-profesional al que es iniciado a partir de su escolarización; ambos, nombre y apellidos, quedan condicionados desde el punto de vista no sólo lingüístico sino también grafológico a través de las variables y automatismos auto elegidos para firmar.
Es frecuente que la firma muestre rasgos grafonómicos diferentes a los identificados en el texto común. Efectivamente, se trata de dimensiones de la personalidad en cierto modo diferentes. El texto nos permitirá identificar mayormente la conducta habitual del escribiente, las contingencias cotidianas y su interacción con el mundo, con los demás, frente a la firma-rúbrica que mostrará sobretodo el enfoque y ambiente íntimo asociado al sentimiento de Sí. Todos los elementos reseñados, registrados con exhaustividad por el Grafoanalista, han de proporcionarnos el mapa grafonómico-descriptivo de la conducta gráfica, de todos aquellos símbolos y señales que la definen y caracterizan. A partir de aquí comenzarían las labores de inferencia y relación con constructos de personalidad, estilos cognitivos, factores relacionados con la afectividad…, que interese conocer en función de la aplicación y orientación que corresponda darle al informe.
Evidentemente, no es posible proporcionar un conocimiento de las relaciones de significado que guardan las variables grafonómicas en sí mismas y en conjunción con el ambiente gráfico aquí, por requerir mucho tiempo y experiencia perceptual, pero, en todo caso, el proceso a seguir conlleva la necesidad de que el Grafoanalista haya asimilado y resulte competente en la comprensión de lo que podemos denominar, el "lenguaje grafológico".

Las dos escrituras que siguen a continuación son dos ejemplos de grafismos intensamente individuados y carismáticos. Corresponden a mentalidades superiormente adaptadas, equilibradas y con un grado de amplitud e inteligencia muy notables. La de la figura 13 es del Cardenal español Vicente Enrique y Tarancón quien jugó un papel muy importante en la apertura de la Iglesia española a la democracia tras la dictadura franquista.
La que corresponde a la figura 14 es del Dr. Rof Carballo; en esta última, los signos de objetividad, inteligencia, capacidad de síntesis, lucidez, determinación, carácter y capacidad de observación, entre otros, son más que evidentes.


 
GRAFOLOGÍA Y DISEÑO GRÁFICO PUBLICITARIO
La conducta gráfica manuscrita tiene la virtualidad de exteriorizar de manera, en gran medida inocente, el talante actitudinal, los factores de personalidad y el estatus anímico del sujeto escribiente, además de las cualidades cognitivas y otras capacidades relacionadas con los procesos mentales superiores; gran parte del comportamiento gráfico se produce de un modo involuntario, inconscientemente elaborado, merced a los automatismos que controlan la conducta gráfica en la escritura de aquellos sujetos que hayan adquirido competencia grafomotriz.
Ahora bien, resulta sorprendente, sobre todo para quienes convivimos habitualmente con la fenomenología grafológica, observar que dicho lenguaje simbólico-emocional y actitudinal que acontece, como hemos dicho, de manera involuntaria en la escritura, puede ser observado en la ingente cantidad de creaciones publicitarias a las que estamos expuestos a diario por medio de periódicos y revistas, grandes vallas publicitarias, carteles y rótulos comerciales, octavillas y cartas con ofertas de artículos y/o servicios…, así como en la imagen corporativa de empresas e instituciones a través de sus respectivos y representativos anagramas y logotipos distintivos.
Todo ello nos lleva a la conclusión de que, realmente estamos frente a un lenguaje natural, emocional y simbólico, directo y arquetípico, que conecta la realidad interior de la experiencia subjetiva con el mundo objetivo, a través de estímulos representacionales cuya lectura subliminal e intuitiva ejerce un poderoso y omnímodo influjo sobre el ser humano.
Las variables manejadas en las creaciones publicitarias, son indiscutiblemente, entre otras, aquellas que sirven para la aprehensión de la conducta gráfica manuscrita.
Estas variables, clasificables a través de nueve categorías analíticas más los criterios de valoración holística en cuanto a su configuración global, es decir, al formniveau gráfico (Klages), permiten una lectura, en mayor o menor medida coherente y afín al mensaje publicitario que se pretende transmitir.
Así, el tamaño y sus diferentes modalidades y variantes resultará susceptible de ser empleado en el manejo de criterios relacionados con la "consideración emocional" y la "importancia-relevancia" del elemento representador que queremos realzar. El tamaño enfatizará emocionalmente y de manera inmediata, el mensaje pretendido, otorgando al símbolo, palabra o frase, un adicional realzamiento de su carga emocional y sentido explícito y manifiesto.
Es preciso manejar asimismo, tanto en relación con este parámetro como con el resto de categorías, la simbólica arquetípica subyacente al espacio gráfico. El sobredimensionamiento de objetos en la zona media puede constituir una alegórica representación inflada del Yo y por tanto una elicitación de sentimientos egocéntricos. El sobredimensionamiento de los objetos-imágenes, suscita una sensación de elevación análoga al sentimiento que la experiencia subjetiva del orgullo y la auto-distinción produce. La zona inferior prolongada constituye una manifestación gráfica, que en relación con esta categoría, otorga protagonismo gráfico a las representaciones relacionadas con la esfera pulsional de los instintos y necesidades biológicas.
Supone una llamada de atención a la dimensión de lo ctónico y de lo telúrico-instintual. Hace tiempo que sostengo la hipótesis de que la atribución universal y arquetípica de significados que relacionan la zona inferior con el mundo de la irracionalidad preconsciente y los peligros que sus representaciones constelan, podría constituir una reminiscencia de la condición anterior al salto evolutivo de nuestro antecesor biológico, en que la proximidad sensorial y postural a la tierra, una vez conquistada la postura erguida y con ella la encefalización que posibilita las habilidades superiores y la consciencia reflexiva, constituye una amenaza de regresión, de tal manera que, atribuyendo a la zona inferior todo lo negativo, infernal y oscuro se constela una precaución y distanciamiento de todo cuanto amenace el estatus racional y la conciencia humana, tan ardua y recientemente (en la filogénesis) conquistada. La forma, como categoría analítica, o género gráfico en la terminología jaminiana, es el parámetro que permite manejar el enmascaramiento adecuado a la entidad o producto que se pretende representar. Los continuos o dimensiones ángulo vs curva, complicación-ornamentación vs sencillez-simplificación, formas clásicas-modélicas vs personalizadas-vanguardistas…, permiten manejar el talante, las emociones y sentimientos que en relación a dichas dimensiones, tal y como evidencia el grafismo manuscrito de manera espontánea y natural, se hallan asociadas y arraigadas en la mentalidad colectiva.


 
La inclinación de las letras, figuras, imágenes, textos publicitarios…, transmitirá de una manera sencilla pero muy eficaz la propensión extravertido-introvertida de la empresa o producto que se está representando y caracterizando, así como la "sensación" de dinamismo, movimiento y progresión de las actitudes que se pretende transmitir como asociadas al producto, idea, empresa o institución.
La inclinación es una modalidad de expresión gráfico-emocional que se basa en el virtual predominio de los criterios actitudinales generales que confrontan la razón frente al sentimiento.
En la perpendicular o vertical de los objetos, letras, imágenes, escrituras…, encontraremos las actitudes racionales fundamentadas en la objetividad y el autodominio; también podría incrementar la sensación de imparcialidad y/o de frialdad disposicional.
El sentimiento tiene su expresión y reflejo, en relación a este parámetro o categoría, en la inclinación efectiva, tanto si ésta está orientada a la derecha (inclinación dextrógira) como a la izquierda (inclinación levógira, sinistrógira o invertida). La inclinación dextrógira es expresión del anhelo-propensión al contacto y la exteriorización del sentimiento. Corresponde de manera cierta a la actitud extravertida.
La inclinación sinistrógira, es virtual expresión de una retracción del sentimiento y la actitud, que transmite y refleja la idea de la retirada o distanciamiento disposicional respecto del objeto; supone un repliegue hacia la interioridad. Corresponde a la actitud introvertida, reservada, prudente-desconfiada y, cuando el ángulo de inclinación sinistrógira es muy intenso (caída a la izquierda), a la reserva extrema, y en general a una señal grafológica en la que el ensimismamiento y las dificultades de comunicación serán más que ciertas y diagnosticables.



La dirección u orientación espacial de las líneas es otro de los parámetros con que el escribiente manifiesta, sin tener consciencia de ello, las coordenadas de su afectividad, así como el publicista la excelencia y sentimiento de optimidad que debe acompañar la esencia e influjo de su mensaje.
Esta categoría y sus variables específicas resulta sumamente expresiva y elocuente del estatus anímico del escribiente, un auténtico termómetro afectivo que evidencia, por ejemplo, mediante líneas descendentes y/o sinuosas, signos claros de surmenage, desánimo, distimia y/o depresión (doble depresión), propensión al suicidio y en general, todos aquellos procesos y estados anímicos que deprimen el sistema nervioso y afectan al resto de procesos mentales mediante pensamientos/sentimientos de pesimismo, abatimiento, incapacidad para el afrontamiento activo de los problemas, melancolía…, etc.
Por contra, las líneas estables, firmemente ancladas en su línea de base, así como aquellas otras que son moderadamente ascendentes, muestran la confianza y el optimismo del luchador y del anímicamente estable. Líneas que ascienden formidablemente en las firmas de los sujetos ambiciosos y que el publicista sabrá manejar mostrando la positividad y excelencia de "todo aquello" que asciende.
El dinamismo, el movimiento, la velocidad, resulta un aspecto o categoría de análisis de gran importancia al ser, precisamente, aquella dimensión que otorga "vida" y personalización a la escritura.
Evidentemente, cuando se manejan tipografías y objetos estáticos que no permiten adentrarse en el proceso de su elaboración, como sí ocurre en el caso de escrituras manuscritas, es necesario recurrir a alguna de las variables que aparecen asociadas a la velocidad y el movimiento de manera espontánea en el proceso grafoescritural, suscitando así dicha sensación de movimiento.
Los grafólogos y en general, todo estudioso de la fenomenología escritural, sabe, que hay signos concomitantes a la velocidad y dinamismo gráfico, variables grafonómicas que favorecen la progresión del trazado manuscrito y que son causa/consecuencia del mismo.
Son los signos progresivos los elementos favorecedores del dinamismo y desenvolvimiento adecuado del trazado escritural. En especial, la inclinación dextrógira, el coligamiento de las letras, los trazos curvilíneos, las combinaciones inteligentes y personalizadas del trazado entre letras, la simplificación de las formas…
Un ejemplo un tanto simplista podría ser ÉSTE frente a éste, o a éste evidentemente, en la tipografía, caligráfica, ligada e inclinada de la última palabra se sugiere dinamismo y movimiento, al ser estas, algunas de las variables que acontecen de manera natural cuando el grafismo adquiere dinamismo en las escrituras manuscritas.
El movimiento y la velocidad escritural son garantía de energía y dinamismo personal, así como de espontaneidad y autenticidad en la conducta.

 
La presión ejercida al escribir, si es profunda e intensa, produce fenómenos grafológicos como el mayor o menor grosor o calibre de los trazos y el relieve o contraste de los mismos. Dichas variables, expresión de la energía vital, el carácter y la fuerza temperamental, la resistencia y el empuje volitivo… del sujeto escribiente, pueden ser utilizadas en la creación y diseño gráfico con la finalidad de alinear la información y/o el mensaje pretendido con un continente emocional y grafológicamente propiciador.
El trazo grueso resulta alusivo y simbólicamente emparentado a lo sensorial y material, mientras que los trazos finos o ligeros son expresión de delicadeza, sensibilidad y predominio de la vivencia interiorizada.
La continuidad o cohesión del trazado alude a una constelación de fenómenos gráficos que se refieren fundamentalmente a las relaciones entre las letras y a la continuidad de los movimientos gramáticos.
Vamos a encontrar en relación a esta categoría, variables como las escrituras o tipologías ligadas, hiperligadas, agrupadas, desligadas, fragmentadas, reenganchadas, combinadas, progresivas…, todas ellas expresión grafológica de los estilos cognitivos, los modos de aprehensión de la realidad, el comportamiento cooperativo…
El Orden resulta representativo del grado de formación, experiencia y capacidades de organización del escribiente, su desarrollo cognitivo y tendencia a la objetividad y claridad conceptual, así como de la operatividad y funcionalidad con que va a disponer de sus recursos…

La "@" como emblema arquetípico
Uno de los signos representativos de la post-modernidad y de la revolución que las nuevas tecnologías ha ejercido en todos los órdenes de la vida social y cultural, es la "@". Se trata, efectivamente, de un signo con varios siglos de existencia entre nosotros, a la par que un símbolo emergente de una nueva realidad social y cultural.
Lo verdaderamente curioso de este símbolo, marginado e inoperante pero superviviente en las viejas máquinas de escribir, es su elección por parte de Ray Tomlinson, racional y funcionalmente debida a la exclusividad que presagiaba y prometía en su función al ser un carácter sin una asignación actual específica, así como a su rango lingüístico de preposición en inglés ("at").
Sin embargo y, pese a la lógica y racionalidad de dicha intención, su formato y diseño resulta cuando menos arquetípicamente reconocible y relacionable con el Sí-Mismo. Efectivamente, se trata de un símbolo de globalidad, de Totalidad, de una plenitud evocada a través de la superposición integrada de una "a" y una "o".
El símbolo de la "@" puede ser contemplado como la emergencia colectiva de una realidad subyacente a la psique personal y que apunta hacia una nueva-antigua aspiración, el anhelo arquetípico de totalizarse, de realizar la androginia psicológica o espiritual.
Ya en mi libro "Grafología y Diseño Gráfico Publicitario", hice extensa alusión a este símbolo y a su empleo en rótulos y creaciones publicitarias, llamando la atención sobre el concepto de androginia psicológica que debemos a la psicóloga estadounidense Sandra Bem.
La Grafología y el Diseño Gráfico Publicitario tienen un campo de comunicación e intercambio de ideas, conocimientos y experiencias amplio y prometedoramente productivo.

Breve reseña de bibliografía grafológica:
-           Grafología Analítica. Introducción a la Grafopsicología - Manuel J. Moreno . Ed. Peñatú (1999)
-           GRAFOLOGÍA Y DISEÑO GRÁFICO PUBLICITARIO. Grafopsicología de los logotipos, anagramas, páginas web y carteles publicitarios - Manuel J. Moreno . Ed. LASRA (2003)
-           Escritura y personalidad - Augusto Vels . Ed. Herder
-           Psicodiagnóstico por la escritura - Francisco Viñals y Mª Luz Puente - Ed. Herder (1999)
-           Grafología Superior - Mauricio Xandró. Ed. Herder
-           El simbolismo de la escritura - Max Pulver . Ed. Victoriano Suárez
-           Grafología y Ciencia - Alfred Binet - Ed. Paidós
-           Escritura y Carácter - Ludwig Klages - Ed. Paidós


 
Breves apuntes acerca de la psicología de los movimientos y expresiones gráfico analíticas en la escritura
La grafología estudia las expresiones gestuales que tienen lugar a través de la conducta gráfica; manifestaciones que se valen de un lenguaje arcaico y universal, esto es, del lenguaje de lo simbólicoarquetípico.
Las correlaciones psique-escritura han sido y son objeto de estudio por parte de los grafopsicólogos. Sin el rigor necesario que implicaría contextualizar los signos en su propio ambiente gráfico y las combinaciones de los grandes movimientos escriturales, que Crépieux-Jamin denominó especies, en una escritura concreta, la codeterminación de sus aspectos grafológicos dominantes, el grado de diferenciación (formniveau) del trazado escritural, la armonía del conjunto gráfico,... etc., vamos a indicar, de modo cuasi telegráfico algunas de las connotaciones de significado más habituales con las que aparecen asociadas las variables grafonómicas de la conducta escritural, clasificadas en ocho categorías analíticas o géneros gráficos. El signo "+" y el signo "-", aluden al ambiente gráfico positiva o negativamente diferenciado:

Respecto del tamaño:
Escrituras pequeñas: (+) pensamiento analítico, objetividad, concentración, introversión (-) timidez, baja autoestima, complejos.
Escrituras muy pequeñas: (+) minuciosidad excesiva, miopía (-) obsesivo-compulsivos, ensimismamiento y retracción del carácter.
Escrituras grandes: (+) predominio del sentimiento, extraversión, autoestima, carácter expansivo (-) falta de objetividad y de rigor.
Escrituras muy grandes: (+) actitud dominante y expansiva, sujeto temperamental, emotividad sentimiento aristocrático (-) ambiciones, carácter invasor, apasionamiento.
Escrituras anchas: (+) amplitud de miras, vivacidad, desinhibición, apertura a la experiencia (-) irreflexión, superficialidad, imprudencia.
Escrituras estrechas: (+) contención, prudencia, recogimiento, discreción (-) temores, inhibiciones, inseguridad, angustia.
Escrituras sobrealzadas de la zona media: (+) signo característico del orgullo y del amor propio, sentimiento de distinción (-) arrogancia, prepotencia, soberbia.
Escrituras crecientes: (+) candidez, ingenuidad (-) falta de perspicacia.
Escrituras decrecientes: (+) agudeza mental, perspicacia, penetración (-) agresividad, imposición de criterios.
Escrituras filiformes: (+) sutileza, don para el trato diplomático y sagacidad, capacidad de moverse entre opuestos, para negociar y para conciliar, talento (-) talante escurridizo, irresponsabilidad, falta de franqueza, indecisión, ambigüedad.

Respecto de la forma:
Escrituras curvilíneas: (+) dulzura, afabilidad, sociabilidad, adaptabilidad (-) versatilidad, inconsistencia personal, indecisión.
Escrituras angulosas: (+) energía, dinamismo, disciplina, fortaleza, carácter, rectitud (-) intransigencia, inadaptabilidad, frialdad, dureza.
Escrituras redondas: (+) carácter acomodaticio, afectividad, adaptabilidad, compañerismo (-) egocentrismo, indolencia, falta de compromiso.
Escrituras mixtas: (+) firmeza, equilibrio, carisma personal (-) ambivalencia, conflictos.
Escrituras modélicas (caligráficas, tipográficas...): (+) tradicionalismo, sociabilidad, corrección social, integración socio-ambiental (-) convencionalismo, falta de desarrollo y de individuación.
Escrituras simplificadas: (+) sentido práctico, agilidad mental, inteligencia, capacidad de síntesis, realismo, individuación, buen gusto.
Escrituras sencillas: (+) franqueza, sencillez, accesibilidad, naturalidad (-) simplismo, convencionalismo, persona de hábitos rígidos, inconsistencia.
Escrituras complicadas: (+) Pompa, verbalización seductora, énfasis en lo accesorio, cualidades para lo descriptivo (-) exageración, insinceridad, actuación interesada, segundas intenciones.

Respecto de la inclinación de las letras
Escrituras verticales: (+) racionalidad, compostura, circunspección, rectitud, control y autocontrol (-) frialdad, inaccesibilidad, insensibilidad, insociabilidad.
Escrituras inclinadas: (+) extraversión, afecto, predomina el sentimiento y la disposición empática (-) dependencia de los demás (del criterio ajeno), subjetividad, irreflexión.
Escrituras muy inclinadas (tumbada): (+) apasionamiento, entusiasmo (-) entusiasmo desbordado, irreflexión, desenfreno.
Escrituras invertidas: (+) introversión, reserva, cautela, posición defensiva, (inclinación de tendencia natural en los zurdos) (-) falta de franqueza, disimulo, egoísmo, susceptibilidad, amor propio herido.
Escrituras muy invertidas (caída a la izquierda): (-) retracción, actitud regresiva, fuerte inhibición
Escrituras oscilantes: (+) flexibilidad, emotividad (-) indecisión, versatilidad.
Escrituras ambivalentes: (-) ambitendencias, conflicto de intereses, neurosis.

Respecto de la dirección u orientación de las líneas
Escrituras horizontales: (+) firmeza, estabilidad, rectitud, sentido del orden (-) rigidez, inflexibilidad, falta de vivacidad
Escrituras ascendentes: (+) entusiasmo, fuerza para afrontar obstáculos, ánimo exaltable, buen humor (-) estados maníacos, psicosis.
Escrituras descendentes: (-) depresión, fatiga, debilidad física y/o anímica, melancolía, desánimo.
Escrituras onduladas: (+) adaptabilidad, buen humor, ánimo inflamable (-) inestabilidad, inconsistencia.
Escrituras sinuosas: (-) inestabilidad, desequilibrio.

Respecto de la velocidad
Escrituras rápidas, dinámicas: (+) agilidad mental, actividad, fluidez ideativa, creatividad, franqueza, espontaneidad, capacidad de abstracción (-) improvisación y falta de método, impaciencia, desasosiego.
Escrituras mesuradas: (+) prudencia y equilibrio, sosiego, decisiones mesuradas, realismo, corrección (-) conducta tendente a la monotonía, conservadurismo.
Escrituras lentas: (+) reflexión, cautela, sosiego, estabilidad (-) desconfianza, indecisión, actitud elaborada, conducta estratégica, vacilación.
Escrituras precipitadas: (+) mente inquieta, impulsividad, sujetos muy vivaces, informalidad (-) precipitación, desasosiego, inestabilidad, influenciabilidad, emotividad excesiva, vulnerabilidad emocional.
Escrituras aceleradas: (+) implicación progresivamente entregada en las tareas, entusiasmo creciente (-) volubilidad, inconstancia.
Escrituras retardadas: (+) prudencia, cautela, circunspección (-) temor, desconfianza, inhibición, inseguridad.

Respecto de la continuidad o cohesión
Escrituras ligadas: (+) pensamiento analítico, capacidad deductiva, lógica, discursividad, ánimo cooperativo, solidario (-) falta creatividad e independencia en las ideas, asunción impersonal y automática de principios.
Escrituras desligadas: (+) intuición, pensamiento inductivo, agudeza mental, creatividad y riqueza de ideas, observación, independencia, individualismo (-) falta lógica, espíritu insolidario.
Escrituras agrupadas: (+) actividad cognitiva equilibrada, tendencia al desarrollo de las funciones mentales (Jung) principal y auxiliar.
Escrituras reenganchadas: (-) incultura e insolvencia caligráfica, dificultades psicomotrices, senilidad, trastornos mentales, intranquilidad.
Escrituras fragmentadas: (-) falta de integración socio-ambiental, disociación y conflictos neuróticos, trastornos de tipo psicótico.
Escrituras combinadas: (+) Gran agilidad mental y desarrollo de las capacidades cognitivas, mente creadora.
Respecto del orden
Escrituras ordenadas (regularidad en la distribución espacial): (+) mente organizada, claridad conceptual, buena gestión de los recursos (-) apego a las normas y prescripciones, convencionalismo.
Escrituras desordenadas: (+) actuación no planificada, espontaneidad, creatividad, inquietud (-) incapacidad para una organización eficiente, ineficacia para organizarse.
Escrituras proporcionadas: (+) realismo, equilibrio, serenidad, conciencia de la realidad (-) convencionalismo, mediocridad, apatía.
Escrituras desproporcionadas: (+) emotividad, impresionabilidad (-) falta de realismo, subjetividad, desequilibrios, susceptibilidad.
Escrituras claras (distribución armoniosa de texto y espacios): (+) discernimiento, ecuanimidad, claridad conceptual, eficiencia cognitiva (-) emotividad perturbadora.
Escrituras confusas (suele ir de la mano de la escritura desordenada (Vels): (-) falta de claridad, de realismo, de ecuanimidad en los juicios, tendencia a la deslealtad y a la incompetencia en muchos órdenes.
Escrituras espaciadas: (+) independencia, autosuficiencia, sujetos reflexivos, interioridad, se precisa distancia respecto de los demás (-) tendencia al aislamiento, actitud defensiva.
Escrituras concentradas: (+) tendencia al trabajo solidario e integración en el medio, sujetos selectivos en cuanto a sus predilecciones (-) desconfianza, avaricia, inflexibilidad e intransigencia.

Respecto de la presión
Escrituras de presión profunda: (+) fuerza vital, carácter, necesidad de conquistar y dominar la realidad material (-) pragmatismo, insensibilidad, falta de espontaneidad.
Escrituras de presión tensa: (+) firmeza, resistencia, vitalidad (-) inflexibilidad, rigidez, exigencias.
Escrituras flojas: (+) debilidad, falta de carácter, inconsistencia, falta de energía.
Escrituras blandas: (-) apatía, pereza, tendencia a la inactividad.
Escrituras de calibre nutrido (+) equilibrio psicofísico, vitalidad, actividad, estabilidad.
Escrituras de calibre ligero (fino): (+) sensibilidad, espiritualidad, capacidad de abstracción, idealismo (-) vulnerabilidad, inestabilidad de ánimo.
Escrituras robustas (nutridas, rápidas y tensas): (+) carácter fuerte, carismático, tendencia al liderazgo, afán conquistador y protagonista (-) agresividad, vehemencia, talante dominador y expansivo, afán de liderazgo a cualquier precio.

Manuel J. Moreno
Grafoanalista y Presidente del Instituto de Grafología Analítica
Profesor colaborador en las Especialidades Universitarias de Ciencias del Grafismo que se imparten en la Escuela de
Postgrado de la Universidad Autónoma de Barcelona
Perito Calígrafo Judicial ante los Tribunales de Justicia
Moderador del Foro Internacional "Lista de Grafología Analítica y Simbólica"