Vocatus atque non vocatus Deus Aderit
“La
forma de andar revela si un individuo camina ya por su propio sendero.”
Friedrich
Nietzsche
“El yo, no obstante el
carácter relativamente desconocido e inconsciente de sus bases, es un factor
consciente por excelencia. Es, incluso, una adquisición empírica de la
existencia individual. (...) Pese a la amplitud de sus bases, que no puede
pasarse por alto, el yo no es nunca menos que la conciencia en general. Como
factor consciente, podría hacerse de él, teóricamente al menos, una descripción
completa. Pero ello no daría sino una imagen de la personalidad consciente, en
la que faltarían todos los rasgos que permanecen desconocidos o inconscientes
para el sujeto; mientras que la imagen conjunta de la personalidad debería
incluir esos rasgos. Ahora bien; una descripción total de la personalidad es
absolutamente imposible, aún desde el punto de vista teórico, porque no se
puede aprehender la parte inconsciente. Esta, como la experiencia lo muestra
hasta la saciedad, no es en modo alguno insignificante: cualidades realmente
decisivas son a menudo inconscientes, y sólo pueden ser observadas por las
personas del entorno, o aún, muchas veces, deben ser descubiertas laboriosamente
con ayuda de recursos técnicos.
El fenómeno total de la
personalidad no coincide, evidentemente con el yo, es decir, con la
personalidad consciente, sino que constituye una magnitud que debe ser
diferenciada de aquél. Tal necesidad se impone sólo, como es natural, para una
psicología que se aboque al hecho de lo inconsciente. Pero para ésta resulta de
la más extrema importancia esa distinción. Inclusive para la práctica jurídica
ha de resultar significativo que tal o cual hecho psíquico sea consciente o
inconsciente, por ejemplo en la determinación de la responsabilidad legal.
Por eso he propuesto dar
a esa personalidad conjunta, presente pero no íntegramente aprehensible, la
denominación de Sí-mismo. El yo está, por definición, subordinado al Sí-mismo,
respecto del cual se comporta como una parte con respecto al todo. Tiene,
dentro de los límites del campo de conciencia, libre albedrío, como suele
decirse. Por este concepto no entiendo nada filosófico, sino el notorio hecho
psicológico de la llamada decisión libre, en relación con el sentimiento
subjetivo de libertad. Pero, tal como nuestro libre albedrío choca en el
entorno con el orden de lo necesario, así también encuentra sus límites, más
allá del campo de conciencia, en el mundo interno, subjetivo, allí donde entra
en conflicto con los hechos del Sí-mismo,”
Carl Gustav Jung
“Estos rasgos típicos,
tal y como están en el bosquejo de mi germen personal, no es lo mejor, no es lo
más bello, no es lo más brillante de lo que puedo llegar a ser y alcanzar por
medio de mis dotes, pero son mi verdadero rostro. Y si yo los abandono por
ambición o por afán de autovalor, pierdo mi autenticidad y llego a ser
interiormente menos que si yo me hubiese guardado fidelidad a mí.”
Max Pulver
La Escritura y el Sí-Mismo
El proceso grafológico
analítico
Grafología General y
Aplicada
Que la escritura
manuscrita o más exactamente, el sistema gráfico personal, se halla íntima e
inevitablemente relacionada con la individualidad del sujeto escribiente es un
hecho cierto y evidente al alcance de cualquier estudioso desprejuiciado. Los
fenómenos caligráficos, más específicamente denominados grafonómicos, resultan
concomitantes a los patrones habituales de conducta, así como a la atmósfera
anímica coyuntural, los factores y rasgos de la personalidad, el carácter o
temperamento, las condiciones y alteraciones psicomotoras, los distintos
niveles de activación neurológica (arousal), etc.
En realidad, la escritura
supone el registro de un proceso que evidencia las preferencias y actitudes
básicas del sujeto escribiente, un proceso que es posible y relativamente fácil
vislumbrar tras el debido entrenamiento perceptual y los conocimientos
necesarios que se precisan para el manejo experto de la fenomenología
grafonómica, es decir, el de aquellas variables objetivamente clasificables,
que permiten diferenciar con precisión unos grafismos de otros.
Grafología es el término
elegido por J. H. Michon en la segunda mitad del siglo XIX para definir, lo que
hoy entendemos como, el conjunto de técnicas, conocimientos y aplicaciones
prácticas que relacionan el grafismo y sus fenómenos comportamentales con la
individualidad. Desde entonces, dos grandes vías se abren para el entendimiento
y la teorización de esta disciplina:
a) La búsqueda de
relaciones causales y de correlaciones significativas entre el grafismo y la
psique individual .
b) La hermenéutica
grafológica, que evidencia fundamentalmente a través del estudio de casos, un
sentido en la conducta y gesticulación escritural así como relaciones de
significado entre la grafonomía específica de un escrito y las variables
psico-fisiológicas de su autor.
Podríamos hablar por
tanto, de dos perspectivas en el desarrollo y el quehacer grafológico actual,
una científica y otra hermenéutica; ambas contribuyen de manera específica al
bagaje de conocimientos y relaciones que podríamos englobar bajo la
denominación de una Grafología Básica o General, así como a las
distintas instrumentaciones y criterios que se emplean en la praxis grafológica,
haciendo en este caso alusión a una orientación aplicada de la Grafología o Grafología Aplicada.
La Grafología, por
definición, abarca y engloba el estudio sistemático y objetivo de la conducta y
comportamiento gráfico -las variables grafonómicas- que es posible observar
tanto en la escritura manuscrita como en otro tipo de fenómenos gráficos como
dibujos y diseños rubricales, el empleo de tipologías específicas, la creación
de anagramas y logotipos, el diseño de carteles publicitarios…,etc. Todo este
vasto universo de manifestaciones gráfico-conductuales, pone de manifiesto la
presencia universal de un lenguaje netamente expresivo, simbólico, emocional y
representacional, el cual permite, sin mayores dificultades, rastrear su
significado e interpretarlo, traducirlo, como si de una variable idiomática se
tratase). La psicología de dicho lenguaje gestual y grafo-dinámico constituye
la esencia de lo que se ha venido a denominar grafopsicología o psicografología
y que, por defecto y popularmente, todo el mundo conoce por Grafología.
El grafismo escritural,
su configuración global y la esencialidad individual. Signos, síndromes y
totalidades
Lo que la psicología del
grafismo interpreta, en última instancia, no son signos aislados e inconexos,
sino aquella configuración global del grafismo, especialmente complejo y
personal en el ámbito de las escrituras manuscritas, que constituye su
Sí-Mismo, esto es, su esencialidad (Pulver) y diferenciación individuada.
Esta configuración global
del grafismo, precisa de la aprehensión del fenómeno escritural, percibido y
valorado como un TODO, una totalidad con propiedades sólo grafológicamente
inteligibles e interpretables desde una perspectiva holística, cualitativamente
diferenciable, y en los casos favorables y positivamente aspectados, como
manifestación conductual específica y expresiva de una personalidad
inteligentemente adaptada y orientada hacia la autorrealización.
Individuación caligráfica
e individuación arquetípica
La analogía que resulta
plausible establecer entre los procesos de desarrollo escritural y los de
diferenciación e individuación de la psique personal, son claros. El
aprendizaje y adquisición de habilidades escriturales, tras el despliegue y
desarrollo ontogenético del lenguaje oral, suponen la atención selectiva e
interiorización de un modelo o patrón caligráfico referente, mediante un
formato y unas normas de configuración estructural de letras y relaciones
dinámicas, que el escribiente aprendiz habrá de ensayar una y otra vez, hasta
lograr la suficiente habilidad psicomotriz como para transcribir su propio
pensamiento e intenciones, de manera cuasiautomática, a través de signos
convencionales, también debidamente asimilados.
Partimos por tanto de un
estatus escritural de incompetencia motriz (escritura inorganizada) hacia una
segunda etapa de asimilación del modelo que sitúa al escribiente ante un
segundo estadio de indiferenciación formal, debida a que, el modelo recién
adquirido, es aún expresión de formas y movimientos caligráficos estandarizados
e impersonales de naturaleza, básicamente, colectiva. El grafismo de los
escribientes noveles es la reproducción apenas diferenciada del patrón
caligráfico normativo.
Una vez que el grafismo
escritural adquiere propiedades netamente individuadas, esto es, que cobran
protagonismo los automatismos en los movimientos y gestos gráficos
constituyentes, la escritura comienza a mostrar la estela de propia
individualidad, integrándose al repertorio de conductas distintivas y
representativas de la personalidad del sujeto escribiente.
El grado de despegue y
diferenciación del movimiento grafo-escritural, es decir de la escritura,
respecto de su modelo o patrón de partida, guarda una singular relación con
aquel otro proceso psicológico de diferenciación de la psique colectiva que
preside el desarrollo psicológico y que Carl Gustav Jung denomina <>. El
proceso de individuación constituye un fenómeno de base arquetipal, que tiene
su diana motivacional en el desarrollo y actualización de la individualidad
verdadera, es decir, en la emergencia y consolidación de la propia y auténtica
identidad auto-consciente; en la terminología junguiana, un desplazamiento del
centro de gravedad desde los factores egocéntricos hacia una autoregulación
proveniente del centro nuclear de la psique, esto es, del Sí-Mismo.
Abordaje molecular vs
molar de las escrituras
El abordaje grafológico
de escrituras requiere de dos procesos de registro, uno molecular que abarca
las variables analíticas que se clasifican fundamentalmente a través de 9
categorías (los géneros gráficos clásicos: orden, dimensiones, forma,
inclinación axial, dirección u orientación de la línea, velocidad, cohesión,
presión, más la categoría movimiento) que abarcan, tanto a la topografía
grafonómica del texto comunicador, como al complejo de Firma-Rúbrica como
expresión gráfica de la voluntad auto-representativa del escribiente.
El otro proceso de
registro se centra en un abordaje molar, global u holístico que pretende dar
cuenta del ambiente gráfico de la escritura entendida ahora como un sistema
gráfico-personal en mayor o menor medida organizado.
Las variables analíticas
o especies gráficas son comportamientos específicos del sistema gráfico
personal, en gran medida equivalentes y expresivos de las actitudes y conductas
prototípicas del escribiente. Se podría decir que constituyen síndromes de
síntomas gráficas actitudinales con los que resulta plausible realizar
inferencias acerca de los constructos hipotéticos de personalidad que los
subyacen.
Las variables globales o
contextuales referidas a las cualidades de la configuración holística del
escrito, constituyen un factor expresivo de primer orden respecto del grado de
desarrollo adaptativo de la personalidad del escribiente.
De las variables
analíticas se ha escrito abundantemente en manuales grafológicos y su relación
con los procesos mentales y la psicología de la conducta es de sobra conocida.
Lo que aquí nos interesa destacar es, como la adaptabilidad al curso y devenir
del proceso vital de la persona, así como el carisma y riqueza interior
dimanantes de un grado de desarrollo de la individuación significativo, se
manifiestan en el sistema gráfico personal a través de la escritura.
Podemos cifrar en tres,
los aspectos que se deben ponderar a la hora de establecer un criterio
contextual en relación al ambiente gráfico:
* La individuación /
indiferenciación gráfica
* La configuración
armoniosa / disarmónica del sistema grafonómico personal
* La progresión/regresión
del sistema gráfico personal
Individuación o
diferenciación gráfica
Hablamos de individuación
o diferenciación gráfica para referirnos al grado en que una escritura,
entendida como un sistema gráfico personal sujeto a una normativa básica,
conjuga inteligente, funcional y adaptativamente dicha normativa, con las
preferencias y singularidades de su personalidad y circunstancia anímica. El
concepto de Formniveau del caracterólogo alemán Ludwig Klages, entendido como
la configuración o gestalt expresiva, original, dinámica e intensamente
individuada de un escrito resulta homologable con nuestro planteamiento. Sin
embargo, tal y como el psicólogo helvético Max Pulver señala, es necesario ir
más allá de este formniveau o configuración positiva, para conectar con lo que
él denomina "el contenido esencial" de la escritura, lo cual, a
nuestro entender alude precisamente al contenido de la propia individualidad
nuclear esencial, es decir, al Sí-Mismo grafo-escritural, imago esquemática y representacional
del Sí-Mismo arquetípico.
Si representásemos
mediante una Campana de Gauss o curva normal los percentiles de una muestra de escrituras
extraídas de la población de cualesquiera países occidentales, veríamos que los
índices de tendencia central corresponderían a las escrituras de ambiente
gráfico convencional, mientras que, tanto las escrituras muy diferenciadas y
positivamente configuradas como aquellas que presentan un ambiente gráfico claramente
negativo quedaría representadas en los extremos abarcando a un menor número de
sujetos.
Escritura desestructurada y negativamente configurada de un
joven universitario de la UMASS (Universidad de Massachusetts) afincado en
Miami, aunque de nacionalidad brasileña, Fernandao. Las discordancias e
irregularidades traslucen una psique problemática. Poco después del envío de
esta postal, Fernandao asesinó a su madre degollándola. Esta escritura nos
sirve de ejemplo de una extrema disarmonía gráfica expresión de intenso
desequilibrio psicológico.
Escritura armoniosamente ejecutada, dinámica, progresiva e
individuada. El ambiente gráfico es claramente positivo y denota equilibrio y
diferenciación.
La escritura neta y positivamente diferenciada, esto es,
individuada, mostrará el flujo energético atribuible a un proceso vital-existencial
adaptativo, equilibrado y eficiente en el despliegue de nuevas potencialidades emergentes
del sustrato anímico de la personalidad. Se trata de un configuración
grafonómica que se despliega y organiza en la escritura y que revela la intensidad
y el carisma del Sí-Mismo, más allá de roles y enmascaramientos yóicos, y como
un signo emblemático de autenticidad y consciencia de Sí.
Este tipo de escrituras son exclusivas y semejantes a sí
mismas, pueden reconocerse a simple vista y con claridad de entre una población
o conjunto de ellas; obedecen a una configuración sistémica superiormente concebida,
que muestra la creatividad de la inteligencia cuando han sido rebasadas etapas
de pseudodiferenciación en las que el yo se identifica y absorbe en roles
sociales y profesionales que eclipsan y dificultan la expresión de lo
auténticamente esencial (Durkheim).
“...los distintos grados de autorrealización tienen cada uno
su propio derecho; cada una de sus estaciones tiene el derecho propio y la
belleza propia de una autofigura.” - Max Pulver
Al otro extremo del continuo encontramos escrituras
indiferenciadas, anodinas, inexpresivas, desvitalizadas, expresivas de una
individuación apenas esbozada, de un yo, atrincherado en sus propias máscaras,
temeroso de las "alturas y profundidades de la vida" (Pulver);
un yo incapaz de identificar y reconocer como propias y lícitas las demandas
del "Otro" (Lacan) que somos, y de avanzar por la senda de su
propia y positiva diferenciación.
También encontraremos escrituras que presentan un ambiente
gráfico atormentado, sumido en la confrontación neurótica y en una
individuación irresoluta (ver Fig. 1). Escrituras cuya configuración grafonómica
resulta inadecuada y estérilmente orientada. Aquí el proceso de diferenciación se
encuentra detenido, inmerso en un conflicto que desgasta y trastorna las líneas
maestras sobre las que se asienta la personalidad.
“Lo que en la
enfermedad del espíritu sale brutalmente a la luz, en la neurosis queda oculto
en el fondo, pero desde allí influye sin embargo sobre la conciencia. Cuando el
análisis penetra en el fondo de los fenómenos de la conciencia, descubre allí
las mismas figuras arquetípicas que animan los delirios de los psicóticos. Y
last but not least, gran cantidad de documentos histórico-literarios demuestran
que esos arquetipos aparecen prácticamente en todos los tipos normales
existentes de fantasía y no sólo en los productos de las enfermedades del
espíritu. El elemento patológico no consiste en la existencia de estas
representaciones sino en la disociación de la conciencia, que ya no puede
dominar lo inconsciente. Por eso, en todos los casos de disociación surge la
necesidad de la integración de lo inconsciente en la conciencia. Se trata de un
proceso sintético que yo he denominado “proceso de individuación”.
Este proceso
corresponde en rigor al curso natural de una vida, en la cual el individuo
llega a ser lo que siempre fue”.
Carl Gustav Jung
Es frecuente encontrar en las escrituras, contrariando el
sentido general de los signos o variables dadas, "lapsus cálami", actos
gráficos fallidos, como expresión emergente de lo que,
inconscientemente motivados, el "Otro" tiene que decir.
La "atención flotante" del Grafoanalista
interesado en la presencia de rasgos y reacciones grafológicas inconscientes en
las muestras escriturales, debe ser capaz de detectar este tipo de fenómenos
siempre sorprendentes, que otorgan "voz y voto" a los componentes
arquetípicos de la individualidad que operan por debajo del umbral de la
conciencia del Yo (Figs. 4, 5 y 6).
“La
grafología científica es el estudio analítico del movimiento de la expresión
gráfica del individuo, es decir, de las causas o motivos anímicos que le
inducen a fijarla de un modo peculiar y personal sobre el papel."
Curt A. Honroth
En la estructuración zonal tripartita de nuestros sistemas
alfabéticos occidentales encontramos que los procesos simbólicos
sincronísticamente relacionados con procesos inconscientes resultan
transfronterizos a la zona media de escritura; por debajo de la misma en lo
relativo a los procesos pulsionales e instintivos inconscientes, por encima de
la zona media, procesos inconscientes relativos a representaciones colectivas y
valores socio-culturales a los que el sujeto se halla inevitable e
inconscientemente expuesto.

Esta escritura corresponde a un sujeto de 39 años, aspirante en
una selección de personal a un puesto de técnico comercial. Además de la
escritura manuscrita, la empresa le requiere dibujar tres árboles, en tres
folios diferentes; finalmente se le indica que escriba un discurso improvisado
sobre el segundo árbol. Como se puede apreciar en la ilustración, las últimas
líneas del escrito (en la que los automatismos inconscientes están plenamente
desplegados), la inclinación axial de las letras se intensifica notablemente y
el grafismo se “acelera”. Como complemento del análisis grafológico, una
lectura del contenido de dichas líneas puede resultar revelador de la carga
emocional de las mismas, grafológicamente exteriorizada en la intensificación
grafo-afectiva de su inclinación y dinamismo. El escribiente, al hablar del
árbol está proyectando su personalidad en las características que describe del
mismo, con lo que, el grafismo acusa y traduce grafo-sintomáticamente su
auto-alusión. El escribiente habla de un ciprés aunque su intención era dibujar
un abeto. Nos habla de su estilo y de su presencia en los cementerios (el
ciprés es un árbol consagrado entre los clásicos a Hades-Plutón) así como en
los caminos que conducen (“acceden”) a las grandes mansiones... cuando el
escribiente comienza a hablar de las cualidades del tipo de personas que habita
dichas mansiones, comienza a inclinar e intensificarse su emotividad “...una
persona elegante y con clase...”. Su firma por cierto, sobrealzada y ubicada al
centro-izquierda, resulta coherente y significativa respecto de la descripción
y sentimiento subjetivo que el escribiente está manifestando de sí mismo, sus
aspiraciones y sentimientos respecto de su yo ideal.

En esta escritura de la actriz argentina Nya Quesada, apreciamos
lapsus o actos fallidos en tres palabras señaladas con flechas. En la frase,
donde Nya dice "me gusta la libertad mucho, mucho, sin ella el ser humano
no puede vivir y no puedo realizarse". El cambio, a buen seguro
involuntario, de "puede" por "puedo", supone una
declaración inconsciente de frustración y queja, como si quisiera decir con
ello "a mi que me gusta y valoro tanto la libertad, no se me ha permitido
realizarla".
En la palabra "linda" de "qué linda es la
vida" el accidente gráfico consiste en un retoque-temblor-reenganche que
hace pensar en una perturbación o choque emocional respecto de su contenido,
así como en la palabra "sensibilidad"; "qué linda es la
vida" es una expresión de deseos, le gustaría que así fuera. A Nya Quesada
le desparecieron durante la dictadura argentina a su hija, yerno y nieto; al
nieto se lo devolvieron, a su hija y yerno los mataron.
La firma, de mayor tamaño que el texto, así como su ubicación a
la derecha y su breve rúbrica, apenas esbozada, resulta grafológicamente
interpretable como expresión de un sentimiento satisfactorio de la propia
imagen y condición personal.

Repentino cambio de formato en un
contexto de escritura en mayúsculas. Se trata de un fragmento de una postal
donde el escribiente señala que se encuentra "bien", estando en
realidad deprimido y desalentado por circunstancias puntuales. El acto fallido
recae en este caso sobre la palabra "bien" que cambia de formato a
minúsculas con la consiguiente minusvaloración y degradación que ello,
simbólicamente conlleva. Es ésta, a nuestro entender, la manera en que el
escribiente manifiesta involuntariamente, es decir, inconscientemente, su
impostura, señalando que, en dicha palabra se encuentra la clave para
comprender "la verdad de la situación". Como se ve, la dirección de
las líneas es imbricada descendente, con lo que la grafonomía del escrito apunta
también hacia una afectividad puntualmente deprimida.
La configuración armoniosa del sistema grafonómico personal
Para el talentoso y carismático continuador de la singladura
Michoniana, J. Crépieux-Jamin, la armonía gráfica, es el elemento criterial
decisivo que marca la diferencia entre la superioridad e inferioridad de las disposiciones
caracterológicas. La armonía del sistema escritural se deduce de la coherencia
y funcionalidad del sistema gráfico personal, escrituras sin especiales
discordancias ni perturbaciones gráficas, en definitiva, escrituras cuya
constelación de variables gráficas denotarán aptitudes creativas y de
equilibrio en una personalidad bien adaptada a su circunstancia vital y entorno
socio-cultural.
Esta variable criterial holística, representa un elemento
imprescindible en la debida contextualización de las variables analíticas
referidas a aspectos parciales de la escritura, como pueden ser las
escrituras-tipo: muy pequeña, espaciada, lenta, angulosa…, por poner un mero
ejemplo: una escritura muy pequeña en un ambiente gráfico en el que prima una
configuración eurítmica y armoniosa tendrá diferente sentido y significación
que el mismo signo o variable en un ambiente gráfico desfavorecido por un
ambiente general disarmónico.
“El sistema
global de la escritura tiende a compensar las características excesivas o
deficientes de una variable.”
Jaime Tutusaus
La armonía gráfica en el contexto global de una escritura es
expresión de equilibrio psicosomático y de actitudes adaptativas. Muestra una
atmósfera personal psicológicamente higiénica y una conducta en general adecuada
a las motivaciones e intereses de la persona.
Es preciso señalar asimismo, la necesidad de no equiparar o
confundir la armonía gráfica con la escritura meramente ordenada. Es también
conveniente no incluir la escritura ordenada en el registro de las especies o
variables dominantes, de las que hablaremos más adelante. El orden caligráfico
y máxime, cuando éste resulta en extremo estricto y/o convencional suele ser
expresión de la aceptación e integración de cánones y reglas sociales, que
resultan a menudo sintomáticas de una educación firme e incluso estricta, que
centra sus valores en la corrección de los aspectos formales de la organización
personal.
La escritura armoniosa traduce relaciones de equilibrio en
el aparato psíquico del sujeto escribiente; los procesos mentales tienen lugar
en un ambiente anímico de sosiego y equilibrio que permite una adaptación eficiente.
“El experto
grafólogo sabe captar una serie de elementos que le indican de forma inmediata
si una escritura es de nivel avanzado, propia de una mente desarrollada (para
el bien o para el mal) o bien corresponde a una mentalidad acartonada en sus
contenidos iniciales. (...) Se han necesitado bastantes años para poder
explicar este aspecto trascendental de la originalidad y de la armonía, como
estética verdadera y en ocasiones oculta como algunos componentes del arte
abstracto, pero no es que no se conociera por nuestros antecesores, pues el
propio Juan Huarte de San Juan, médico y escritor, ya lo había intuido en su
obra Examen de ingenios para las ciencias, auténtico tratado de orientación
profesional con bases grafológicas publicado en 1575, si bien entonces chocaba
con las tendencias formalistas de la época; precisamente se consideraba bonita
la letra dibujada como fiel reproducción de su modelo y en cambio Huarte de San
Juan comprobó que a mayor “entendimiento” (mentalidad superior) más se apartaba
la escritura del modelo, adaptando características antocaligráficas como
podrían ser la velocidad y la simplificación de los trazos, sin adoptar formas
artificiales extravagantes y por el contrario <> de la forma se contradecía con esta capacidad de
profundización intelectiva y caracterizaba a las personas superficiales y que
adoptan el modelo aprendido sin trabajar la mente para enriquecerse con nuevas aportaciones.
(...) Los grafólogos clásicos ya fueron dando pistas sobre los fenómenos que configuraban
la superioridad y la inferioridad en la escritura en el sentido filosófico
plasmado por la estética en el arte, la cual no debe jamás confundirse con la
moda, la apariencia ni la extravagancia, y entre estas definiciones la más
difícil de todas la constituye la armonía, porque supone la justa medida, el
equilibrio dinámico e integral de las fuerzas opuestas y contradictorias.
(...) Los
propios grafólogos, antes de conocer las teorías de la inteligencia emocional
de Goleman, ya mostraban características comunes a esta inteligencia emocional
armonizadora de la personalidad. Jaime Tutusaus nos habla, por ejemplo, de:
rapidez, triple anchura, flexibilidad, simplificación, combinación, fluidez y
originalidad. (...) ...otro ejemplo sería el de la escritura <>
de E. Caille: originalidad de forma y ritmo espacial, combinaciones personales,
formas polimorfas irrepetibles o bien formas desnudas (simplificadas).”
Francisco Viñals - Mª Luz Puente
El sistema gráfico personal en progresión
Con el nombre de escritura progresiva se califica a toda
aquella constelación de signos que mayoritariamente favorecen la continuidad
del trazado y su progresión dextrógira, dinámica e inteligentemente enhebrada -
interrelacionada-. La escritura progresiva es el factor clave en la orientación
adecuada de la libido. Con este criterio, el grafólogo o Grafoanalista puede
interpretar las variables grafológicas en clave adaptativa y desde una
perspectiva causal y/o sincronística positiva.
Los signos considerados progresivos, denotan una orientación
personal basada en la funcionalidad del sistema gráfico, y representan una
clave grafológica fundamental de la positiva relación existente en los procesos
mentales que tienen lugar en el seno de la interioridad del sujeto escribiente.
En todas y cada una de las categorías grafonómicas (géneros
gráficos) encontramos signos que responden a una progresión positiva del
sistema gráfico personalizado, con una valoración grafológica favorablemente interpretable,
frente a signos que denotan regresión, es decir, que obstaculizan, frenan o se
oponen al desarrollo funcional del trazado caligráfico, signos mal
sincronizados con la función expresiva y comunicativa del lenguaje escrito. Los
signos regresivos suponen un anclaje a estadios de desarrollo escritural
primarios, que deberían haber sido sustituidos, de manera espontánea, por
habilidades y rasgos de evolución caligráfica más dinámicos y funcionales.
También resultan sintomáticos de una simbolización proyectada de procesos
psicológicos poco adaptativos o directamente expresión de determinados
conflictos psicológicos.
Una escritura sólo será considerada como regresiva, cuando
el predominio de los signos regresivos sea evidente, sobre todo en aquellas
variables o especies-tipo consideradas dominantes, que son en definitiva, las que
llevan "la voz cantante" en el sistema gráfico personal.
Consideraremos regresivos aquellos signos que manifiestan
una descompensación de la cohesión y euritmia del conjunto gráfico de la
escritura.
La escritura que se ha desorganizado -desorganizada-
constituye una regresión en grado superlativo del sistema gráfico personal, una
involución escritural que obedece habitualmente a procesos mórbidos neurodegenerativos,
como puede ocurrir en patologías como el parkinson, una apoplejía o como consecuencia
de la senilidad. Las variables grafonómicas en este caso sufren un proceso
regresivo que retrotrae a torpeza e inhabilidad escritural de los sujetos
inhábiles en este terreno.
Las escrituras desordenadas, desproporcionadas, confusas,
ilegibles, excesivamente espaciadas, o concentradas en exceso, los márgenes
inexistentes o inadecuados…
El desorden gráfico evoca una organización deficiente así
como la carencia de hábitos adecuados para una gestión eficiente de los
recursos a disposición del sujeto. La inestabilidad emocional en general, la inmadurez,
la carencia de habilidades y estrategias organizativas, así como el
neuroticismo como superfactor, pueden condicionar escrituras desordenadas que
corresponden a deficiencias en este terreno…
Las desproporciones en el sistema gráfico personal, en
general, apuntan a una carga de subjetividad que dificulta la objetividad y por
tanto la capacidad crítica que caracteriza a los sujetos individuados y
maduros.
El espaciamiento excesivo denota una falta de integración
que podría ser sintomática de angustia y desarraigo emocional propio de las
personas con dificultades de adaptación.
Las escrituras muy grandes o muy pequeñas, estrechas,
sobrealzadas, con mayúsculas inflacionarias, angulosas, radicalmente modélicas,
en mayúsculas poco dinámicas e impersonales, con formas complicadas, bizarras,
descendentes o irregulares en la orientación espacial de las líneas,
ambivalentes de inclinación, invertidas en exceso (inclinación sinistrógira),
reenganchadas, fragmentadas, con lapsos de cohesión, lentas, retardadas,
inmóviles, flojas, blandas, pastosas, con temblores, torsiones, retoques…
constituyen algunos de los signos grafológicos que pueden ser considerados como
regresivos y que, si predominan en el sistema gráfico personal, lo hacen
regresivo.
ELANÁLISIS GRAFOLÓGICO
Anticipar la conducta previsible de un sujeto a partir de su
peculiar topografía grafonómica, así como inferir los rasgos más salientes de
su personalidad, motivaciones y circunstancia anímica, forma parte de un protocolo
de aplicación al que cada grafólogo debe adscribirse en función de unos
criterios específicos que, si bien admiten variaciones y matices en relación a
la escuela u orientación del profesional, deben seguir unas pautas universalmente
válidas para la decodificación de los símbolos y fenómenos grafológicos que
definen y son expresión de la individualidad del escribiente.
El protocolo de análisis grafológico, desde nuestro punto de
vista, se desarrolla a través de dos tiempos o procesos
a) el registro exhaustivo de las variables grafonómicas
presentes en la escritura objeto de análisis
b) la interpretación de dichas variables en función de los
constructos, relacionados con la individualidad del escribiente, que sean
objeto de nuestro interés.
La Grafología General, esto es, los conocimientos
grafológicos que establecen correlaciones grafonómicopsicológicas, permiten sin
gran dificultad adscribir significados grafológicos a cualquier modelo de personalidad
y/o descriptivo de la individualidad humana, partiendo de la significación
universal y arquetípica, de los síndromes de signos grafológicos y de sus
analogías y equivalencias funcionales en relación a la conducta.
El proceso de registro de variables grafológicas para el que
podemos servirnos de la Escala de Registro de Variables Grafológicas,
(E.R.V.G. - Moreno, 2004 - se adjunta al presente escrito-),
pretende establecer un mapa conceptual así como una descripción
anatómico-topográfica del sistema gráfico personal, es decir, de los rasgos y
peculiaridades grafonómicas que caracterizan el escrito objeto de análisis.
La combinación de rasgos y variables grafonómicas que
presenta una escritura, en todos y cada uno de sus aspectos cuantitativos y
cualitativos, tanto analíticos como globales, constituye un sistema
gráfico-personal tan idiosincrásico que permite afirmar con total rotundidad su
absoluta exclusividad y diferenciabilidad.
La primera consideración que se deriva de la convivencia
sensorial y perceptiva del Grafoanalista con el grafismo es lo que hemos venido
a denominar "el ambiente gráfico"; se trata de la configuración o
impronta en mayor o menor medida afortunada que presenta la escritura
considerada como un TODO indivisible. Sería, de alguna manera, una valoración
de la potencia, expresividad y carisma que la escritura manifiesta, desde una
perspectiva holísticamente considerada.
Esta valoración es clave fundamental en el análisis
grafológico al permitir ambientar o contextualizar debidamente los signos o
variables analíticas y parciales que encontraremos en el proceso de registro.
De ella depende en gran medida, que un mismo signo sea interpretado con arreglo
a unos criterios u otros.
El ambiente gráfico global se deriva del grado de armonía de
los elementos constitutivos de la escritura, de su nivel de individuación o
diferenciación, y, aunque queda implícitamente recogido en las anteriores consideraciones,
en el tipo de dinamismo gráfico del trazado.
Así, encontraremos escrituras que responden a un ambiente
gráfico positivo, netamente individuado y desarrollado, habitualmente muy
expresivo y ampliamente interpretable (por su riqueza de matices y simbolización
gestual), escrituras de ambiente gráfico negativo, poco diferenciadas y
claramente inarmónicas, con signos regresivos que denotan actitudes disonantes,
inadaptativas, y en general, manifestación de sujetos poco desarrollados; y
finalmente, un amplio espectro muestral de escrituras cuya configuración global
responde a un ambiente gráfico convencional, a mitad de camino en el continuo indiferenciación-diferenciación
escritural.


Otra de las maniobras capitales en la aprehensión de la
conducta gráfica es la identificación de las variables principales o dominantes
de la escritura en proceso de análisis. Se trata de las especies gráficas o
escrituras tipo más prominentes, de aquellas que presentan una intensidad en el
conjunto gráfico de tal magnitud que resultan claramente protagonistas,
definitorias y representativas de su particular impronta grafológica.
Estas especies o variables dominantes, de carácter
analítico, son esenciales para el diagnóstico grafológico de la individualidad
ya que su intensidad y prominencia revelan la importancia y significación
primordial del lenguaje y psicología que les subyace; son los signos expresión
de las líneas maestras sobre las que gravita la personalidad, actitud y
conducta habitual del escribiente. Su omisión en el registro de variables grafonómicas
equivale a errar en el discernimiento del tipo de persona que está detrás de un
manuscrito.
Crépieux-Jamin, en su exposición del método, señala quince
principios a tomar en consideración cuando se aborda grafológicamente un
escrito. De entre los que mantienen plena vigencia, encontramos uno alusivo a la
observancia de los signos dominantes, dice así:
"De los
errores que puedan cometerse en una definición el más insignificante será
olvidar uno, o varios, signos poco importantes; el más grave, y sin remedio,
equivocarse en el primer plano de la definición."
Las variables dominantes serán la "espina dorsal"
sobre la que se articule la interpretación grafopsicológica. Éstas, desde mi
modesta experiencia, no suelen ir más a allá de cuatro. Lo habitual es que,
entre tres y cuatro grandes movimientos escriturales sistemáticos definan este
primer plano del registro de variables con que caracterizamos una escritura.
Ahora bien, la potencia interpretativa de estas tres o cuatro variables es enormemente
significativa y habitualmente del asombro de quien nos solicita un criterio
grafológico informal.
Evidentemente, las variables dominantes ejercen un influjo
importante en la determinación del ambiente gráfico, siendo a su vez afectadas
positiva o negativamente por dicho ambiente gráfico global, es decir, hay una
determinación mutua entre el ambiente gráfico y las variables dominantes.
Las variables secundarias o subdominantes, que no son otra
cosa que las especies de intensidad media que constituyen el conjunto restante
de variables sistemáticas que afectan y definen una escritura, completan el panorama
de los grandes signos grafológicos, manifestación gráfico-conductual del
universo psicológico del escribiente.
También las variables subdominantes afectan y contribuyen a
la configuración global o ambiente gráfico de la escritura, siendo a su vez en
gran medida determinadas en su significado, por dicho ambiente.
Los pequeños signos, modos o gestos-tipo, son todos aquellos
gestos gráficos que se aprecian en determinadas letras o parte de las mismas,
como trazos iniciales o finales, y en general, todos aquellos pequeños signos
que aún siendo recurrentes y sistemáticos, acontecen en lugares o zonas
específicas del trazado, letras o locus grammáticos.
Indiferenciación grafo-escritural
Convencionalismo escritural Individuación escritural
Los gestos-tipo suponen una gesticulación adicional en la
conducta gráfica que, en muchas ocasiones, resulta especialmente significativa
de la idiosincrasia del proceso grafo-escritural. En los procesos de cotejo
pericial caligráfico, donde de lo que se trata es de discernir la
uniprocedencia del grafismo (en firmas, anónimos, testamentos hológrafos…), los
pequeños signos, a menudo únicamente perceptibles a través de instrumentos de
amplificación óptica, como el microscopio, resultan capitales para la emisión
de un dictamen sobre la autenticidad o falsedad del grafismo.
Aunque el significado grafológico de los signos puntuales
debidamente contextualizados, es conocido y claro, el análisis grafológico debe
abstenerse de ser emitido en base únicamente a este tipo de señales grafonómicas
por muy elocuentes y significativos que pudieran resultarnos. Si estos signos
resultasen muy salientes y generalizados en el grafismo se convertirían por
derecho propio en especies o grandes movimientos escriturales y, a veces,
cuando resultan especialmente sobresalientes, en variables dominantes de la
escritura de la que son expresión.
El contexto gráfico, en mayor o menor medida positivo, será
decisivo en la interpretación de dichos signos menores, (menores en cuanto a
generalización y presencia en el desarrollo del trazado, aunque de gran importancia
en cuanto a su virtual significación grafológica).
La grafonomía del escribiente, no estaría completa si no
atendiésemos también al complejo firma-rúbrica. Las variables grafonómicas que
presenta la firma así como el diseño rubrical que a menudo la acompaña, cierran
el círculo que completa la identidad gráfica del sujeto. La firma-rúbrica
corresponde a menudo a una gesticulación gráfica diferente de la que tiene
lugar en el texto común. En éste, la finalidad es la función comunicativa,
estando sujeto a unas pautas normativas insoslayables, a pesar de las variables
que el filtro psico-fisiológico del escribiente le impone al modelo
personalizándolo y deformándolo. Sin embargo la firma, presenta la importante
peculiaridad de carecer de una legislación o modelo en qué sustentar su diseño.
Esta característica y privilegio, hace al grafismo
signatural acreedor de una libertad de ejecución que facilita en gran medida la
expresión de la propia identidad psicológica, especialmente referida, más que a
las pautas habituales de conducta del escribiente como ocurre con el texto
común, a la cosmovisión, ambiciones, representación del mundo, de la propia
imagen, y, a menudo, a las variables dominantes del carácter y mecanismos
defensivos del Yo. Firmar es afirmar y afirmarse, y entraña una significación
clásica y operantemente condicionada por el auto-concepto y la auto-estima. El
niño es reforzado positiva o negativamente respecto a su identidad, por
asociación con su nombre en el primer ambiente familiar y en su apellido en su
ambiente social-profesional al que es iniciado a partir de su escolarización;
ambos, nombre y apellidos, quedan condicionados desde el punto de vista no sólo
lingüístico sino también grafológico a través de las variables y automatismos
auto elegidos para firmar.
Es frecuente que la firma muestre rasgos grafonómicos
diferentes a los identificados en el texto común. Efectivamente, se trata de
dimensiones de la personalidad en cierto modo diferentes. El texto nos
permitirá identificar mayormente la conducta habitual del escribiente, las
contingencias cotidianas y su interacción con el mundo, con los demás, frente a
la firma-rúbrica que mostrará sobretodo el enfoque y ambiente íntimo asociado
al sentimiento de Sí. Todos los elementos reseñados, registrados con
exhaustividad por el Grafoanalista, han de proporcionarnos el mapa
grafonómico-descriptivo de la conducta gráfica, de todos aquellos símbolos y
señales que la definen y caracterizan. A partir de aquí comenzarían las labores
de inferencia y relación con constructos de personalidad, estilos cognitivos,
factores relacionados con la afectividad…, que interese conocer en función de
la aplicación y orientación que corresponda darle al informe.
Evidentemente, no es posible proporcionar un conocimiento de
las relaciones de significado que guardan las variables grafonómicas en sí
mismas y en conjunción con el ambiente gráfico aquí, por requerir mucho tiempo
y experiencia perceptual, pero, en todo caso, el proceso a seguir conlleva la
necesidad de que el Grafoanalista haya asimilado y resulte competente en la
comprensión de lo que podemos denominar, el "lenguaje grafológico".
Las dos escrituras que siguen a continuación son dos
ejemplos de grafismos intensamente individuados y carismáticos. Corresponden a
mentalidades superiormente adaptadas, equilibradas y con un grado de amplitud e
inteligencia muy notables. La de la figura 13 es del Cardenal español Vicente
Enrique y Tarancón quien jugó un papel muy importante en la apertura de la
Iglesia española a la democracia tras la dictadura franquista.
La que corresponde a la figura 14 es del Dr. Rof Carballo;
en esta última, los signos de objetividad, inteligencia, capacidad de síntesis,
lucidez, determinación, carácter y capacidad de observación, entre otros, son
más que evidentes.
GRAFOLOGÍA Y DISEÑO GRÁFICO PUBLICITARIO
La conducta gráfica manuscrita tiene la virtualidad de
exteriorizar de manera, en gran medida inocente, el talante actitudinal, los
factores de personalidad y el estatus anímico del sujeto escribiente, además de
las cualidades cognitivas y otras capacidades relacionadas con los procesos
mentales superiores; gran parte del comportamiento gráfico se produce de un
modo involuntario, inconscientemente elaborado, merced a los automatismos que
controlan la conducta gráfica en la escritura de aquellos sujetos que hayan
adquirido competencia grafomotriz.
Ahora bien, resulta sorprendente, sobre todo para quienes
convivimos habitualmente con la fenomenología grafológica, observar que dicho
lenguaje simbólico-emocional y actitudinal que acontece, como hemos dicho, de
manera involuntaria en la escritura, puede ser observado en la ingente cantidad
de creaciones publicitarias a las que estamos expuestos a diario por medio de
periódicos y revistas, grandes vallas publicitarias, carteles y rótulos
comerciales, octavillas y cartas con ofertas de artículos y/o servicios…, así como
en la imagen corporativa de empresas e instituciones a través de sus
respectivos y representativos anagramas y logotipos distintivos.
Todo ello nos lleva a la conclusión de que, realmente
estamos frente a un lenguaje natural, emocional y simbólico, directo y
arquetípico, que conecta la realidad interior de la experiencia subjetiva con
el mundo objetivo, a través de estímulos representacionales cuya lectura
subliminal e intuitiva ejerce un poderoso y omnímodo influjo sobre el ser
humano.
Las variables manejadas en las creaciones publicitarias, son
indiscutiblemente, entre otras, aquellas que sirven para la aprehensión de la
conducta gráfica manuscrita.
Estas variables, clasificables a través de nueve categorías
analíticas más los criterios de valoración holística en cuanto a su configuración
global, es decir, al formniveau gráfico (Klages), permiten una lectura, en
mayor o menor medida coherente y afín al mensaje publicitario que se pretende
transmitir.
Así, el tamaño y sus diferentes modalidades y
variantes resultará susceptible de ser empleado en el manejo de criterios
relacionados con la "consideración emocional" y la
"importancia-relevancia" del elemento representador que queremos
realzar. El tamaño enfatizará emocionalmente y de manera inmediata, el mensaje pretendido,
otorgando al símbolo, palabra o frase, un adicional realzamiento de su carga
emocional y sentido explícito y manifiesto.
Es preciso manejar asimismo, tanto en relación con este
parámetro como con el resto de categorías, la simbólica arquetípica subyacente
al espacio gráfico. El sobredimensionamiento de objetos en la zona media puede
constituir una alegórica representación inflada del Yo y por tanto una
elicitación de sentimientos egocéntricos. El sobredimensionamiento de los
objetos-imágenes, suscita una sensación de elevación análoga al sentimiento que
la experiencia subjetiva del orgullo y la auto-distinción produce. La zona
inferior prolongada constituye una manifestación gráfica, que en relación con
esta categoría, otorga protagonismo gráfico a las representaciones relacionadas
con la esfera pulsional de los instintos y necesidades biológicas.
Supone una llamada de atención a la dimensión de lo ctónico
y de lo telúrico-instintual. Hace tiempo que sostengo la hipótesis de que la
atribución universal y arquetípica de significados que relacionan la zona inferior
con el mundo de la irracionalidad preconsciente y los peligros que sus
representaciones constelan, podría constituir una reminiscencia de la condición
anterior al salto evolutivo de nuestro antecesor biológico, en que la
proximidad sensorial y postural a la tierra, una vez conquistada la postura
erguida y con ella la encefalización que posibilita las habilidades superiores
y la consciencia reflexiva, constituye una amenaza de regresión, de tal manera
que, atribuyendo a la zona inferior todo lo negativo, infernal y oscuro se
constela una precaución y distanciamiento de todo cuanto amenace el estatus
racional y la conciencia humana, tan ardua y recientemente (en la filogénesis)
conquistada. La forma, como categoría analítica, o género gráfico
en la terminología jaminiana, es el parámetro que permite manejar el
enmascaramiento adecuado a la entidad o producto que se pretende representar.
Los continuos o dimensiones ángulo vs curva, complicación-ornamentación vs
sencillez-simplificación, formas clásicas-modélicas vs
personalizadas-vanguardistas…, permiten manejar el talante, las emociones y sentimientos
que en relación a dichas dimensiones, tal y como evidencia el grafismo
manuscrito de manera espontánea y natural, se hallan asociadas y arraigadas en
la mentalidad colectiva.

La inclinación de las letras, figuras,
imágenes, textos publicitarios…, transmitirá de una manera sencilla pero muy
eficaz la propensión extravertido-introvertida de la empresa o producto que se
está representando y caracterizando, así como la "sensación" de
dinamismo, movimiento y progresión de las actitudes que se pretende transmitir
como asociadas al producto, idea, empresa o institución.
La inclinación es una modalidad de expresión gráfico-emocional
que se basa en el virtual predominio de los criterios actitudinales generales
que confrontan la razón frente al sentimiento.
En la perpendicular o vertical de los objetos, letras,
imágenes, escrituras…, encontraremos las actitudes racionales fundamentadas en
la objetividad y el autodominio; también podría incrementar la sensación de imparcialidad
y/o de frialdad disposicional.
El sentimiento tiene su expresión y reflejo, en relación a
este parámetro o categoría, en la inclinación efectiva, tanto si ésta está
orientada a la derecha (inclinación dextrógira) como a la izquierda
(inclinación levógira, sinistrógira o invertida). La inclinación dextrógira es
expresión del anhelo-propensión al contacto y la exteriorización del
sentimiento. Corresponde de manera cierta a la actitud extravertida.
La inclinación sinistrógira, es virtual expresión de una
retracción del sentimiento y la actitud, que transmite y refleja la idea de la
retirada o distanciamiento disposicional respecto del objeto; supone un repliegue
hacia la interioridad. Corresponde a la actitud introvertida, reservada,
prudente-desconfiada y, cuando el ángulo de inclinación sinistrógira es muy
intenso (caída a la izquierda), a la reserva extrema, y en general a una señal grafológica
en la que el ensimismamiento y las dificultades de comunicación serán más que
ciertas y diagnosticables.
La dirección u orientación espacial de las líneas es
otro de los parámetros con que el escribiente manifiesta, sin tener consciencia
de ello, las coordenadas de su afectividad, así como el publicista la
excelencia y sentimiento de optimidad que debe acompañar la esencia e influjo
de su mensaje.
Esta categoría y sus variables específicas resulta sumamente
expresiva y elocuente del estatus anímico del escribiente, un auténtico
termómetro afectivo que evidencia, por ejemplo, mediante líneas descendentes
y/o sinuosas, signos claros de surmenage, desánimo, distimia y/o depresión
(doble depresión), propensión al suicidio y en general, todos aquellos procesos
y estados anímicos que deprimen el sistema nervioso y afectan al resto de
procesos mentales mediante pensamientos/sentimientos de pesimismo, abatimiento,
incapacidad para el afrontamiento activo de los problemas, melancolía…, etc.
Por contra, las líneas estables, firmemente ancladas en su
línea de base, así como aquellas otras que son moderadamente ascendentes,
muestran la confianza y el optimismo del luchador y del anímicamente estable. Líneas
que ascienden formidablemente en las firmas de los sujetos ambiciosos y que el
publicista sabrá manejar mostrando la positividad y excelencia de "todo
aquello" que asciende.
El dinamismo, el movimiento, la velocidad,
resulta un aspecto o categoría de análisis de gran importancia al ser,
precisamente, aquella dimensión que otorga "vida" y personalización a
la escritura.
Evidentemente, cuando se manejan tipografías y objetos
estáticos que no permiten adentrarse en el proceso de su elaboración, como sí
ocurre en el caso de escrituras manuscritas, es necesario recurrir a alguna de
las variables que aparecen asociadas a la velocidad y el movimiento de manera
espontánea en el proceso grafoescritural, suscitando así dicha sensación de
movimiento.
Los grafólogos y en general, todo estudioso de la
fenomenología escritural, sabe, que hay signos concomitantes a la velocidad y
dinamismo gráfico, variables grafonómicas que favorecen la progresión del trazado
manuscrito y que son causa/consecuencia del mismo.
Son los signos progresivos los elementos favorecedores del
dinamismo y desenvolvimiento adecuado del trazado escritural. En especial, la
inclinación dextrógira, el coligamiento de las letras, los trazos curvilíneos, las
combinaciones inteligentes y personalizadas del trazado entre letras, la
simplificación de las formas…
Un ejemplo un tanto simplista podría ser ÉSTE frente
a éste, o a éste
evidentemente, en la tipografía, caligráfica, ligada e inclinada de la última
palabra se sugiere dinamismo y movimiento, al ser estas, algunas de las
variables que acontecen de manera natural cuando el grafismo adquiere dinamismo
en las escrituras manuscritas.
El movimiento y la velocidad escritural son garantía de
energía y dinamismo personal, así como de espontaneidad y autenticidad en la
conducta.
La presión ejercida al escribir, si es profunda
e intensa, produce fenómenos grafológicos como el mayor o menor grosor o
calibre de los trazos y el relieve o contraste de los mismos. Dichas variables,
expresión de la energía vital, el carácter y la fuerza temperamental, la
resistencia y el empuje volitivo… del sujeto escribiente, pueden ser utilizadas
en la creación y diseño gráfico con la finalidad de alinear la información y/o
el mensaje pretendido con un continente emocional y grafológicamente
propiciador.
El trazo grueso resulta alusivo y simbólicamente emparentado
a lo sensorial y material, mientras que los trazos finos o ligeros son
expresión de delicadeza, sensibilidad y predominio de la vivencia
interiorizada.
La continuidad o cohesión del trazado alude a
una constelación de fenómenos gráficos que se refieren fundamentalmente a las
relaciones entre las letras y a la continuidad de los movimientos gramáticos.
Vamos a encontrar en relación a esta categoría, variables
como las escrituras o tipologías ligadas, hiperligadas, agrupadas, desligadas,
fragmentadas, reenganchadas, combinadas, progresivas…, todas ellas expresión
grafológica de los estilos cognitivos, los modos de aprehensión de la realidad,
el comportamiento cooperativo…
El Orden resulta representativo del grado de
formación, experiencia y capacidades de organización del escribiente, su
desarrollo cognitivo y tendencia a la objetividad y claridad conceptual, así
como de la operatividad y funcionalidad con que va a disponer de sus recursos…
La "@" como emblema arquetípico
Uno de los signos representativos de la post-modernidad y de
la revolución que las nuevas tecnologías ha ejercido en todos los órdenes de la
vida social y cultural, es la "@". Se trata, efectivamente, de un
signo con varios siglos de existencia entre nosotros, a la par que un símbolo
emergente de una nueva realidad social y cultural.
Lo verdaderamente curioso de este símbolo, marginado e inoperante
pero superviviente en las viejas máquinas de escribir, es su elección por parte
de Ray Tomlinson, racional y funcionalmente debida a la exclusividad que
presagiaba y prometía en su función al ser un carácter sin una asignación actual
específica, así como a su rango lingüístico de preposición en inglés
("at").
Sin embargo y, pese a la lógica y racionalidad de dicha
intención, su formato y diseño resulta cuando menos arquetípicamente reconocible
y relacionable con el Sí-Mismo. Efectivamente, se trata de un símbolo de
globalidad, de Totalidad, de una plenitud evocada a través de la superposición integrada
de una "a" y una "o".
El símbolo de la "@" puede ser contemplado como la
emergencia colectiva de una realidad subyacente a la psique personal y que
apunta hacia una nueva-antigua aspiración, el anhelo arquetípico de
totalizarse, de realizar la androginia psicológica o espiritual.
Ya en mi libro "Grafología y Diseño Gráfico
Publicitario", hice extensa alusión a este símbolo y a su empleo en
rótulos y creaciones publicitarias, llamando la atención sobre el concepto de
androginia psicológica que debemos a la psicóloga estadounidense Sandra Bem.
La Grafología y el Diseño Gráfico Publicitario tienen un
campo de comunicación e intercambio de ideas, conocimientos y experiencias
amplio y prometedoramente productivo.
Breve reseña de bibliografía grafológica:
-
Grafología Analítica. Introducción a la
Grafopsicología - Manuel J. Moreno . Ed. Peñatú (1999)
-
GRAFOLOGÍA Y DISEÑO GRÁFICO
PUBLICITARIO. Grafopsicología de los logotipos, anagramas, páginas web y
carteles publicitarios - Manuel J. Moreno . Ed. LASRA (2003)
-
Escritura y personalidad - Augusto Vels
. Ed. Herder
-
Psicodiagnóstico por la escritura -
Francisco Viñals y Mª Luz Puente - Ed. Herder (1999)
-
Grafología Superior - Mauricio Xandró.
Ed. Herder
-
El simbolismo de la escritura - Max
Pulver . Ed. Victoriano Suárez
-
Grafología y Ciencia - Alfred Binet -
Ed. Paidós
-
Escritura y Carácter - Ludwig Klages -
Ed. Paidós
Breves apuntes acerca de la psicología de los movimientos y
expresiones gráfico analíticas en la escritura
La grafología estudia las expresiones gestuales que tienen
lugar a través de la conducta gráfica; manifestaciones que se valen de un
lenguaje arcaico y universal, esto es, del lenguaje de lo simbólicoarquetípico.
Las correlaciones psique-escritura han sido y son objeto de
estudio por parte de los grafopsicólogos. Sin el rigor necesario que implicaría
contextualizar los signos en su propio ambiente gráfico y las combinaciones de
los grandes movimientos escriturales, que Crépieux-Jamin denominó especies, en
una escritura concreta, la codeterminación de sus aspectos grafológicos
dominantes, el grado de diferenciación (formniveau) del trazado escritural, la
armonía del conjunto gráfico,... etc., vamos a indicar, de modo cuasi telegráfico
algunas de las connotaciones de significado más habituales con las que aparecen
asociadas las variables grafonómicas de la conducta escritural, clasificadas en
ocho categorías analíticas o géneros gráficos. El signo "+" y el
signo "-", aluden al ambiente gráfico positiva o negativamente
diferenciado:
Respecto del tamaño:
Escrituras pequeñas: (+) pensamiento analítico, objetividad,
concentración, introversión (-) timidez, baja autoestima, complejos.
Escrituras muy pequeñas: (+) minuciosidad excesiva, miopía
(-) obsesivo-compulsivos, ensimismamiento y retracción del carácter.
Escrituras grandes: (+) predominio del sentimiento,
extraversión, autoestima, carácter expansivo (-) falta de objetividad y de
rigor.
Escrituras muy grandes: (+) actitud dominante y expansiva,
sujeto temperamental, emotividad sentimiento aristocrático (-) ambiciones,
carácter invasor, apasionamiento.
Escrituras anchas: (+) amplitud de miras, vivacidad,
desinhibición, apertura a la experiencia (-) irreflexión, superficialidad,
imprudencia.
Escrituras estrechas: (+) contención, prudencia, recogimiento,
discreción (-) temores, inhibiciones, inseguridad, angustia.
Escrituras sobrealzadas de la zona media: (+) signo
característico del orgullo y del amor propio, sentimiento de distinción (-)
arrogancia, prepotencia, soberbia.
Escrituras crecientes: (+) candidez, ingenuidad (-) falta de
perspicacia.
Escrituras decrecientes: (+) agudeza mental, perspicacia,
penetración (-) agresividad, imposición de criterios.
Escrituras filiformes: (+) sutileza, don para el trato
diplomático y sagacidad, capacidad de moverse entre opuestos, para negociar y
para conciliar, talento (-) talante escurridizo, irresponsabilidad, falta de
franqueza, indecisión, ambigüedad.
Respecto de la forma:
Escrituras curvilíneas: (+) dulzura, afabilidad,
sociabilidad, adaptabilidad (-) versatilidad, inconsistencia personal,
indecisión.
Escrituras angulosas: (+) energía, dinamismo, disciplina,
fortaleza, carácter, rectitud (-) intransigencia, inadaptabilidad, frialdad,
dureza.
Escrituras redondas: (+) carácter acomodaticio, afectividad,
adaptabilidad, compañerismo (-) egocentrismo, indolencia, falta de compromiso.
Escrituras mixtas: (+) firmeza, equilibrio, carisma personal
(-) ambivalencia, conflictos.
Escrituras modélicas (caligráficas, tipográficas...): (+)
tradicionalismo, sociabilidad, corrección social, integración socio-ambiental
(-) convencionalismo, falta de desarrollo y de individuación.
Escrituras simplificadas: (+) sentido práctico, agilidad
mental, inteligencia, capacidad de síntesis, realismo, individuación, buen gusto.
Escrituras sencillas: (+) franqueza, sencillez,
accesibilidad, naturalidad (-) simplismo, convencionalismo, persona de hábitos
rígidos, inconsistencia.
Escrituras complicadas: (+) Pompa, verbalización seductora,
énfasis en lo accesorio, cualidades para lo descriptivo (-) exageración,
insinceridad, actuación interesada, segundas intenciones.
Respecto de la inclinación de las letras
Escrituras verticales: (+) racionalidad, compostura,
circunspección, rectitud, control y autocontrol (-) frialdad, inaccesibilidad,
insensibilidad, insociabilidad.
Escrituras inclinadas: (+) extraversión, afecto, predomina
el sentimiento y la disposición empática (-) dependencia de los demás (del
criterio ajeno), subjetividad, irreflexión.
Escrituras muy inclinadas (tumbada): (+) apasionamiento,
entusiasmo (-) entusiasmo desbordado, irreflexión, desenfreno.
Escrituras invertidas: (+) introversión, reserva, cautela,
posición defensiva, (inclinación de tendencia natural en los zurdos) (-) falta
de franqueza, disimulo, egoísmo, susceptibilidad, amor propio herido.
Escrituras muy invertidas (caída a la izquierda): (-)
retracción, actitud regresiva, fuerte inhibición
Escrituras oscilantes: (+) flexibilidad, emotividad (-)
indecisión, versatilidad.
Escrituras ambivalentes: (-) ambitendencias, conflicto de
intereses, neurosis.
Respecto de la dirección u orientación de las líneas
Escrituras horizontales: (+) firmeza, estabilidad, rectitud,
sentido del orden (-) rigidez, inflexibilidad, falta de vivacidad
Escrituras ascendentes: (+) entusiasmo, fuerza para afrontar
obstáculos, ánimo exaltable, buen humor (-) estados maníacos, psicosis.
Escrituras descendentes: (-) depresión, fatiga, debilidad
física y/o anímica, melancolía, desánimo.
Escrituras onduladas: (+) adaptabilidad, buen humor, ánimo
inflamable (-) inestabilidad, inconsistencia.
Escrituras sinuosas: (-) inestabilidad, desequilibrio.
Respecto de la velocidad
Escrituras rápidas, dinámicas: (+) agilidad mental,
actividad, fluidez ideativa, creatividad, franqueza, espontaneidad, capacidad
de abstracción (-) improvisación y falta de método, impaciencia, desasosiego.
Escrituras mesuradas: (+) prudencia y equilibrio, sosiego,
decisiones mesuradas, realismo, corrección (-) conducta tendente a la
monotonía, conservadurismo.
Escrituras lentas: (+) reflexión, cautela, sosiego,
estabilidad (-) desconfianza, indecisión, actitud elaborada, conducta
estratégica, vacilación.
Escrituras precipitadas: (+) mente inquieta, impulsividad,
sujetos muy vivaces, informalidad (-) precipitación, desasosiego,
inestabilidad, influenciabilidad, emotividad excesiva, vulnerabilidad emocional.
Escrituras aceleradas: (+) implicación progresivamente
entregada en las tareas, entusiasmo creciente (-) volubilidad, inconstancia.
Escrituras retardadas: (+) prudencia, cautela,
circunspección (-) temor, desconfianza, inhibición, inseguridad.
Respecto de la continuidad o cohesión
Escrituras ligadas: (+) pensamiento analítico, capacidad
deductiva, lógica, discursividad, ánimo cooperativo, solidario (-) falta creatividad
e independencia en las ideas, asunción impersonal y automática de principios.
Escrituras desligadas: (+) intuición, pensamiento inductivo,
agudeza mental, creatividad y riqueza de ideas, observación, independencia,
individualismo (-) falta lógica, espíritu insolidario.
Escrituras agrupadas: (+) actividad cognitiva equilibrada,
tendencia al desarrollo de las funciones mentales (Jung) principal y auxiliar.
Escrituras reenganchadas: (-) incultura e insolvencia
caligráfica, dificultades psicomotrices, senilidad, trastornos mentales,
intranquilidad.
Escrituras fragmentadas: (-) falta de integración
socio-ambiental, disociación y conflictos neuróticos, trastornos de tipo
psicótico.
Escrituras combinadas: (+) Gran agilidad mental y desarrollo
de las capacidades cognitivas, mente creadora.
Respecto del orden
Escrituras ordenadas (regularidad en la distribución
espacial): (+) mente organizada, claridad conceptual, buena gestión de los
recursos (-) apego a las normas y prescripciones, convencionalismo.
Escrituras desordenadas: (+) actuación no planificada,
espontaneidad, creatividad, inquietud (-) incapacidad para una organización
eficiente, ineficacia para organizarse.
Escrituras proporcionadas: (+) realismo, equilibrio,
serenidad, conciencia de la realidad (-) convencionalismo, mediocridad, apatía.
Escrituras desproporcionadas: (+) emotividad,
impresionabilidad (-) falta de realismo, subjetividad, desequilibrios,
susceptibilidad.
Escrituras claras (distribución armoniosa de texto y
espacios): (+) discernimiento, ecuanimidad, claridad conceptual, eficiencia
cognitiva (-) emotividad perturbadora.
Escrituras confusas (suele ir de la mano de la escritura
desordenada (Vels): (-) falta de claridad, de realismo, de ecuanimidad en los
juicios, tendencia a la deslealtad y a la incompetencia en muchos órdenes.
Escrituras espaciadas: (+) independencia, autosuficiencia,
sujetos reflexivos, interioridad, se precisa distancia respecto de los demás
(-) tendencia al aislamiento, actitud defensiva.
Escrituras concentradas: (+) tendencia al trabajo solidario
e integración en el medio, sujetos selectivos en cuanto a sus predilecciones
(-) desconfianza, avaricia, inflexibilidad e intransigencia.
Respecto de la presión
Escrituras de presión profunda: (+) fuerza vital, carácter,
necesidad de conquistar y dominar la realidad material (-) pragmatismo,
insensibilidad, falta de espontaneidad.
Escrituras de presión tensa: (+) firmeza, resistencia,
vitalidad (-) inflexibilidad, rigidez, exigencias.
Escrituras flojas: (+) debilidad, falta de carácter,
inconsistencia, falta de energía.
Escrituras blandas: (-) apatía, pereza, tendencia a la
inactividad.
Escrituras de calibre nutrido (+) equilibrio psicofísico,
vitalidad, actividad, estabilidad.
Escrituras de calibre ligero (fino): (+) sensibilidad,
espiritualidad, capacidad de abstracción, idealismo (-) vulnerabilidad,
inestabilidad de ánimo.
Escrituras robustas (nutridas, rápidas y tensas): (+)
carácter fuerte, carismático, tendencia al liderazgo, afán conquistador y
protagonista (-) agresividad, vehemencia, talante dominador y expansivo, afán
de liderazgo a cualquier precio.
Manuel J. Moreno
Grafoanalista y Presidente del
Instituto de Grafología Analítica
Profesor colaborador en las
Especialidades Universitarias de Ciencias del Grafismo que se imparten en la
Escuela de
Postgrado de la Universidad Autónoma de
Barcelona
Perito Calígrafo Judicial ante los
Tribunales de Justicia
Moderador del Foro Internacional "Lista
de Grafología Analítica y Simbólica"