El
interés de Jacques Lacan, tanto por la letra como por la escritura, atraviesa
toda su enseñanza, comienza con su seminario sobre La Carta Robada de
1957, basado en el famoso cuento de Edgar Alan Poe, sigue con su escrito de ese
mismo año titulado La instancia de la letra en el inconsciente, continua
con Lituraterrre, un artículo que forma parte del Seminario XVIII
en el que nos da un apólogo de lo que es para él la escritura y llega hasta el
final de su enseñanza, cuando introduce una nueva escritura, el nudo borromeo,
construido con redondeles de cuerda. Lacan presenta su nudo por primera vez en
el Seminario XX, Encore (1972-73), dedicándole un capítulo a la función
de lo escrito. En este recorrido la escritura es abordada a partir de la
lingüística, la lógica y finalmente la topología.
La necesidad de la escritura en el psicoanálisis.
Dado que el psicoanálisis es una experiencia de
palabra, la pregunta de para qué necesita el psicoanálisis la escritura, parece
pertinente. A pesar de que el psicoanálisis es una experiencia que no tiene
otro medio que la palabra y de que no puede hacerse por escrito, sin embargo el
psicoanálisis necesita el escrito porque la palabra es inasible, porque la
verdad que la palabra porta siempre se escabulle,la verdad sólo puede decirse a
medias, y porque es imposible decir toda la verdad. Esta imposibilidad para
aprehender toda la verdad impide construir un saber sobre la verdad, razón por
la cual no hay saber sobre la verdad en psicoanálisis, lo que es inaceptable
para la ciencia.
Por otra parte, la verdad sufre una progresiva
desvalorización en el curso de la enseñanza de Jacques Lacan, en beneficio de
lo real, que se convierte en el polo que orienta la experiencia analítica. Real
y escritura, ambos son necesarios para poder pensar un principio de conclusión
de dicha experiencia, sin los cuales un psicoanálisis no tendría fin. Para
poder concluir un análisis hace falta que no todo sea inasible, es preciso que
algo se pueda cernir, y eso se logra gracias a la escritura.
La concepción que tiene Lacan de la palabra
implica que la palabra misma tiene efectos de escritura, así vemos como lo que
se descifra en la palabra bajo transferencia tiene efectos de escrito, efectos
que permiten poder asegurar a un real de la experiencia. De este modo se
escribe una secuencia que va de la palabra al escrito, y del escrito a lo real.
¿Cómo concibe Lacan lo real?
En un primer tiempo lo que hace función de real
para Lacan se sitúa en el saber como un imposible, lo real es lo imposible de
saber1. En este momento, es real todo aquello que la estructura del
lenguaje no puede aprehender, por ejemplo: el deseo, por ser incompatible con
la palabra, la causa del deseo, por ser irrepresentable, o lo real que comanda
a la verdad, porque ésta es impotente para decir lo real.
No obstante, como la verdad insiste, esta
insistencia abre la posibilidad de cierto apercibimiento sobre la causa real e
innombrable que anima y comanda a la verdad. Dicho apercibimiento que se
alcanza en el instante de un relámpago no llega sin embargo a transformarse en
un saber sobre lo imposible. Es decir que ese instante de apercibimiento no se
convierte en un saber, así lo afirma Lacan en La carta a los italianos,
cuando dice que se trata de “un saber vano sobre un ser que se escapa”, o lo
que es lo mismo: que no hay saber sobre el objeto innombrable a, aunque éste
pueda ser inducido, o vislumbrado, a partir de lo que se constata de la insistencia
del deseo.
En esta época su concepción del pase y del final
del análisis se corresponde con la idea de que hay una travesía del fantasma
que en el instante de un relámpago iluminaría la relación del sujeto con la
causa de su deseo. Cuatro años más tarde, en el Seminario De un discurso que
no fuera del semblante, Lacan da un paso más al buscar “lo que hace función
de real en el saber”, no a partir de la inducción, como había hecho antes, sino
a través de la escritura lógica y sus impases.
En este Seminario produce la diferencia entre la
letra, que sitúa del lado de lo real, y el significante, que pertenece al
semblante.
De la escritura lógica lo que más le interesa es
su límite, es decir lo imposible de escribir. También se interesa por la
escritura china, a la que toma como modelo de escritura porque en la caligrafía
china la letra tiene al trazo por fundamento.
Palabra y escritura
Lacan dedica el capítulo V del Seminario XVIII
a mostrar que hay una articulación necesaria entre la palabra y la escritura,
articulación sin la cual hablar de escritura en psicoanálisis no tendría ningún
sentido. En dicha articulación la palabra goza de anterioridad con respecto al
escrito.
En psicoanálisis palabra y escritura no están
separadas como se podría creer, lo que se escribe fue primero palabra y lo que
contingentemente deja de no escribirse y se escribe, se escribe sirviéndose de
la palabra. La palabra es primera respecto de la escritura y lo que la
escritura escribe no es otra cosa que lo que del goce se fija. Dicho en otros
términos el goce se fija al escribirse.
Tomaré un ejemplo de esta articulación entre
palabra y escritura del artículo de Éric Laurent titulado La lettre volée et
le vol sur la lettre2.
Nos lo proporciona el escritor francés Michel
Leiris quien lo menciona en sus escritos como el primer recuerdo de su
infancia. Siendo niño, Michel Leiris estaba jugando con unos soldaditos que le
gustaban mucho, en un momento dado su soldadito preferido está a punto de
caerse y romperse, pero, por suerte, él logra agarrarlo al vuelo al mismo
tiempo que exclama “¡reusement!”. El niño quiso decir “felizmente”, quiso decir
que por suerte el soldadito no se había caído, pero no dijo la palabra
correctamente, se comió una parte de la palabra (heu) y la madre, que estaba
presente, en lugar de hacer una broma con el invento de su hijo, le corrigió
diciéndole: “se dice heureusement.”
A partir de entonces el niño, cuya alegría reusement
la madre no supo acoger, se transformó en un ser triste y reusement, en
lugar de ser el signo de su alegría escribió el goce perdido cómo la letra de
su tristeza pues la intervención de su madre le hizo perder l´heureux,
atándolo a la desgracia para siempre. Lo que sucede no está ligado al efecto de
significación sino al afecto de goce, en el mismo contexto, las cosas hubieran
sido diferentes, si él hubiera tenido una madre más alegre, menos depresiva,
que en lugar de fastidiarlo con ese purismo, hubiera hecho un chiste del que
los dos se hubieran reído.
La felicidad de este niño quedó perdida para
siempre, la intervención de su madre hizo que su posición subjetiva quedara
ligada a la compañía del malheur, de la desgracia, desgracia que siempre
se le hacía presente a través de todas las significaciones, y de todos los
efectos de sentido, convirtiéndose en compañera del sujeto.
Michel Leiris hizo un largo análisis después de
un intento de suicidio grave. Como escritor fue un escritor que ya nunca más le
consentiría a nadie decirle cómo se dicen las palabras, pues él mismo se erigió
en el amo de las deformaciones que introdujo en su escritura.
Así vemos cómo lo que primero fue jaculatoria
dicha por el niño, terminó escribiéndose como letra de goce.
La escritura-en-Lituraterre.
En este escrito Lacan nos presenta un apólogo de
la escritura, al que J.A. Miller, con ironía, califica de apólogo
meteorológico. Allí cuenta que al volver de un viaje a Japón por una nueva ruta
que atraviesa Siberia, una ruta que hasta entonces había estado cerrada, le
sucede algo que podríamos calificar como un acontecimiento de goce producido en
condiciones especiales de espacio y tiempo3: desde la ventanilla de
su avión, ve los surcos dejados por la lluvia sobre la desierta planicie
siberiana y lo que ve le hace pensar en una escritura, todo sucede en el
transcurso de un instante.
En esta topología del espacio vacío y del tiempo
como instante de ver, “la única condición decisiva es la del litoral”. Las
huellas producidas por la lluvia al caer constituyen con sus líneas una
orografía que tiene relieve.
Según M.H. Roch, Lacan, no sólo da valor de
escritura a lo que está viendo sino que, aunque él no lo diga, el relieve de
esa orografía le evoca la escritura china, y más precisamente el trazo del
calígrafo4, no el de cualquiera sino el de Shitao, el pintor
calígrafo del siglo XVII al que había conocido gracias a François Cheng5,
el calígrafo que habló del “único trazo del pincel”.
“Así fue como irresistiblemente se me presentó
(…) entre las nubes, el aluvión, que es la única huella que aparece para
producir, más que para indicar, el relieve (…) en la llanura siberiana,
planicie verdaderamente desolada (…) sin ninguna vegetación más que ref lejos
de este aluvión que empujan a la sombra lo que no resplandece”6.
Esta escritura no está hecha para indicarle nada
a nadie, pues no hay nadie, la estepa está desierta.
¿Qué es lo que escribe la escritura?
Lo que esta escritura escribe no es otra cosa que
el goce y el lugar donde se escribe no es otro que el cuerpo, el cuerpo como
sede del goce, como lo definirá Lacan más adelante7.
“Lo que se evoca de goce cuando se rompe un
semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la
escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir,
lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el
significado (…) La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo
simbólico”8.
La nube como semblante, -significante que se ve-,
y la naturaleza está llena de esos semblantes, según Lacan; la lluvia que cae
de la nube-semblante como significado de goce que llueve del semblante “cuando
éste se rompe” liberando las materias en suspensión. Este significado de goce
que cae erosiona la tierra, deja huellas, escribe.
¿Qué es lo que en la experiencia analítica podría
dar cuenta de esta imagen?, ¿con qué se correspondería la expresión “cuando se
rompe un semblante” cuando estamos en el discurso analítico?
Lo que en la experiencia analítica nos puede
evocar la ruptura de un semblante es la caída de los significantes amos en el
análisis, caída que pone de relieve cuál era la economía de goce que ese
significante ordenaba.
En el caso de Michel Leiris el análisis tendría
que haber producido el S1 al cuál él se identificó: “el niño desgraciado” al que
se identificó cuando su bonheur, su reusement, no fue bien
acogido por su madre, una madre con problemas depresivos graves.
Lo que se escribe en el cuerpo, dice Lacan,
reproduce la mitad de goce del sujeto (a).
Además de haber diferenciado la letra del
significante, Lacan distingue también9, el rasgo unario, de la
letra, situando al rasgo unario del lado del sujeto y a la letra del lado del
objeto.
Ya había dicho que el sujeto surge a partir del
borramiento del rasgo unario, razón por la cual decimos que el sujeto es en
esencia defensa. Del borramiento del rasgo unario surge el sujeto, es decir
surge una mitad del sujeto, la mitad susceptible de ser representada por el
significante amo S1.
La otra mitad del sujeto, la que no es
susceptible de ser representada, puede sin embargo escribirse, estamos hablando
de la letra a; la letra de goce que se escribe como un acontecimiento
del cuerpo.
La caligrafía china como arte del trazo único.
A Lacan le interesa la caligrafía china como arte
del trazo único, un trazo que siendo único se puede sin embargo reproducir. En
la caligrafía china la grafía del trazo inscribe la singularidad de un gesto,
gesto irreductible aunque constante que se distingue de la universalidad del
significante. La caligrafía apuesta por juntar la univer- salidad del
significante y la materialidad singular que alcanza al ser y su goce.
Ese único trazo del pincel es equivalente a la
letra, letra producida por el aluvión que erosiona y hace de la letra litoral,
un litoral que separa dos dominios heterogéneos: el goce y el sentido. Esta
concepción de la letra como litoral es a su vez una versión de lo que el
pensamiento chino llama “el vacío mediano” y la respuesta de Lacan a la
imposibilidad de escribir la relación sexual10.
“En la cursiva el singular de la mano aplasta el
universal, o sea lo que yo les enseño que vale como significante”.11
Producir lo singular como hace el pintor
calígrafo es lo que puede hacer el psicoanálisis. El psicoanálisis puede
producir el trazo del Uno absoluto, o si se prefiere, producir la letra de goce
del síntoma, lo más singular de un sujeto.
La culminación de este recorrido en el que Lacan
se sirve de la escritura lógica y sus impases, y de la caligrafía china para
producir la letra como litoral, dará lugar a una concepción del pase y del
final del análisis a partir de la demostración lógica de lo imposible de
escribir.
En esta lógica lo que no cesa de no escribirse,
lo imposible de escribir, tiene función de real.
¿Qué es, entonces, lo que deja de no escribirse y
se escribe en el flujo de la verdad siempre medio dicha en un análisis?
Al reformular la definición clásica de las
modalidades lógicas e incluir en ellas el tiempo, Lacan puede llegar a
articular que es a partir de lo que “contingentemente se escribe” en un análisis
como se puede demostrar lo que es imposible de escribir.
Al mismo tiempo, el hecho de que contingentemente
algo pueda dejar de no escribirse y se escriba, permite concebir el
psicoanálisis, no sólo como una exploración de lo que está ya escrito y se
repite, sino también como una exploración de lo nuevo que se puede llegar a
escribir. Lo nuevo, en psicoanálisis, tiene relación con los beneficios
terapéuticos que en esta experiencia se pueden obtener.
El decir del análisis permite poner en su lugar
la función Ф(x), la que sitúa el goce como castrado y ello implica que la
castración deja de no escribirse y se escribe. Lacan dice lo mismo de distintas
maneras: “el análisis hace de la castración sujeto, o la histérica no se
percibe como castrada más que a partir del análisis”12.
A partir de 1970 Lacan acentúa su “Hay lo Uno y
nada más”13. Ese Uno que se escribe, que cesa de no escribirse,
demuestra lo que no se puede escribir, a saber, el Dos que permitiría escribir
la relación, entre el Uno y el Otro sexo. Lo imposible de escribir queda
demostrado a lo largo del análisis por la escritura repetida del Uno y este
imposible constituye el real propio al psicoanálisis, un real diferente del de
la ciencia. A partir de estos desarrollos, el fantasma, aparece como una
suplencia imaginaria de lo real, es decir, de la imposibilidad de escribir la
relación entre el Uno y el Otro.
El pase se reformula entonces como demostración
de este imposible, demostración que no se hace sobre el papel sino en la cura,
en el caso por caso, a través del cuestionamiento de la vida amorosa de los
sujetos, hasta que la insistencia del Uno en el análisis vale para demostrar la
imposibilidad del Dos, lo que haría del pase un “pase al Uno” y también “un
pase a la imposibilidad del Dos”.
El síntoma como goce de una letra del
inconsciente.
Esta propuesta hecha en 1975 se fundamenta en la
diferencia ya realizada en el S. XVIII entre semblante y letra. En RSI13
sitúa el síntoma como un desbordamiento de lo simbólico sobre lo real en el
nudo borromeo, el síntoma como un efecto de las palabras que escribe un goce
que es fálico.
Esta nueva tesis está avalada por el paso
franqueado en Encore donde Lacan había situado el significante al nivel
del goce, lo que quiere decir que entre significante y goce hay coalescencia y
no diferencia, a partir de ahí la noción de la letra como litoral que separa
dos dominios heterogéneos, se vuelve obsoleta.
La letra del inconsciente de la que se goza en el
síntoma es idéntica a sí misma, no llama a ningún complemento, ni pide nada. La
mejor ilustración de esta concepción de la letra la encontramos en Finnegans
Wake15, donde Joyce realiza una escritura que no está hecha para
ser leída y donde hace un uso de la letra que es el mismo que constituye el
nudo del goce autista de su síntoma.
El final del análisis y el pase son concebidos
ahora por identificación al síntoma. La identificación al síntoma al final del
análisis implica un cambio, implica cambiar el síntoma de transferencia por el
síntoma fundamental, y pasar de la indeterminación a la consistencia, de lo
evasivo a la aserción y de la falta en ser, al ser de goce.
El beneficio de la identificación al síntoma es
un efecto de separación que da una solución al lazo transferencial sin que se
produzca un retorno a la alienación al Otro con mayúscula. Además, la
identificación al síntoma es lo que permite concluir un análisis.
Por otra parte, haber encontrado un final para la
experiencia psicoanalítica a través de la identificación a la letra del
síntoma, no debe hacernos olvidar que hay una opacidad del goce que no se deja
atrapar por el saber, lo que explicaría el retorno de algunos AE al análisis
después de su nominación.
Si es verdad que los efectos de lalangue16
sobrepasan con mucho todo lo que el sujeto puede atrapar y que el Uno encarnado
que constituye la letra del síntoma, permanece indeciso, entre el fonema, la
palabra, la frase o incluso todo el pensamiento17, poder localizar
la letra del síntoma con certeza se torna problemático, sólo se podría hacer de
forma hipotética. De hecho, podemos haber tomado la dimensión de nuestras
inercias de goce, sin que por ello sepamos decir cuál es el Uno que las fija,
más que de un modo hipotético.
LA AUTORA
Araceli Fuentes García-Romero.
A.M.E. Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP,
Madrid.
Referencias
1 C.Soler, L´inconsciente réinventé.
Ed.Puf, París 2009. P. 18.
2 E.Laurent, “La lettre volée et le vol sur la
lettre”, Revue de L´école de la cause freudienne, nº43.
3 M.-H. Roch, “Du litoral en psychanalyse. Une
lecture de Lituraterre”. Curso del 7 de diciembre de 2009. Web ECF.
4 F. Cheng, Vacío y plenitud. Ed Siruela,
2008.P. 199.
5 Ibid.
6 J. Lacan, “Lituraterre” en De un
discurso que no fuera del semblante. Ed. Paidós, 2009. P. 105.
7 J. Lacan, Seminario XX Encore. Ed Paidós,
1981.P. 32.
8 J. Lacan, De un discurso que no fuera del
semblante. P. 113.
9 J Lacan, Ibid. P.112.
10 M-.Roch, ibid.
11 J. Lacan, Seminario XVIII, De un discurso que
no fuera del semblante, Ed. Pidós, 2009, P. 111
12 J. Lacan, Compte rendu du Séminaire La
logique du fantasme. Autres écrits. Ed. Seuil, París 2001.P. 323.
13 C. Soler, L´inconscient qu´est-ce que cést?,
Curso 2007-2008, pg.142.
14 J. Lacan, RSI, seminario inédito. Clase
del 21-1-1975.
15 J.-A. Miller, Choses de finesse en
psychanalyse, Curso 2008-2009
16 J. Lacan, Seminario XX Encore, Ed.Paidós,
1981. P.165.
17 Ib., pg.168.
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