La
escritura es un fenómeno psíquico, una expresión, escenificación y
gesticulación simbólica parcial de aquello que Jung denominó Sí-Mismo, esto es,
de la personalidad total. Con el término “total” hacemos alusión al hecho de
que el Sí-Mismo abarca tanto la dimensión consciente como la parte inconsciente
del psiquismo del sujeto que escribe.
El
Sí-Mismo es la expresión con la que Jung se refiere al arquetipo de la
totalidad, a la unidad e integridad de la personalidad, al núcleo o centro
vital e inteligente del individuo.
En
esta definición grafológica de escritura quiero destacar con especial énfasis y
detenerme particularmente en el adjetivo de (expresión) "parcial", debido a que discrepo firme y abiertamente de aquellos
colegas que consideran la grafología como una herramienta de evaluación capaz
de aprehender la esencia de las profundidades del ser así como los entresijos
últimos de la personalidad a partir del análisis e interpretación de la
escritura manuscrita o autográfica.
Esta
última perspectiva constituye en mi opinión una mistificación inaceptable de
las posibilidades que ofrece nuestra disciplina, poniendo en cuestión e
incitando al descrédito con ello -ante la comunidad científica, las
instituciones y la sociedad en general- precisamente todo aquello cuanto la
escritura es capaz de noticiarnos en relación a la personalidad y circunstancia
anímica del sujeto que escribe, esto es, a través del análisis
grafopsicológico.
Por
otra parte, si la escritura fuese únicamente un fenómeno ideográfico con
variables única o predominantemente personales, no tendríamos posibilidad
cierta de analizar psicológicamente ninguna escritura. Cada escritura
presentaría una fenomenología gráfica exclusiva e ininterpretable. Pero la
escritura parte de una condición sígnica y simbólica colectiva a partir de un
modelo, además de presentar todo un universo de símbolos procedentes de la psique
objetiva, es decir, del sustrato general inconsciente -inconsciente colectivo-,
posibilitando así identificar y reconocer patrones de conducta y actitud
característicamente humanos, esto es, arquetípicos.
Como
es característico de las imágenes y expresiones simbólicas, la escritura,
observada desde sus características grafonómicas y en cuanto a su condición de
continente del discurso intencional y lingüístico, permite entrever una
realidad psicológica relativa a la personalidad inconsciente que está más allá
de la vestimenta y del rol social que la enmascara.
Este
otro centro psíquico, como lo denominaría el analista junguiano Dr. Edward
Edinger, es el que se evidencia mayormente a través del análisis grafológico,
es decir, a partir del registro poligráfico que tiene lugar en el acto
escritural.
Así,
Edinger, refiriéndose al detector de mentiras -polígrafo- desarrollado a partir
de los trabajos de Jung sobre el test de asociación de palabras, y en perfecta consonancia
con la hermenéutica grafológica, señala que,
“La fisiología del individuo es una entidad
separada del ego, así que es como si hubiera una segunda personalidad oculta
cuando tomo el detector de mentiras. Si me hace una pregunta que no quiero
contestar diré que no, pero mi hombre oculto dirá que sí. Eso es lo que hace la
respuesta fisiológica, nos dice en términos irrefutables que existe una segunda
entidad, un segundo centro psíquico en la psique humana que está interesada en
la verdad.” Dr. Edward Edinger
Manuel J. Moreno
Grafoanalista y Psicólogo
Instituto de Grafología Analítica
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