Hace algún tiempo, la palabra sostenibilidad se puso de
moda. En pocos años pasó de ser un concepto exótico a convertirse en una
palabra maltratada y explotada por todos. Si hubiéramos aplicado el significado
de la palabra sostenibilidad (el equilibrio de un sistema con los recursos del
entorno) la mitad de lo que la hemos citado, ahora no necesitaríamos con
urgencia recurrir a una nueva palabra: resiliencia.
Permíteme querido lector que te hable de ella. Es un poco
rara, pero su importancia es vital en este momento. Los ingenieros, psicólogos
y ecólogos la conocen bien pero ha llegado el momento de que dé el salto al
lenguaje cotidiano y la incorporemos todos a nuestro vocabulario, porque el
significado de la palabra resiliencia tiene mucho que aportarnos en los
próximos años.
Resiliencia no es otra cosa que la capacidad de un sistema
de absorber impactos. En el mundo de la psicología Boris Cyrulnik ha trabajado
mucho sobre este concepto y lo define como “el resorte de aquellos que después
de recibir un golpe, pudieron superarlo e, incluso, salir reforzados”.
Tiene un origen similar a la palabra estrés pero con matices
diferentes. Si el estrés es un término tomado de la mecánica que define el
esfuerzo al que está sometido un material (por ejemplo, una viga), la
resiliencia se usa en la física de los materiales para expresar la capacidad de
recuperación de ese esfuerzo. De la misma forma que un objeto abollado recobra
su forma primitiva si tiene la suficiente elasticidad, los seres humanos
dotados de una resiliencia natural o adquirida serán capaces de salir de un
colapso si consiguen desarrollar plasticidad interior.
Esta plasticidad se puede manifestar ante la destrucción,
mostrando una gran facultad de proteger la propia integridad bajo presión y
frente a la adversidad, estableciendo una actitud vital positiva pese a
circunstancias difíciles.
El renacer del Ave
Fénix
La resiliencia es la capacidad de auto sostenerse. Se empezó
a estudiar en psicología al observarse que algunos niños y adultos lograban
salir adelante después de haber sufrido situaciones adversas graves. Los
psicólogos empezaron a preguntarse qué características hacían que unas personas
se recuperaran antes de un colapso y se dieron cuenta que compartían tres rasgos
principales:
La capacidad de juego y el sentido del humor.
La habilidad de no tomarse las cosas tan a pecho permite
relativizar y no derrumbarse ante la adversidad.
El sentimiento de esperanza.
Para ello es fundamental tener al menos a alguien en quién
apoyarse. Son imprescindibles los vínculos que enriquecen y aportan luz al
final del túnel.
El autosostén. Es necesario encontrar los elementos que
devuelvan la autoestima y la confianza para sentir que el universo es un lugar
amable y no siempre hostil.
En resumen, una persona resiliente es aquella que se toma un
reto como una diversión y no como una desgracia. No se trata de ser
invulnerable, sino de ser capaz de generar recursos propios para salir
fortalecido de situaciones complicadas. La clave está en tomarlas como un
desafío que alecciona y estimula y no como una fatalidad del destino.
Esto también se
puede aprender
Nadie dijo que la vida fuera fácil. Todos nos enfrentamos a
acontecimientos duros: la muerte de un ser querido, una enfermedad complicada,
experiencias laborales difíciles, problemas serios de pareja, la soledad, el
aislamiento social, la competitividad, el desempleo, los problemas económicos…
Ante estas situaciones las personas reaccionan de distinta manera según su
grado de vulnerabilidad o resiliencia.
Todos podemos desarrollar nuestra capacidad de resiliencia.
Para ello hay que estar dispuesto a cambiar las propias actitudes, entrenarse
en técnicas de modificación del pensamiento, aprender a interpretar los
acontecimientos de otra manera, recuperando la capacidad de reflexionar sobre
sí mismo, trabajándose la valoración de la propia personalidad, adquiriendo
habilidades sociales como la asertividad, aprendiendo a hablar positivamente…
Pistas para
desarrollar la resiliencia.
La introspección. Ser capaces de entrar dentro de uno mismo,
observarse y reflexionar.
La independencia. Ser capaces de establecer límites
emocionales y físicos entre uno mismo y los ambientes adversos. Sin aislarse,
claro.
La iniciativa. Se trata de
afrontar los problemas y ejercer control sobre ellos.
El sentido del
humor. Que nos capacita para ver el lado cómico en las situaciones adversas.
La creatividad. Que trae orden y
belleza a partir del caos y el desorden. Y permite canalizar emociones como la
soledad, el miedo, la rabia y la desesperanza.
La ética. Que nos ayuda a
desear una vida personal y social digna y estable, un compromiso con ciertos
valores elevados que nos permite tomar decisiones.
Los vínculos sanos. Que nos permiten
darnos a conocer y disfrutar de los otros.
24 fortalezas para
un carácter resiliente
1. Curiosidad, interés por el mundo.
Tener interés por lo que sucede en el mundo, encontrar temas
fascinantes, explorar y descubrir nuevas
cosas.
2. Amor por el conocimiento y el aprendizaje.
Llegar a dominar nuevas materias y conocimientos, tendencia
continua a adquirir nuevos aprendizajes.
3. Juicio, pensamiento crítico, mentalidad abierta.
Pensar sobre las cosas y examinar todos sus significados y
matices. No sacar conclusiones al azar, sino tras evaluar cada posibilidad.
Estar dispuesto a cambiar las propias ideas en base a la evidencia.
4. Ingenio, originalidad, inteligencia práctica.
Pensar en nuevos y productivos caminos y formas de hacer las
cosas.
5. Perspectiva
Ser capaz de dar consejos sabios y adecuados a los demás,
encontrando caminos no sólo para comprender el mundo sino para ayudar a
comprenderlo a los demás.
Coraje
6. Valentía.
No dejarse intimidar ante la amenaza, el cambio, la
dificultad o el dolor. Ser capaz de actuar según las propias convicciones
aunque eso suponga ser criticado.
7. Perseverancia y diligencia
Terminar lo que uno empieza. Persistir en una actividad
aunque existan obstáculos. Obtener satisfacción por las tareas emprendidas y
que consiguen finalizarse con éxito.
8. Integridad, honestidad, autenticidad
Ir siempre con la verdad por delante, no ser pretencioso y
asumir la responsabilidad de los propios sentimientos y acciones emprendidas.
9. Vitalidad y pasión por las cosas
Afrontar la vida con entusiasmo y energía. Hacer las cosas
con convicción y dando todo de uno mismo. Vivir la vida como una apasionante
aventura, sintiéndose vivo y activo.
Humanidad
10. Amor, apego, capacidad de amar y ser amado
Tener importantes y valiosas relaciones con otras personas,
en particular con aquellas en las que el afecto y el cuidado son mutuos.
Sentirse cerca y apegado a otras personas.
11. Simpatía, amabilidad, generosidad
Hacer favores y buenas acciones para los demás, ayudar y
cuidar a otras personas.
12. Inteligencia emocional, personal y social
Tener empatía. Ser consciente de las emociones y
sentimientos tanto de uno mismo como de los demás, saber cómo comportarse en
las diferentes situaciones sociales, saber qué cosas son importantes para otras
personas.
Justicia
13. Ciudadanía, civismo, lealtad, trabajo en equipo
Trabajar bien dentro de un equipo o grupo de personas, ser
fiel al grupo y sentirse parte de él.
14. Sentido de la justicia, equidad
Tratar a todas las personas como iguales en consonancia con
las nociones de equidad y justicia. Dar a todo el mundo las mismas
oportunidades.
15. Liderazgo
Animar al grupo del que uno es miembro para hacer cosas, así
como reforzar las relaciones entre las personas de dicho grupo. Organizar
actividades grupales y llevarlas a buen término.
Moderación
16. Capacidad de perdonar, misericordia
Capacidad de perdonar a aquellas personas que han actuado
mal, dándoles una segunda oportunidad, no siendo vengativo ni rencoroso.
17. Modestia, humildad
Dejar que sean los demás los que hablen de uno mismo, no
buscar ser el centro de atención y no creerse más especial que los demás.
18. Prudencia, discreción, cautela
Ser cauteloso a la hora de tomar decisiones, no asumiendo
riesgos innecesarios ni diciendo o haciendo nada de lo que después uno se pueda
arrepentir.
19. Auto-control, auto-regulación
Tener capacidad para regular los propios sentimientos y
acciones. Tener disciplina y control sobre los impulsos y emociones.
Trascendencia
20. Apreciación de la belleza y la excelencia, capacidad de
asombro
Saber apreciar la belleza de las cosas, del día a día, o
interesarse por aspectos de la vida como la naturaleza, el arte, la ciencia…
21. Gratitud
Ser consciente y agradecer las cosas buenas que a uno le
pasan. Saber dar las gracias.
22. Esperanza, optimismo, proyección hacia el futuro
Esperar lo mejor para el futuro y trabajar para conseguirlo.
Creer que un buen futuro es algo que está en nuestras manos conseguir.
23. Sentido del humor
Disfrutar de la risa y las bromas, sonreír con frecuencia,
ver el lado positivo de la vida.
24. Espiritualidad, fe, sentido religioso
Pensar que existe un propósito o un significado universal en
las cosas que ocurren en el mundo y en la propia existencia. Creer que existe
algo superior que da forma a nuestra conducta y nos protege.
Fuente: Revista Namasté
Alberto D. Fraile Oliver
Manual de clasificación
Character Strengths and Virtues
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