Si dos personas sufriesen sendos infartos cerebrales
similares, parecería lógico pensar que los efectos sobre sus funciones mentales
serían de gravedad también semejante. Sin embargo esto no siempre es así.
Algunas personas parecen tener el cerebro más protegido que otras ante la
patología cerebral. ¿De qué depende eso? Pues entre otras cosas, de nuestra
‘reserva cognitiva’.
La hipótesis de la reserva plantea que
a mayores niveles de reserva cerebral (mejor conservación de las estructuras
cerebrales) y de reserva cognitiva (habilidades mentales previas, inteligencia
y uso de estrategias), mejor será
el funcionamiento de capacidades como la memoria o la atención en una situación
de patología cerebral. La reserva cognitiva se ha descrito,
así, como un amortiguador de los efectos del daño cerebral e incluso como un
factor preventivo de la enfermedad de Alzheimer.
Los descubrimientos más recientes
apuntan a la idea de que una buena reserva cognitiva es importante no
sólo de cara a la vejez o cuando se instaura un proceso de demencia. Parece que
ya en la mediana edad tiene un papel fundamental en la relación entre la
cognición y la estructura del cerebro.
Así lo ha publicado este mismo año la revista científica Neuropsychologia. El estudio,
realizado por un equipo de la Universidad de La Jolla, en San Diego,
California, muestra que la relación entre el rendimiento en una prueba de
memoria y el tamaño del hipocampo está mediada por este concepto
denominado ‘reserva cognitiva’.
El hipocampo
es una estructura en forma de caballito de mar situada en el interior del
cerebro, en la cara medial de los lóbulos temporales, que es imprescindible
para el aprendizaje y la memoria. Se sabe que las personas que tienen menor
volumen del hipocampo tienen una peor ejecución en tares de memoria episódica,
como por ejemplo recordar un texto que han. Lo que se plantearon los
investigadores de la Universidad de La Jolla fue que aquellos participantes que
tuviesen un menor volumen hipocampal, tendrían también una menor puntuación en los
test de memoria pero sólo cuando su nivel de reserva cognitiva fuese
también más bajo.
La reserva cognitiva se midió a través
de pruebas de vocabulario, aritmética,
razonamiento y habilidades visoespaciales cuando los 494
varones tenían una media de 20 años de edad. Posteriormente, cuando los
participantes estaban ya en la cincuentena, midieron el tamaño del hipocampo
con imágenes de resonancia magnética y aplicaron test neuropsicológicos para
evaluar la memoria.
Lo que encontraron fue sorprendente.
Aquellos que tenían mayor reserva cognitiva, esto es, mejor funcionamiento
cognitivo general a los 20 años, también tenían mejor memoria en la mediana
edad. Pero lo más relevante es que encontraron una interacción significativa
entre la habilidad mental general a los 20 años y el tamaño del hipocampo en la
cincuentena. Así, solo los participantes que tenían niveles más bajos de
rendimiento cognitivo general a los 20 años mostraban fallos en la memoria a
consecuencia del menor tamaño del hipocampo.
¿Cómo puedo aumentar mi reserva cognitiva?
Este descubrimiento apoya la necesidad
de mantener nuestro cerebro en forma desde bien pronto en la vida, porque
cultivar nuestras capacidades hoy puede protegernos del declive futuro de
nuestras capacidades cognitivas que sucede cuando nuestro cerebro se hace mayor
o se ve afectado por determinadas enfermedades. Cultivar la memoria, la
atención, el cálculo, nuestras capacidades perceptivas, etc., con programas de entrenamiento
específico y divertido es la mejor opción, aunque siempre podemos acompañarlo
de los pasatiempos más tradicionales o actividades como la lectura. La clave es
mantener nuestra mente activa.
Marisa Fernández
Neuropsicóloga Senior
Unobrain
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